31.12.06

Tabula rasa (Esta mañana me he levantado...)

Esta mañana a las 5:50 ha llegado a la familia el pequeño Hugo, mi primer sobrinito. Supongo que no se lo esperaba, porque cuando lo hemos visto, tenía los ojos muy abiertos y miraba con curiosidad y una tranquilidad pasmosa todo lo que se movía a su alrededor.

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Nada más llegar, se ha enfrentado como un machote a una cobertura informativa que para sí la quisieran algunos personajes del corazón. Estoicamente, ha mantenido la mirada fija en los distintos objetivos que le enfocaban, y ha soportado caricias, frases dichas con ese tonito repelentoso que se usa con los bebés, y baboseos varios.

Supongo que aún no distingue más que manchas y bultos, movimientos y sonidos. Es curioso que, a pesar de que todos hayamos pasado por esa etapa, sigamos preguntándonos qué sensaciones estará teniendo en esos momentos.
Bueno, quizá sea mejor así. Si recordáramos todas las cosas que nos hicieron la primera vez que nos veían, probablemente nos lleváramos una mala imagen de esos extraños gigantes.

P.D.: Siento la calidad de la imagen; es un fotograma de un pequeño vídeo que he sacado con mi cutrecámara de fotos.
P.D.2: Todas las fotos que he sacado con la cámara han salido tan oscuras que no se distingue nada. Deberían prohibirme seguir estudiando Comunicación Audiovisual.
P.D.3: Me resulta imposible imaginar qué le deparará a este pequeño bichejo, pero es entretenido pensar en cómo le irá en la vida.
P.D.4: Va a ser el más peque de la clase. Espero que me lo cuiden bien.
P.D.5: Ains...
P.D.6: Acabo de conseguir enviarme por MMS (después de intentarlo ayer durante todo el día) una de las fotos que le pude hacer con el móvil, en la que se ve bastante mejor. Con todos ustedes, Hugo:

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La forma de ver el mundo II (A veces pasan cosas)

Cuando estés en la cama, busca con la vista alguna luz ténue (algo así como un led lejano, cosas fosforescentes que tengas por la habitación, algún despertador que esté lejos, etc.).

Ahora cierra fuerte uno de los dos ojos, y coge tu móvil o algún dispositivo que emita bastante luz, y míralo fijamente durante medio minuto con el ojo que tengas abierto.

Desconecta esa luz (o espera a que se apague), y vuelve a mirar el punto de luz ténue con la vista. Vuelve a jugar a alternar el ojo con el que lo miras. Incómodo, ¿verdad? Es lo que tiene jugar con el control del brillo del ojo :)

Esta sensación es muy duradera, aunque puedes revertirla fácilmente abriendo la luz del cuarto (para quedarte "ciego" de los dos ojos y que tus pupilas tengan la misma apertura).

30.12.06

Futuro imperfecto

Elisabeth es una chica de lo más normal; no le gusta su nombre, no le gusta ser el centro de atención, no le gustan las fiestas ni las aglomeraciones en general y, sobre todo, no soporta a los tunos ni que la gente fume o se emborrache cerca de ella. Tampoco termina de estar contenta con su aspecto físico. Aunque no por lo normal: tiene un toque exótico en su forma de ser que provoca un aluvión de piropos a los que no acaba de acostumbrarse y de los que está harta.

De cualquier manera, sólo le gusta cómo se los dice él. Él también es un chico muy normal, con sus principios e, incluso, con sus finales. Sincero hasta la médula, no hay palabra que salga de su boca que su cerebro y su corazón no hayan sopesado en toda su profundidad. Le duelen las rodillas cuando hace frío, y tiene cierta debilidad por los atardeceres, el chocolate, y la investigación de vida extraterrestre.

Los dos son extraordinariamente raros, dentro de su normalidad, o extraordinariamente normales dentro de su rareza, según se mire. El motivo... bueno, dicen que estaba escrito en el anverso de un sobrecito de café. La verdad es que un descuidado camarero lo tiró a la basura, y todo lo que se sabe al respecto es pura habladuría. Siento no poder decir más.

29.12.06

La forma de ver el mundo (A veces pasan cosas)

Tápate uno de los dos ojos durante unos minutos. No lo cierres, tan sólo tápatelo de forma que no veas nada. Al cabo de esos minutos (basta con un par), destápatelo. Ahora cierra los ojos alternativamente, fijándote en el tono de los colores.
Es curioso jugar con el mando de la "saturación" del ojo.
(Ah, y no te preocupes: los efectos desaparecen en un minuto)

26.12.06

Regalos (Esta mañana me he levantado...)

Son varias las veces que en pocos días me han dicho que me van a regalar alguna cosa o qué me gustaría que me regalaran. Echo un vistazo a mi habitación y veo un montón de trastos de los que podría prescindir. No necesito ningún regalo. Sólo serían sucedáneos estúpidos de una carencia real prioritaria: necesito una novia.

Así que, si alguien se empeña en gastarse dinero en mí, al menos que lo haga en algo útil. Creo que es el mejor regalo con dinero que me pueden hacer.

25.12.06

Punto 3. Sobre la IA y su representación en el cine (A veces pasan cosas)

Aquí va un extracto de mi parte del trabajo que, junto con Zona Lunar, La Mirada Crítica y Railowsky estamos preparando para Narrativa Audiovisual. El tema: Tecnología y violencia en el contexto de Terminator I y II. El trabajo aún está en progreso, así que podéis sentiros libres de hacer cuantas críticas, puntualizaciones o sugerencias creáis convenientes. La mayor parte del contenido está sacada del Oráculo Wikipédico, hilvanado todo con mi profundo conocimiento friki del tema ;)
Detective Del Spooner: Una imitación de la vida... ¿Puede un robot escribir una sinfonía? ¿Puede un robot coger un lienzo y convertirlo en una hermosa obra de arte?
Sonny: ¿Puede usted?
Extracto de conversación entre el detective Del Spooner y el androide Sonny en Yo, Robot ("I, Robot", 2004)

Al tratar el tema de la robótica y su implicación con la violencia, hemos de profundizar en el aspecto de la IA (Inteligencia Artificial), y de cómo ésta ha sido tratada en el cine.

