22.2.09

Monstruos (Esta mañana me he levantado...)

Sucedió la semana pasada, pero no he tenido tiempo de comentarlo hasta ahora. He aquí el relato de lo que le ocurrió a un conocido, que demuestra que en este mundo tampoco faltan monstruos:

Quiero compartir con vosotros algo que me ocurrió en RENFE, el cercanías Valencia-Castellon de las 11:30 de la mañana del 14 febrero 2009. En realidad es una situación muy típica en el cercanías a Castellón. Había un hombre mayor, con cierto sobrepeso. Iba con una gorra de quinceañero, gafas de sol, zapatos, chandal y un gran abrigo. Portaba una vieja maleta y unas grandes bolsas. No iba especialmente sucio y tenía una gran barba blanca que delataba su edad. Llamaba la atención por la curiosidad de su pinta. El hombre estaba en silencio, sin molestar a nadie, en uno de esos asientos a lado de las puertas del vagón, tranquilo en el traqueteo del tren. Pasó el interventor justo cuando el tren estaba parado en una estación desierta. El pueblo se veía a lo lejos. El revisor era un hombre delgado, joven, con cara de pocos amigos. Le pidió el billete. El señor se puso a buscarlo entre su grande chaquetón. De manera inmediata el revisor accionó una palanca situada arriba de la puerta, se abrió la puerta y se oyó un pitido de alarma. Al minuto llegaron dos orangutanes. Dos guardias jurado. Uno de ellos negro (probablemente en un intento empresarial de demostrar que los guardias jurado no es un colectivo racista). "Lleva diez minutos buscando su billete" les dijo el interventor. Era mentira. Acababa de pedírselo, pero era una situación propicia ya que el tren estaba parado en una estación. El señor mayor no decía palabra. Lo mismo no les entendía. Entre los tres tiraron su maleta del tren y las bolsas. Después ayudaron a bajar peldaño a peldaño, las escaleras del tren. Estaba claro que el señor tenía problemas de movilidad, probablemente debido a su edad. No dijo nada. El tren arrancó dejando al viejo en aquella abandonada parada, con un sol de justicia. Tuve una sensación extraña, de compasión , de tristeza de empatía y frustración viendo aquello. Es esa sensación que tienes cuando abstraes un poco y piensas, menuda mierda de mundo. Menuda gentuza y menuda mierda de democracia.
El revisor siguió pidiendo billetes. Y llegó a mi. "El billete" me dijo. Se lo enseñé. " 'Mu' bien" me confirmó. "Muy bien, no." le dije "No me parece bien como has tirado a esa persona del tren". "Las vías del tren, la catenaria y los trenes los compra el estado y todos deberíamos tener el derecho a viajar, a trasladarnos. Me importa un pepino si el hombre tenía billete o no". "Si no lo tiene lo llevas a Castellón y allí estudiáis que ha ocurrido, pero no es normal que lo echéis así del tren, a un pobre viejo indefenso que apenas se podía mover". "Métete en lo que te importa" me contestó. " Es que esto me importa y hay una cosa llamada humanidad". Justo paró en tren en la siguiente estación. Accionó nuevamente la palanca: "Pues ahora te bajas tú". "Yo no me voy a bajar, he comprado mi billete a Castellón y pienso llegar a Castellón". Al minuto estaban los dos orangutanes. "Tenia los pies encima del asiento" Dijo el interventor. Era mentira. "Bájate del tren", me dijo uno de ellos. Yo no pensaba hacerlo. Todo pasó muy rápido. De repente un señor empezó a gritar:"El muchacho tiene razón, dejadlo en paz". "Dejadme en paz" insistí, sólo he dicho que hay que tener un poco de humanidad y parece que este interventor está pasando un mal día". El revisor empezó a a notar como la gente decía cosas. Presionado por aquellas voces accionó nuevamente la palanca y el tren arranco, continuando su camino. Uno de los orangutanes me pidió el DNI. Pero yo tampoco se lo tenia porque dar. No te lo voy a dar. Inmediatamente coge el móvil y llama el guardia jurado a la guardia civil de Nules" hay aquí un señor que no me enseña el DNI, así que en la parada de Nules os esperamos, se apea del tren y vosotros os encargáis de él". De repente me había convertido en un peligroso delincuente. La intención no era que les enseñara el DNI, la intención era echarme del tren con algún motivo. Al final les enseñe el DNI, y apuntaron los datos. No tenia ganas de quedarme tirado en Nules. 'Vas de listo y te va a llegar una sanción" me dijo el interventor. Llevo 14 años cogiendo el tren Valencia-Castellón y nunca me había pasado nada igual. 'Yo pagaré la sanción, pero bastante desgracia tienes de tener un trabajo donde echáis a gente indefensa que no hace mal a nadie, del tren. Hay una cosa llamada humanidad. Menudos valientes estáis hechos."
Estaba pensando que al final no me echaron del tren, ni me pegaron, ni nada. Sólo que pagué una injusta sanción. Pero simplemente porque dije, con educación, lo que pensaba. Porque al fin y al cabo y afortunadamente, yo me defiendo.

