La página en blanco. Las ganas de escribir, aunque no sepas qué. Esa sensación nauseabunda de querer vomitar algo y no poder.
En realidad sí hay cosas que escribir. En cuanto deje esto, cogeré mi lápiz favorito y las escribiré en analógico. Con una letra de tamaño minúsculo, y muy rápido, emborronando cualquier fallo que cometa y siguiendo adelante. Antes iba a decir "con una letra minúscula", pero era una frase inherentemente ambigua.
Por mi cabeza pasan frases flotando casi al azar: "adelantemos acontecimientos", "cambiar el Dragon Khan por la Casa del Terror", "defragmentación", "la realización no se aprende, se sufre", "siempre me ha resultado atractiva la hipnosis porque es como configurar la BIOS de nuestros cuerpos", "tanto gilipollas suelto y tan pocas balas", "el breve no es un buen método para viajar"...
Entre muchas otras. A estas horas, mi coco está en modo promiscuo y no acepto ningún filtro para que las frases vengan o vayan. Es lo que suelo llamar "estado preonírico", y en él ocurren divagaciones extremas bastante interesantes, que por lo general no sirven para nada, pero que en ocasiones generan buenas ideas. "No me apetece apuntarlo ahora; mañana me seguiré acordando", me digo tantas veces. Y no, mañana nunca te acuerdas.
Es una noche más. Hace frío (odio el frío), estoy agotado (más que de costumbre), me siento... aún no lo he decidido, pero no demasiado bien (sigo con la náusea de querer decir algo que no sé qué es, y se está convirtiendo en una náusea física). Quizá sea sólo que mi cuerpo quiere disociarse de mi cerebro e irse ya a la cama. O quizá... da igual.
Mi pelo está grasoso y sucio. Además, apesta a tabaco del local de ensayos. Mi cara también es un generador de grasa, sobre todo a altas horas de la noche. Normalmente, basta con lavármela de vez en cuando. Pero, si no puedo hacerlo, puede ocurrir que la grasa se me meta en los ojos, y entonces escuece de verdad. Se me ponen muy rojos, y más vale que no me pille conduciendo o en algún lugar donde no haya algún grifo cerca, porque es muy desagradable no poder abrir apenas los párpados por el escozor.
De vez en cuando pienso en raparme el pelo al cero. Dicen que me quedaría fatal. Puede ser. Ahora hace demasiado frío para probarlo. Quizá en verano. Quizá deje de encontrarle entonces el gustito a rascarme la cabeza y hacerme agujeros considerables. Igual vendría bien un hipnólogo que me desactivara el tema a nivel de BIOS, pero siempre es peligroso tocar la BIOS. ¿Qué pasaría si necesitara realmente rascarme la cabeza y no pudiera?
En fin, probablemente mi calva blancota quedaría ridícula. Aunque haría juego con el resto de mi blancote cuerpo. Cuando sea mayor, quiero ser como Ed Harris. Esto no tenía nada que ver con todo lo anterior, pero por una parte, me parecía un buen final y, por otra, éste es mi blog. Y ya sabéis lo que hago con mi blog.
En realidad sí hay cosas que escribir. En cuanto deje esto, cogeré mi lápiz favorito y las escribiré en analógico. Con una letra de tamaño minúsculo, y muy rápido, emborronando cualquier fallo que cometa y siguiendo adelante. Antes iba a decir "con una letra minúscula", pero era una frase inherentemente ambigua.
Por mi cabeza pasan frases flotando casi al azar: "adelantemos acontecimientos", "cambiar el Dragon Khan por la Casa del Terror", "defragmentación", "la realización no se aprende, se sufre", "siempre me ha resultado atractiva la hipnosis porque es como configurar la BIOS de nuestros cuerpos", "tanto gilipollas suelto y tan pocas balas", "el breve no es un buen método para viajar"...
Entre muchas otras. A estas horas, mi coco está en modo promiscuo y no acepto ningún filtro para que las frases vengan o vayan. Es lo que suelo llamar "estado preonírico", y en él ocurren divagaciones extremas bastante interesantes, que por lo general no sirven para nada, pero que en ocasiones generan buenas ideas. "No me apetece apuntarlo ahora; mañana me seguiré acordando", me digo tantas veces. Y no, mañana nunca te acuerdas.
Es una noche más. Hace frío (odio el frío), estoy agotado (más que de costumbre), me siento... aún no lo he decidido, pero no demasiado bien (sigo con la náusea de querer decir algo que no sé qué es, y se está convirtiendo en una náusea física). Quizá sea sólo que mi cuerpo quiere disociarse de mi cerebro e irse ya a la cama. O quizá... da igual.
Mi pelo está grasoso y sucio. Además, apesta a tabaco del local de ensayos. Mi cara también es un generador de grasa, sobre todo a altas horas de la noche. Normalmente, basta con lavármela de vez en cuando. Pero, si no puedo hacerlo, puede ocurrir que la grasa se me meta en los ojos, y entonces escuece de verdad. Se me ponen muy rojos, y más vale que no me pille conduciendo o en algún lugar donde no haya algún grifo cerca, porque es muy desagradable no poder abrir apenas los párpados por el escozor.
De vez en cuando pienso en raparme el pelo al cero. Dicen que me quedaría fatal. Puede ser. Ahora hace demasiado frío para probarlo. Quizá en verano. Quizá deje de encontrarle entonces el gustito a rascarme la cabeza y hacerme agujeros considerables. Igual vendría bien un hipnólogo que me desactivara el tema a nivel de BIOS, pero siempre es peligroso tocar la BIOS. ¿Qué pasaría si necesitara realmente rascarme la cabeza y no pudiera?
En fin, probablemente mi calva blancota quedaría ridícula. Aunque haría juego con el resto de mi blancote cuerpo. Cuando sea mayor, quiero ser como Ed Harris. Esto no tenía nada que ver con todo lo anterior, pero por una parte, me parecía un buen final y, por otra, éste es mi blog. Y ya sabéis lo que hago con mi blog.
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