Según las convenciones usuales[dWAI], la IA se puede definir como la inteligencia mostrada por una entidad artificial. Los campos con los que se relaciona frecuentemente son las ciencias computacionales, la psicología y las ingenierías, en la búsqueda de comportamientos inteligentes, aprendizaje y adaptación de las máquinas. Generalmente, se utiliza para hablar de ordenadores.

Podríamos llenar libros enteros acerca de las intrincadas sutilezas que conlleva el tema de las máquinas pensantes, así que nos limitaremos a un repaso superficial.

Para empezar, ¿qué entendemos por "inteligente"? El conocido "Test de Turing"[dWT] fue un experimento ideado por Alan Turing (uno de los padres de la informática) en 1950 y su explicación actualizada vendría a decir que, si un humano hablara vía chat con alguien que cree que es un humano, y ese alguien resulta ser una máquina, esa máquina tiene inteligencia. A pesar de ser una buena aproximación (si puede pasar por humano, ¿qué importa que no sea humano?), el Test tiene algunas carencias formuladas por críticos y detractores (por ejemplo, interlocutores humanos podrían hablar en distintos lenguajes y no entenderse, no pasando así un humano el propio Test de Turing).

En general, ¿basta con que una entidad nos parezca inteligente o ha de tener realmente pensamientos? Ésta es la diferencia entre la "IA blanda/débil" y la "IA dura/fuerte". La primera la podemos encontrar hoy en día en varios lugares: contestadores telefónicos que reconocen las opciones verbales, personajes de videojuegos que presentan comportamientos estratégicos avanzados, o sistemas de búsqueda en la web tales como Google.

Estos sistemas pueden ser tan sofisticados como para encontrar autónomamente trazas de cáncer en una muestra dada, o pueden rivalizar contra el campeón mundial de ajedrez; pueden reconocer a qué estilo musical pertenece una canción, o reconstruir una colisión entre galaxias. Sin embargo, no hay un pensamiento real detrás de esas actividades. A lo sumo, están compuestos de una extensa base de datos de conocimiento sobre una materia muy concreta, conectada con una serie de reglas a partir de las que tomar decisiones; o de una "red neuronal", unos dispositivos capaces de "aprender" aspectos muy concretos de un tema, a base del método de ensayo y error, y la repetición estadística de la conducta más probablemente exitosa. En ocasiones, se añaden componentes azarosas para dotar de mayor variedad y cierta verosimilitud a estos sistemas (como es el caso de los algoritmos genéticos, por ejemplo, que emulan generaciones de programas para llegar, mediante mecanismos similares a la evolución natural, a comportamientos más perfeccionados).

Pero cada uno de estos sistemas, por muy eficientes o avanzados que puedan ser en un campo determinado, distan mucho de parecerse a lo que conocemos como inteligencia humana: la máquina más potente para jugar al ajedrez es incapaz de responder a preguntas que un niño de tres años podría resolver, como de qué color es el cielo. Algunos de los intentos de acercarse a una mejor IA pasan por crear una extensísima base de datos de lo que llamaríamos información de "sentido común", como la respuesta a la pregunta anteriormente citada.

La IA fuerte, en cambio, se caracterizaría por un concepto básico: la autoconsciencia. La máquina debe ser capaz de pensar de la forma en la que nosotros lo hacemos, y eso implica que debe de tener una imagen propia de sí misma para poder confrontarla a lo que le rodea, poder crear sus propios pensamientos, e incluso, en última instancia (o quizá necesariamente), ser capaces de sentir.

Computacionalmente (es decir, limitándonos al terreno de las matemáticas, con el Teorema de Incompletitud de Gödel, y la lógica de predicados en la que se basa la arquitectura actual de los ordenadores), las habilidades para resolver problemas de una cierta complejidad está fuera de la potencia computacional de las máquinas que utilizamos hoy en día. Con "potencia" no nos referimos a que no sean suficientemente rápidas o no tengan suficiente memoria para resolver algunos problemas sino que, hablando en términos coloquiales, estos problemas pertenecen a otra esfera, y ningún ordenador, por rápido que sea o mucha memoria que tenga, podría llegar a resolver jamás basándose en su arquitectura actual.

Teniendo esto en cuenta, el tema de la IA fuerte es sólo ciencia ficción por el momento (y la materia "sólo" cuenta con menos de un siglo de investigación, así que puede que vaya para largo). Sin embargo, las relaciones "ficticias" que hemos desarrollado en el imaginario común son siempre recurrentes y fuertemente polarizadas: una IA buena al servicio del hombre, y una IA mala empeñada en esclavizar o destruir a la humanidad.

En Terminator I y II asistimos a dos plasmaciones muy diferenciadas de una IA. Por una parte, tenemos a Skynet: un supercomputador (para ser más estrictos, una red de computadores). Por otro lado, los Terminators: androides creados para infiltrarse entre los humanos y destruirlos.

Estos dos aspectos nos llevan a tratar el tema de la IA desde puntos ligeramente distintos, pero que convergen al fin y al cabo. Porque si crear una entidad pensante no humana es perturbador para nuestra mentalidad, aún es más perturbador que esta entidad pensante no humana tenga apariencia humanoide. Entra en juego el mismo término de androide, además del Complejo de Frankenstein[dWFC] (y su discusión[dWTD]), y conceptos como la antropomorfobia[dWAN] o el "Valle Extraño" (Uncanny Valley).

