12.12.16

Raruno

Hace tiempo que me di cuenta de que soy raro. Muy raro. Más raro que una moneda de pi euros. Lo de ser raro, lo que tiene, es que te das cuenta cuando te comparas con otra gente. Antes de compararte, a ti lo tuyo te parecía lo más normal del mundo. Por poner un caso, yo soy muy de mearme en la ducha. Pero hasta que no estás rodeado de muchas otras personas en las duchas del gimnasio, por ejemplo, no te das cuenta de que no es lo normal. Me miraban tan mal que, al tercer día, tuve que dejar de hacerlo.

Pero esto va de olores, y ahí también soy peculiar; en el mundo de la fantasía hay superhéroes que, por una mutación concreta, pueden volar, lanzar rayos por los ojos, teletransportarse o ser un paralítico calvo. Mi caso, sin llegar al extremo del último, es similar: a mí las cosas me huelen bien. Me explico mejor: las que a otros les huelen bien, a mí me huelen normal. Pero, por lo que sea, las que a otros les resultan repulsivas, ¡a mí me encantan!

Fue otra de esas cosas que se descubre yendo en grupo. Imaginad lo que fue atravesar una zona de fábricas peleteras y que, prácticamente, todo el autobús escolar al unísono dijera "Puaj" mientras yo espetaba un sonoro "¡Mmmmm!". En aquella ocasión me salvé porque creyeron que era irónico (por un milisegundo, yo pensé que lo suyo lo era, pero tanta ironía junta y sincronizada, en un alarde de inteligencia colectiva, sí que rayaría lo milagroso). 

Así que mi identidad secreta sigue intacta. He visto que, probablemente, no sea el único: si te fijas bien, descubres a gente a la que también parece gustarle el aroma de la gasolina. Me pregunto, a tenor de lo que dicen otros, si desciendo de la primera persona que se atrevió a probar un huevo duro o la col hervida...

En fin, desconozco si algún día salvaré el mundo con esta habilidad sobrehumana, pero si algún día aparece un temible monstruo de basura, o hay que desatascar tu baño, no dejes de encender la "puaj-señal".

Este relato participa en la iniciativa Divagacionistas. Para Mati ;)