VampyS

15.2.09

Comunicación (A veces pasan cosas)

¿Podría un lenguaje universal lograr romper todas las barreras de la comunicación humana? En un mundo ideal, todos los habitantes del planeta podrían entender qué está diciendo otra persona, sin importar el lugar en el que hubiera nacido.

La lengua es la expresión de la realidad que rodea a los habitantes de un determinado lugar. Difícilmente en el idioma nativo de un nómada del desierto existirá palabra alguna para designar al hielo poco oxigenado, de la misma forma que un esquimal no tendrá significados verbales para los tipos de dunas de arena que se pueden formar. Obviamente, cada uno de ellos podría inventarse al vuelo una palabra para designar esas realidades tan alejadas de las suyas, pero no lo conseguirían sin perder la historia que seguramente subyace debajo de esa palabra, su etimología.

Pienso, por ejemplo, en la palabra "animador". Hoy por hoy, designa tanto a aquél que ameniza reuniones socioculturales como al especialista en mover seres virtuales en la pantalla. En ambos casos, una cultura aburrida o sin ordenadores podría inventarse una palabra para un viajero recién llegado cuyo trabajo fuera éste, pero por el camino se perdería seguramente el concepto de transmitirle alma (o ánima) a un objeto carente de ella, o a una persona con el espíritu bajo de ánimos. Un animador, casi por etimología, tiene que ser empático (y hasta simpático): debe ser capaz de aprehender (em) la psicología de la otra persona (su psique, donde "psi" vuelve a ser la palabra griega para "alma") para recorrer con él (sim) su "pathos", el sendero por el que discurren sus emociones ("emotio" está muy ligado al movimiento, a lo que nos hace movernos, adquirir un alma y usarla).

Desde mi punto de vista, sería imposible que toda la gente del planeta se entendiera efectivamente usando una única lengua, porque los pequeños matices de cada palabra pueden significar todo un mundo para la persona que los pronuncia, y para la persona que los recibe (ahora mismo estoy pensando en el propio título "Lost in translation"). Si incluso compartiendo idioma a niveles profundos de conocimiento, dos personas pueden encontrarse con que no son capaces de entenderse...

¿Que al menos podrían comunicarse a un nivel bastante rudo y de supervivencia? Seguro, pero para eso tampoco es necesaria una lengua única, sino sólo un poco de voluntad de comprensión. Por regla general, compartimos los suficientes referentes humanos como para entendernos en lo básico señalando y gruñendo, cambiando nuestras expresiones anímicas. Para el resto, y a título personal, antes que una lengua única artificialmente expandida, preferiría aprender los rudimentos de las lenguas en las que tuviera que sumergirme, para (de esa forma) intentar entender realmente el espíritu, la psicología, de los moradores de ese hábitat, su alma.

P.D.: Me pregunto cuántas parejas habrán roto ayer por una mala comunicación. Si alguien encuentra alguna estadística, me haga el favor de hacérmela llegar.