El término "androide"[dWA] significa, etimológicamente, "de apariencia humana". En el mundo de la ciencia ficción ha designado principalmente a robots con apariencia humana (del que ha acabado derivando la palabra "droide" del universo de Star Wars). En ocasiones, también se ha utilizado para nombrar a cyborgs (robots con partes orgánicas, como es el caso del T-800 de Terminator) o a humanos alterados o creados genéticamente (como los replicantes "pellejudos" de Blade Runner (1982)).

Imagen 1. Robot humanoide de Honda.

Siempre reflejado en el espejo de una posibilidad futura en el mundo real, la creación de androides suele conllevar, en la ciencia ficción, el Complejo de Frankenstein (término acuñado por Isaac Asimov, personaje al que más adelante prestaremos una mayor atención). Este Complejo no consiste en el miedo al creador (al robotista o al científico loco), sino al hecho del miedo subyacente provocado por la creación de humanos artificiales.

¿Por qué este miedo? La teoría "pseudocientífica" del "Valle Extraño" (Uncanny Valley) habla de que existe un temor innato a conceder comportamientos considerados humanos a seres no humanos (por ejemplo, alienígenas, muñecos diabólicos, algunos animales, etc.). Es una repulsión ligada internamente a la empatía que somos capaces de tener con ese ser. Esta empatía crece conforme el ser en cuestión se parezca más a un humano pero, sin embargo, aparece una enorme repulsión durante un tramo final de esta función.

Figura 1. Gráfica de familiariedad en la que se aprecia el efecto del "Valle Extraño".

La teoría del Valle Extraño podría explicarse, de algún modo, por un instinto innato (relacionado con el de reproducción) a sentir repulsión hacia organismos con macro o microanomalías que nos pudieran hacer pensar en enfermedades congénitas o falta de salud en general.

Llevado al mundo del cine, podemos experimentar de primera mano este efecto con los personajes humanos (o humanoides) generados por ordenador y que intentan ser fotorrealistas: desde el traje-mujer-obesa de Desafío Total ("Total Recall", 1990), hasta los protagonistas de Animatrix: El Vuelo Final de la Osiris ("The Animatrix: Final Flight of the Osiris", 2003). Cuanto más se acerca el personaje a lo humano, mayor desasosiego nos causa encontrar pequeños detalles que nos avisan de su no humanidad. Un efecto menos exagerado ocurre cuando el personaje trata de ser menos humano como, por ejemplo, Gollum en El Señor de los Anillos: Las Dos Torres ("The Lord Of The Rings: The Two Towers", 2002) o Sonny en Yo, Robot ("I, Robot", 2004).

Imagen 2. Repliee Q2, robot humanoide capaz de responder a algunas preguntas.

En Terminator se juega (de forma quizá inconsciente) con estas bazas. La puesta en escena en ambas películas nos remite a la similitud con lo humano, pero siempre con un elemento discordante. Por dar algunos ejemplos, el rostro pútrido "tuerto" del T-800 (interpretado por Arnold Swarzennegger) en Terminator I, o la forma de caminar o de correr del T-1000 (interpretado por Robert Patrick) en Terminator II, aparte del endoesqueleto del T-800 recordando un cadáver humano o la figura antropomorfa del T-1000 en su forma de estado líquido.

Estas detracciones ya fueron en su día previstas por Isaac Asimov (probablemente el divulgador y escritor más pródigo en el terreno de la interacción máquina pensante/humano, no en vano creador del término "robótica").

En su vasta creación literaria ya predecía ciertos movimientos cercanos a la tecnofobia cuando se diera la posibilidad de la convivencia con máquinas antropomorfas (también se da con seres "transhumanos", humanos mejorados genética o tecnológicamente). En muchas de sus historias, la humanidad termina aborreciendo las máquinas a pesar de que, en el Universo que construyó, los robots androides equipados con "cerebros positrónicos" con IA dura debían ser inocuos (o mejor dicho, indispensables) para la Humanidad a causa de sus archiconocidas Tres Leyes de la Robótica[dWTL]. Transcritas literalmente:

Primera Ley.- Un robot no puede dañar a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano resulte dañado.
Segunda Ley.- Un robot debe obedecer las órdenes dadas por un ser humano, excepto cuando tales órdenes entren en conflicto con la Primera Ley.
Tercera Ley.- Un robot debe proteger su propia existencia, a menos que dicha protección entre en conflicto con la Primera o Segunda Ley.

A estas Leyes (tanto más prevalentes cuanto menor sea su ordinalidad) le añadiría posteriormente una Ley Cero: Un robot no puede dañar a la Humanidad o, por inacción, permitir que la Humanidad resulte dañada.

Imagen 3. Un fotograma de "El Hombre Bicentenario": NDR-114 (Andrew Martin) explica a sus dueños las Tres Leyes.

Casi toda la literatura Asimoviana al respecto desenvuelve los sutilísimos conflictos que podrían aparecer en casos aislados cuando el comportamiento de ciertos robots se viera confrontado a diversas condiciones extremas, o a la carencia de partes de estas Leyes, alguna de ellas al completo, o la totalidad de las mismas.

Estas Leyes convierten a los robots en peleles al servicio de los humanos, para asegurar su calidad de vida y, valga la redundancia, su seguridad. Un Skynet o un Terminator sería casi imposible en la sociedad imaginada por Asimov (a menos que la carencia de las Tres Leyes fuera el tema del relato, claro está).

James Cameron muestra señales de ser un conocedor de la literatura asimoviana en Aliens (1986); cuando a Bishop (el androide -o "persona artificial", como prefieren llamarse- que acompaña al pelotón de asalto de la nave en la que viaja Ripley, la protagonista) le hablan del intento de asesinato de Ripley por parte de Ash (un androide que viajaba en la anterior nave de Ripley, sin que nadie supiera su condición robótica), Bishop le contesta «¡Estoy sorprendido! Eso nunca podría ocurrir ahora, con nuestros inhibidores comportamentales. Es imposible para mí dañar a un ser humano o, por omisión de acción, permitir que un ser humano resulte dañado.»

Sin embargo, es una realidad patente que, si el desarrollo de una entidad robótica autónoma se lleva a cabo, es muy probable que ésta proceda del mundo armamentístico o militar (en el que, como en la película, se investiga profundamente el tema). En ese caso, está claro que lo último que podría interesarle al sector militar sería tal abnegación de la máquina por la vida del ser humano.

En otras palabras: desgraciadamente, una Skynet o un Terminator son mucho más probables que un Multivac o un R. Daneel Olivaw (los más carismáticos de los personajes computacionales o robóticos protagonistas de muchas de las historias de Asimov).

Y, ¿a dónde nos llevaría la creación de un ser autoconsciente sin la implementación de las Tres Leyes de la robótica? "Autoconsciencia" está íntimamente ligada a "instinto de autoconservación".

En el mundo cinematográfico, estas máquinas casi invariablemente deciden que los humanos suponen una amenaza, y resuelven su inmediata exterminación. En algunos casos, si derivan de robots con las Tres Leyes, quizá apliquen la Ley Cero de la Robótica para proteger a la Humanidad de ellos mismos y su destrucción, manteniéndolos en "granjas vigiladas" como en Matrix ("The Matrix", 1999).

A fin de cuentas, Skynet sólo temía que la desconectaran.

El mundo cinematográfico está plagado de otras computadoras o androides (tanto del lado de los humanos como en el contrario). Por citar algunas de las más conocidas computadoras inteligentes[dWLFC] y poco amistosas con nuestra especie:

- HAL 9000 en 2001: Una Odisea en el espacio ("2001: A Space Odyssey", 1968)
- Madre, computadora de la nave Nostromo en Alien (1979)
- Control Central de Programas en Tron (1982)
- WOPR (War Operations Plan and Response), supercomputadora en Juegos de Guerra ("WarGames", 1983)
- Matrix en Matrix ("The Matrix", 1999)
- Reina Roja, IA de la computadora en Resident Evil (2002)

Y algunos famosos androides[dWLFR] con muy mala baba, o bastante incomprendidos:

- Gort en Ultimátum a la Tierra ("The Day the Earth Stood Still", 1951)
- Ash en Alien (1979)
- Replicantes en Blade Runner (1982)
- ED-209 en Robocop (1987)
- Caín en Robocop 2 (1990)
- SID 6.7 en Virtuosity (1995)
- AMEE en Planeta Rojo ("Red Planet", 2000)
- Doraemon

Uy, perdón. Este último sólo si no le dan pastelitos.

[autonota mental: revisar el formato de las referencias a las películas]

Referencias:
[dWA] Wikipedia. Entrada en inglés sobre androides. http://en.wikipedia.org/wiki/Android. Website.
[dWAI] Wikipedia. Entrada en inglés sobre Inteligencia Artificial. http://en.wikipedia.org/wiki/Artificial_intelligence. Website.
[dWAN] Wikipedia. Entrada en inglés sobre Antropomorfobia. http://en.wikipedia.org/wiki/Anthropomorphobia. Website.
[dWFC] Wikipedia. Entrada en inglés sobre el Complejo de Frankenstein. http://en.wikipedia.org/wiki/Frankenstein_complex. Website.
[dWLFC] Wikipedia. Lista en inglés de computadoras de Ciencia Ficción. http://en.wikipedia.org/wiki/List_of_fictional_computers. Website.
[dWLFR] Wikipedia. Lista en inglés de robots de Ciencia Ficción. http://en.wikipedia.org/wiki/List_of_fictional_robots. Website.
[dWT] Wikipedia. Entrada en inglés sobre el Test de Turing. http://en.wikipedia.org/wiki/Turing_test. Website.
[dWTD] Wikipedia. Entrada en inglés sobre la "Discusión de Frankenstein" Transhumanista. http://en.wikipedia.org/wiki/Transhumanism#Dehumanization_.28Frankenstein_argument.29. Website.
[dWTL] Wikipedia. Entrada en inglés sobre las Tres Leyes de la robótica. http://en.wikipedia.org/wiki/Three_Laws_of_Robotics. Website.
[dWUV] Wikipedia. Entrada en inglés sobre el Valle Extraño. http://en.wikipedia.org/wiki/Uncanny_Valley. Website.

La mejor época (A veces pasan cosas)

La navidad es la mejor época para suicidarse, según dicen algunos. Clínicamente se explica por la falta de luz, el aumento patente del individualismo y el estrés y, sobre todo, esas voces que algunos oímos en nuestras cabezas (sí, la de los chirriantes villancicos, de los cuales los niños que pusieron su voz deben andar ya por el jeriátrico).

Por suicidarse, se suicidan hasta algunos blogs.

Una pequeña parte de todo el mundo se muere al terminar un año (y si te suicidas, pues una mayor parte). Al igual que "La petite morte" del orgasmo, que nos arrebata durante unos instantes y supone un hito a partir del cual continuamos nuestras vidas, el comienzo de un nuevo año supone para muchos una especie de muda de piel, un descamamiento del alma que intenta dejar atrás esos pequeños defectos y problemas en busca de un perfeccionamiento. Una metamorfosis espiritual para ascender a otro estadio de pureza.

Afortunadamente, todas estas cosas duran hasta el 6 de enero, fecha en la que la gente deja de beber y de decir tonterías.

La navidad es la mejor época para un montón de cosas. Para ordenar los enlaces de favoritos, para ponerte al día de la ingente cantidad de trabajo que hay que hacer, para arreglar tu cuarto, guardar por fin esos apuntes que no vas a usar, o pasar un rato con la familia, los amigos, la pareja, el perro, el gato, el loro, la iguana o lo que sea que tengas.

También es la mejor época para ver por fin esas películas o capítulos que nunca has tenido ocasión de ver: desde "Tomates Verdes Fritos" hasta los 10 primeros capítulos de la tercera temporada de House, de un tirón. Con el batín puesto, bien calentito, con una cajeta llena de barquillos cerca y algo de chocolate por si acaso. ¿Qué más se puede pedir, aparte de a alguien saltando frenéticamente sobre tu regazo, ensartándose una y otra vez tu erecto miembro? Pocas cosas, muy pocas cosas. Una Wii, por ejemplo, que parece que está triunfando como la Coca-cola.

Porque también es la mejor época para regalar algo. Aunque las tiendas estén abarrotadas de gente, las cosas se hayan encarecido, y nada de lo que vayas a comprar se necesita realmente. Es la mejor época porque lo dicen los comercios, y punto.

La navidad es la mejor época, también, para odiar la navidad. Nadie se queda indiferente: o te encanta, o la odias. O te deja indiferente, lo que va en contra de la primera afirmación, pero la vida es así de rara a veces. O todo lo contrario.

La navidad es la mejor época para ver mamanoelas con poca ropa (a las que, como diría Dani si escribiera, les van a crecer estalactitas en ciertas partes como salgan a la calle con esa guisa). Es la mejor época para las parodias del "mensaje del rey". Para los zapping con las 314 mejores imágenes del año, para maquinar un ataque terrorista poniéndole Polonio 210 al saco de Papá Noel y destruir la Navidad si Jack Bauer no lo impide, para rescatar los playmobil (clicks, de toda la vida) y ponerlos en el Belén junto con los robots, motos, coches y todo lo que se te ocurra para crear una versión postmodernista del mismo (qué grandes recuerdos del Sentinel de los Madelman 2050 custodiando el castillo de Herodes tiempo ha...).

La navidad es una época inmejorable para todo esto. No te suicides: si te matas, estás perdiendo una parte muy importante de tu vida (parafraseando a Brooke Shields). Aguanta hasta el veranito, que es la mejor época para todo lo demás.

Paz a los hombres de buena voluntad... y a las mujeres
(Bruce Wayne en Batman Returns).

23.12.06

¿Y si fuera Ella? (Esta mañana me he levantado...)

Llego del concierto de Navidad más desastroso y divertido que soy capaz de recordar, y me encuentro con un correo de los que me envía Blogger, avisándome de un comentario. Resulta ser otra persona más que encuentra este sitio cálido y cómodo.
Debo de haberme dejado la calefacción puesta, porque a mí me da la sensación de que este antro ha perdido mucho con el tiempo. Pero bueno, el cliente siempre tiene la razón.
De hecho, siempre tengo la sensación (o quiero tenerla) de que esto no lo lee nadie.

En fin, al trapo. Lo primero que hago cuando alguien me dice algo así es sonrojarme. Luego, sorprenderme. Luego, ir a la web de la persona irresponsable, y fundírmela para ver qué encuentro. Es decir, ¿qué clase de gente es la que es capaz de leer todo esto y decir que es cálido y cómodo? ¿En qué demonios estaban pensando?

En este caso, lo enigmático del comentario ("¿Sabes? Creo que vivimos a escasos kilómetros") y el nick ("Ella"), me ha producido la imperiosa necesidad de contestarle "¿Y si fueras Ella?". Pero la entrada era de Ismael Serrano y, la verdad, no pegaba. Además, apostaría a que ya está muy trillado (aunque los que me conocen saben que ése es un aspecto que me da lo mismo que lo mismo me da, yavestruz).

Bueno, y me he puesto a leer su blog. Una prosa (y algunos versos) de una calidad inusitada, envidiable, tanto que me ha dado rabia no saber escribir así.

Le estaba escribiendo un comentario en una de las entradas en las que había posteado un antiguo texto suyo. El comentario empezaba así:

Un buen escritor siempre escribe sobre la gran mentira que es su vida. Si consigue maquillarla para que parezca que lo que no ha pasado es cierto, y que lo que pasó ya no está ahí, es que lo ha conseguido.

Leyendo estas historias he recordado las mías propias (que Telefónica se encargó de enviar al limbo de los datos cuando cerró mi web de terra). Me ha dado mucha envidia el estilazo que se gasta la autora (y no suele ser normal encontrarme con alguien que escriba tan bien); me encantaría escribir así, aunque a la vez prefiero mi propio estilo, y me doy cuenta de que nunca seré un buen escritor porque me resulta imposible ser tan cruel hijodeputa con mis propios personajes virtuales.

En ésas andaba cuando he pensado que, en vez de montarle un comentario del tamaño de un blog (la cosa iba para largo, y de todas formas ya uso El Renglón Torcido para eso), ponía toda una entrada dedicada y de paso no ensucio.

Sería interesante poner aquí una lista de la imagen mental que me he hecho de esta persona, sin conocerla absolutamente de nada más que de lo poco (pero bueno) que ha escrito, para que luego ella (Ella) la contrastara con cómo es realmente. Siempre es curioso conocer qué impresión das. Los personajes que utiliza son bastante recurrentes, así como su temática. Dejando vagar libremente la imaginación, y sin importarme lo más mínimo mezclar lo que quiere contar con quién es, yo diría que tiene algún tipo de desequilibrio mental clínico (a estas alturas tampoco tiene nada de raro, todo el mundo está mal de la chaveta), que es retorcida (casi maquiavélica), si no en su comportamiento con otras personas, sí en sus pensamientos, que no tiene reparos en decir lo que piensa, pero que piensa mucho más de lo que dice. Los pensamientos también son menos profundos de lo que querría; es pragmática, le da las vueltas justitas y necesarias a la vida, suficientes para llenar con su mundo imaginativo las carencias de su vida real. Le gusta House, así que tiene buen gusto, y de sus textos se desprende que, si no es algo ligera de cascos, tampoco está atada a ningún tabú social sobre el tema. Es una enamorada del amor, voluble, inconsistente a veces, atrapada por sus propios fantasmas. Parte de su encanto está en su misterio, en su apariencia abatida e imbatible. Ah, y lo que es más importante, la ropa interior que lleva es lila con algunos motivos blancos.

Espero que nadie se tome en serio todo lo de antes. He proyectado en esa descripción tanto la forma de ser que le imagino, como la forma de ser que me gustaría que tuviera, o mi propia forma de ser. Excepto lo de la ropa interior, claro.

Quizá algún día de estos me anime a ir subiendo mis antiguos relatitos, los de la página web, por aquello de tenerlos en alguna parte. Mientras tanto, me seguiré preguntando si no será Ella (incluso el título de su blog, "A veces ocurre", se parece a cierto mantra de este lugar), sin ningún afán de resultar una de esas moscas babosas que tanto le disgustan a Fabrizio.

En fin, que no os perdáis su blog.

El camino a la vulgaridad que he estado llevando (Esta mañana me he levantado...)

Vértigo, que el mundo pare, que corto se me hace el viaje.
Ismael Serrano

De vuelta (A veces pasan cosas)

Es irremediable hacerse una imagen mental más o menos completa de una persona al poco de conocerla. Podríamos llamarle "prejuicios", aunque esta palabra tiene una connotación negativa. Quizá preferiría hablar de "encasillamiento en una serie de estereotipos". Una idealización, al fin y al cabo, de la forma de ser y estilo de vida de esa persona (de nuevo, "idealización" está cargado de sentido positivo y tampoco es mi intención).
A medida que conocemos a una persona, por lo tanto, es muy posible (o casi inevitable) que nos sorprenda, tanto para bien como para mal. Caen ídolos, o se revalorizan antihéroes propios. Esa persona a la que considerabas casi perfecta hace algo que choca directamente con lo que esperabas de ella, o esa otra persona que te parecía plana y sin interés resulta que tiene más chicha de la que parecía.
Esto puede pasar a nivel global, o estar localizado en un aspecto de la forma de ser de una persona. Por ejemplo, en la cena de clase de esta noche, una amiga (¡hola, Ana!) nos hablaba de su distinción entre gente "ingle" y gente "potorro"; era incapaz de considerar que mucha gente de su alrededor (amigos inclusive) pudieran tener sexo (al igual que a muchos les pasa al pensar en su familia, sus profesores, etc.). Esta gente es la gente "ingle". La gente "potorro" es la gente a la que sí se puede imaginar teniendo sexo.
En el grupo de gente, algunos no compartían su visión dicotómica, pero yo sí tengo implementado una funcionalidad parecida en mi cerebro. No me resultaba difícil definir a cualquier conocido como "ingle" o "potorro". Yo mismo soy ingle, tanto para Ana como para mí mismo.
Por supuesto, muchas veces estos estereotipos están muy lejos de la realidad. Lo cual nos devuelve al pensamiento de cuántas veces hemos pensado en que una persona era perfecta para nosotros, y hemos acabado descubriendo que tiene muchas más carencias de las que pensábamos, o cuántas veces no nos hemos fijado en alguien que luego resulta que cumplía las expectativas. Cuántas veces nos hemos equivocado, y cómo se pueden pagar esos errores mucho más adelante en la vida...

Me he dispuesto a volver a casa, en un estado bastante apático y triste (como siempre que recuerdo lo mucho que necesito a esa persona a quien amar). He estado pensando en lo difícil de encontrar a una persona que encaje contigo, que tenga lo que necesites y puedas soportar las cosas que no encajen del todo, y que además suceda lo mismo a la inversa. Me he imaginado cómo sería la chica en cuestión: tendría que gustarle la sinceridad, no importarle que uno fuera bastante pesado, tendría que ser muy despierta, pero sin entrar demasiado en un terreno "abstractopedante", tendría que tener un corazón social importante, pero no importarle que a la vez uno frivolice con los temas más serios... y así, mil millones de cosas. Casi tan complicado como que te toquen los dos primeros premios del gordo, repitiendo el mismo número que 103 años atrás, y que el número capicúa coincida con otro premio. Puede pasar, claro.

Mientras volvía, me he cruzado con una jovenzuela llorando contra la pared, con una amiga consolándola. No es necesario ser un lince para reconocer los efectos del alcohol, lo cual me ha recordado también en cómo cambian algunas personas cuando van bebidas. Quizá la campaña "esto es lo que él/ella cree que está pasando" sea la más adecuada que se ha hecho nunca. Mucha gente ha perdido el norte con el alcohol, y con lo que supone estar de fiesta, divertirse.

Del misticismo y del delirio quizá hable en otra ocasión (a raíz de una interesante charla sobre el tema con otra compañera de clase). De lo que sí quiero autorrecordarme, es que cuando me preguntó acerca de mis creencias ("¿crees en algo más allá de la vida?") me dejó congelado. Porque sí, me tengo por bastante "espiritual" y tengo una especie de creencia en la inmutabilidad de la existencia (nuestra energía y nuestros materiales existían antes de ser "nosotros", y cuando muramos volveremos a disipar esa energía y esos materiales, siendo parte de nuevo del Universo, de alguna manera). En cualquier caso, nada parecido a los dogmas mayoritarios actuales. Eso me ha recordado que me hubiera gustado tener una asignatura de religiones, porque seguro que hay alguna corriente filosófica metafísica a la que podría adherirme. Si no recuerdo mal, es algo muy parecido a la creencia de Einstein.
Sólo que también creo en un "Bien" y un "Mal" (me resultan fáciles de ver en la vida cotidiana), y en un "Ahorabienyahoramal", en actos que benefician a otros y actos que dañan a otros, a nivel individual y a nivel planetario, casi Universal. Supongo que no es nada que os resulte ajeno, mis queridísimos supuestos lectores.
Como informático, también creo en una realidad similar a la "Matrix": estar inmiscuidos en un sistema con una estructura y una lógica que no podemos llegar a manejar por estar dentro, pero cuyo conocimiento y control sería parecido a ser Dios o, si el propio sistema es autoconsciente y autocontrolable (o ni eso), habría un Dios "Estructura", el "root" del sistema.
A veces tengo la sensación de que la realidad (esta realidad, nuestra realidad), es increíblemente voluble (como un programa residente en memoria, que en cualquier momento se puede eliminar de ahí para ser reemplazado por cualquier otra cosa, o no), que tengo "miedo" de que todo desaparezca, así de repente. Simplemente, todo se acaba, como cuando trabajas con el ordenador y hay un apagón. A veces, deseo con todas mis fuerzas el apagón. Otras, tengo la impresión de que sólo falta tener el estado mental adecuado para lograr escapar de esta realidad y llegar a algo más, como si fuéramos una parte de un cable pelado que necesita la combinación necesaria para hacer contacto con otra parte del cable que está colgando por todas partes.

En definitiva, que tengáis felices fiestas. Y que seáis todo lo felices que os dejéis ser (y si puede ser algo más, mejor).

21.12.06

Viajando en el tiempo, tocando timbres y analizando fotos (A veces pasan cosas...)

Todos los residentes/trabajadores/estudiantes de Castellón sabrán que hay ciertas horas punta en las que el tráfico es insoportable (¿para cuándo una europeización en los modos de transporte interurbano? ¡Todo el mundo en bici, ya!).
Cuando coges la autovía para volver a casa (a unos 15 kilómetros de la capital), si vas lo suficientemente deprisa, te das cuenta de que los agrupamientos de vehículos van por "rachas temporales": el grupo de vehículos que ha salido diez minutos antes que tú, el grupo de vehículos que han salido quince minutos antes que tú, el grupo de vehículos que han salido treinta minutos antes que tú (normalmente camiones, tractores, etc.).
Viéndolo desde cierta perspectiva, si hubieras salido justo detrás de esos vehículos y no hubieras podido adelantarlos, estarías exactamente en el mismo punto en el que estás cuando en el mundo real vas a rebasarlos. Es decir: si sales a las 18:30 de Castellón detrás de un tractor y no puedes adelantar, llegarás a Nules hacia las 19:15. Pero si sales a las 19:00 y sí puedes adelantar, llegarás a Nules hacia las 19:15. Saliendo media hora más tarde (que puedes haber aprovechado para hacer otras muchas cosas), alcanzas al que había salido media hora antes que tú. Da la sensación de que has viajado en el tiempo, que has aprovechado mucho mejor esos tiempos que, para los otros vehículos, han sido tiempos muertos en la carretera.
El caso es que, desde Castellón y por autovía, he llegado a casa unos 15 minutos antes que alguien que ha salido al mismo tiempo que yo de Castellón hacia su casa, en el centro de la ciudad. (Menudo asco, ¿verdad?)

Poco después de llegar a casa, ha sonado el timbre. Tres toques. He vuelto a viajar en el tiempo, esta vez al tiempo de la memoria. Hace muchos años, cuando aún vivía en casa de mi difunta abuela con mi tía y mis primos (y mi propia abuela, claro), adoptamos la convención de dar tres pitidos en el timbre para saber enseguida si éramos "de casa" o no.
Cuando alguien llamaba dando tres timbrazos, podíamos permitirnos el lujo de abrir sin preguntar siquiera quién es. Si sólo daban un timbre, se activaba una especie de "sentido arácnido" que nos ponía a todos en guardia ante el extraño.
Con el tiempo, llegamos a desarrollar un oído musical para distinguir las sutiles variaciones que cada uno de los familiares adoptaban a la hora de llamar al timbre. Las cadencias entre toques, la duración de los mismos (la "melodía", al fin y al cabo) que cada uno empleaba, se convertía en una suerte de firma musical.
Si alguien llamaba con tres timbres espaciados y de duración bastante larga, muy probablemente se trataba de otro de mis tíos o mis primos. Si los timbres eran cortitos y rápidos, eran más propios de mi madre o hermana. Si había un toque de mediana duración, un espacio de mediana duración, y luego dos toques rápidos y cortos, era muy probablemente mi padre.
Se podría decir que teníamos nuestra impronta en "morse".
Mis toques siempre intentaban ser perfectamente balanceados en cuanto a duración y cadencias, como un tresillo de corcheas que sonaban en stacatto al compás que marcaran mis pies al llegar allí. "Ti, ti, ti", como quien pronuncia muy marcadamente la palabra "ár-bo-les".

Y en fin, qué mejor para terminar una entrada tan extraña como ésta con una fotografía de Peter Keetman que estoy analizando para una asignatura. Os dejo con los "1001 rostros":


17.12.06

El tío ése de las barbas (Esta mañana me he levantado...)

Aquél niño pequeño iba paseando por la calle cuando le vio. Enseguida, le dijo a su compañero: ¡Mira, por ahí va el tío ése de las barbas! ¿Cómo se llamaba?
"Gandalf el rojiblanco", le respondió el otro, sin perturbarse.

Pues bien, llegan las navidades, como suele ocurrir más o menos por esta época del año. Uno piensa en cosas como que debería encontrar a alguna joven médica con la que salir, o que está bien eso de los relojes binarios, o en las tácticas de "mercadishing" de los mendigos de hoy en día, en el cambio climático, en las tácticas de control mental de algunas especies de hongos, en la bonanza de usar un explorador y gestor de correo libres para evitar virus...

Uno piensa en muchas cosas. Piensa, sin despeinarse, en que siente que se está pudriendo por fuera y por dentro. Cada día que pasa es un día entrópico, las cosas se tuercen más, tienes menos energía para ponerlas rectas, menos tiempo para recuperar energías, menos ilusión, menos libertad. Y, sin embargo, cada vez se apunta a más bombardeos, que sólo sirven para que el sistema se retroalimente.

Cuando tienes ganas de tener un mes de vacaciones para poder hacer tranquilamente todo el trabajo que tienes pendiente, o que necesitas tres meses de vacaciones para pasar una miserable tarde de hacer lo que te apetece, la vida (o su sucedáneo) se vuelve bastante incongruente. ¿Para qué todo esto?

Tampoco importa. Algunas cosas tienen menos futuro que un sistema de comunicación basado en señales de humo encriptadas con RSA. Cada vez noto más cerca la Tercera (Guerra Mundial, si no estamos ya en ella), hemos enviado a paseo a un montón de especies sin hacer nada más que lamentarnos por ello y seguir ensuciando, y el mundo se vuelve un lugar más complicado y triste en el que estar. O el que se vuelve más complicado y triste es uno mismo, y por eso deja de valer tanto la pena. Como decía, tampoco importa. No hay más remedio que seguir adelante, a ver qué pasa. A ver quién habrá conectado en el IRC un 1 de enero a las 00:00. Debe de ser gente interesante (aunque habrá de todo, supongo).

Es curioso el efecto "Bola de Drac" cuando un grupo de amigos ha estado juntos durante un rato y llega el momento de separarse. Se suelen parar en un lugar, se despiden (besos, abrazos, buenas palabras), y entonces se esparcen cada uno por su parte, de la misma forma que las Bolas de Dragón salían lanzadas después de haber sido reunidas para invocar al Dragón Sheron.

Ah, se me ha quemado el transformador del disco duro Woxter (de esos raros de 4 pines) y no consigo encontrar un recambio por ninguna parte. Mañana llamaré al servicio técnico, a ver si hay suerte. Y Timofónica sigue sin devolverme mi querido ej-molina@terra.es. Ya se lo recordaré cuando me llamen para algún tipo de oferta que podrán meterse sus brillantes culos metálicos.

A la gente se le va la piña (y si tiene problemas mentales, ya ni te cuento). Navidad es una fecha muy rara, que deberíamos empezar a celebrar a mediados de julio. Dios salve a la Reina. Y basta ya de tonterías. EOF.

5.12.06

El futuro, hoy, ya no es lo que era (A veces pasan cosas)

Lo prometido es patada en los cojones. Hoy toca: viajes en el tiempo.

En las películas de ciencia ficción, solemos encontrarnos con dos tipos de situaciones, a las que llamaré:
  • Línea de tiempo única
  • Líneas de tiempo múltiples
Y cada una de estas situaciones, con dos versiones: la alterabilidad o no de los acontecimientos.

Vamos a comenzar por la versión más simple, la de línea de tiempo única. Un buen día, coges la máquina del tiempo que tienes en el garaje (así, porque sí), y te vas al pasado. Dependiendo de si suponemos la alterabilidad o no de los acontecimientos (dicho de otra forma, si el "destino" está escrito o no), tendrás que tener cuidado de no tocar nada. Bueno, por si acaso, no toques nada.

Si hay destino preescrito e inalterable, no hay problema. Como mucho, serás un mero espectador privilegiado de una historia que ocurrirá hagas lo que hagas. Pero, si la historia se puede alterar, entonces podría darse una paradoja (vuelves al pasado y matas a tu madre antes de que te tenga: no podrías haber nacido).

Sobre esto, dos cosas:
  1. "Paradoja" es una palabra muy fea, casi como "alcachofa", así que lo ideal es evitarlas.
  2. La versión más conocida es la de volver al pasado y matar a tu abuelo, pero creo que es más seguro si matas a tu madre. A saber si realmente ése era tu abuelo. Además, es mi blog y me lo follo como quiero.
En realidad, pensándolo un poco, aunque llegado al momento en el que tuvieras que nacer no fueras concebido, por el hecho de ya existir en el pasado pues... eso, que ya existirías. ¿Enrevesado? No tanto, si lo ves como un simple "teletransporte" sólo que, en lugar de en el espacio, todas tus moléculas se desplazan en el tiempo. Ya estás allí, y nada debería poder "hacerte desaparecer". Así que podrías "disfrutar" (o padecer de) los cambios que hubieras efectuado.

La idea de múltiples líneas de tiempo quizá sea más intuitiva: si viajas al pasado, en cuanto haces un cambio (quizá el propio viaje ya se debiera considerar como cambio), divides la línea en dos. O, también podemos verlo como que existen múltiples líneas de tiempo y viajamos entre ellas (de nuevo, algo más similar a un "teletransporte" entre universos).

Aquí, si cambias las cosas en una de las líneas, ese cambio no tendría repercusión en las otras líneas. Es lo que ocurre en "Regreso al Futuro". Cogiendo como ejemplo a Terminator, no te serviría de nada volver al pasado para "salvar a la humanidad" (de tu línea temporal original) porque, como mucho, salvarías a la humanidad de la línea temporal a la que vas (bonito acto altruista, pero casi que para no arreglar nada "a los tuyos", no creo que montes semejante pitote).

El problema de Terminator es que trata de fundir los dos paradigmas: tanto John como Skynet existen (supuestamente) porque en el futuro alguien volvió para cambiar una guerra de ese futuro.

Esta línea presenta la modalidad "línea temporal única que no se puede modificar". Ha de ser así para que tanto John como Skynet pudieran existir siempre (en una visión de líneas múltiples, esto no se sostendría), y siempre haya un momento en el que se vean obligados a viajar al pasado. Visualizadlo como que, desde la creación del Universo, lo que tenía que pasar ya estaba dibujado así: __O__

La "cagada" del argumento, en este caso, es que todo envío de Skynet al pasado es fútil. Ha perdido. Siempre perdió, y debería saberlo.

P.D.: El título es de "La década contagiosa", de los inefables Académica Palanca.