28.5.05

Diálogo Filosófico I

Patágoras y Kallistus, maestro y discípulo, se hallaban no muy lejos del acantilado de Samos, caminando lentamente y charlando sobre algunas cuestiones filosóficas. La fresca brisa marina llenaba el aire vespertino con las fragancias de la costa. Tal y como solía hacer, Kallistus aprovechó una pausa en el paseo para formular sus dudas.

- Maestro...

- Dime Kallistus - contestó Patágoras, mientras contemplaba el horizonte.

- ¿Por qué los filósofos siempre hablan acerca de que hay que elegir el camino más duro?

Patágoras miró a su discipulo como quien está valorando si el pescado es lo suficientemente fresco. Luego le empujó por el acantilado.

23.5.05

Mi vida como un stormtrooper


La vida de un stormtrooper es dura. Mucho más dura de lo que os podéis imaginar.
Todo comienza cuando nacemos desde un bidón de aceitunas en salmuera. ¿Quién demonios querría nacer así? Es cierto que nos ahorramos el trauma de la salida por un conducto demasiado estrecho, pero... ¿qué hay del calorcito del cuerpo de una madre, del ritmo de sus latidos? Es normal que muchos salgamos ya de allí medio zumbados. Aparte de que, para la mayoría, es la última oportunidad para acercarse a unos genitales femeninos.
Luego nos hacen crecer a marchas forzadas. Que un mes estás jugando a montar bloques de construcciones y al siguiente ya estás comiendo un bollicao, y al siguiente tienes tu primera polución nocturna.
A los clonadores les viene bien, porque sólo tienen que estar recogiendo pañales sucios de diez millones de bebés durante un mes, pero imaginad la gracia que hace el olor a pies de diez millones de prepúberes, o diez millones de chavales en pleno ardor testosterónico y sin una chica cerca. Todos los baños atascados. Los espejos de los mismos chorreando del pus de los granos reventados de diez millones de adolescentes. Qué, ¿a que ya va dejando de sonar divertido?
Uno de los primeros problemas con los que nos encontramos (aunque es más bien un problema de los clonadores) es el de asignarnos un nombre único a cada uno de nosotros. Diez millones de nombres. Claro, para no calentarse la cabeza usan un generador secuencial de palabras pronunciables, y alguno de nosotros tiene la suerte de llamarse Pablo o Juan, pero imaginad la gracia del que le tocó "Alcachofa". "Alcachofa, ven aquí". "Alcachofa, haz esto". "Alcachofa, haz lo otro".
Que ésa es otra. Todo el puto día yendo de mandado de un sitio para otro. Que si hay que llevar a la pequeña mona verde a tal lugar, que si hay que proteger a esos capullos con linternas (digo yo, si son tan buenos y tan poderosos, ya podrían aprender a cuidarse solitos)...
Hablando de los caballeros Jedi (por aquí corre un chiste sobre el aspecto de alguno de ellos, al parecer provocado por la dependencia de algún tipo de drogas; a esos le llamamos los "camellos Jedi"), hemos llegado a la conclusión de que la única utilidad real de la Fuerza es abrir y cerrar puertas. Y nosotros contamos con sensores de proximidad para hacerlo, de forma que tampoco nos llevan mucha ventaja.
En el rato en el que no estamos haciendo de criados, tampoco tenemos mucho en lo que ocupar nuestro tiempo libre. Empatamos en todos los deportes, terminamos en tablas en todas las partidas... es un infierno.
La gente suele decir "qué guay, clones, ahora podéis hacer intercambio de novias sin que se den cuenta". Sí, sí, qué divertido, qué bien. Pero, ¿qué novias? Aquí la única carne que vemos es en las duchas. Que, por cierto, con tanta clonación, han salido unas cuantas remesas de soldados digamos... "raritos". Los llamamos cariñosamente "los mariclones". Son fácilmente distinguibles por el color rosita tirando a lila de su equipamiento.


Como uno de ellos te diga lo de "uy, se me ha caído el jabón", corre. Corre, y no mires atrás.
Es dura la vida de un stormtrooper.

Revelación

Al principio sólo existía un grupo de entidades que reposaban eternamente en la Nada. Una de estas entidades, conocida como Yhw, albergaba oculto un ansia de poder que le llevaba a envidiar las capacidades de los demás entes. En especial, la del Hacedor de Luz.
Sembró discretamente la discordia entre el resto de entidades, ganando adeptos a su causa y malmetiendo contra el Hacedor, al que impuso el mote de Lucifer.
Hacía tiempo que el Hacedor había decidido comenzar un proyecto de Amor y Vida, una Criatura distinta de ellos con la que pudieran tener un entretenimiento digno de sus capacidades.
Llegó el momento que Yhw y sus secuaces, a quienes había comprado con la falsa promesa de dominar la creación del Hacedor, habían estado esperando: justo en el instante en el que Lucifer comenzaba a crear la semilla de luz de la que surgiría todo, Yhw lanzó su ira contra él.
No cogió a Lucifer por sorpresa; en su infinita sabiduría, éste había alertado a sus amigos, que acudieron prestos a la reciente lucha titánica.
Los cómplices de Yhw ganaban en número y prestaciones a los de Lucifer, pero él suplía la falta de recursos con sus ingentes poderes. Se hizo paso a través del grupo de Yhw para llegar hasta él, que sintió miedo y trató de huir. Lucifer le dio caza, lo retuvo utilizando gran parte de su poder y estuvo a un paso de aniquilarlo. En el último momento, su misericordia extrema le impidió ejecutar una acción tan cruel. Hábilmente, Lucifer contrajo su tropa sobre él. Debilitado, Lucifer no pudo oponer resistencia a la suma de fuerzas de sus cómplices.
Entonces, Yhw dispuso que Lucifer y sus amigos quedarían encerrados en una parcela de dolor separada de la Irrealidad, condenados a ver crecer la obra de Lucifer bajo el dominio irresponsable de Yhw y sus secuaces.
Estos comenzaron por dejar el proyecto sin concluir, sólo siete días después de su comienzo. El Universo entero sería demasiado costoso de mantener, así que decidieron que se conformarían con dominar un solo planeta.
Desde su exilio forzoso, Lucifer trataría en vano de alertar a las pequeñas criaturas mortales de ese planeta acerca de la voluble y peligrosa voluntad de Yhw. Éste les había cegado en una tormenta de falsas apariencias, de cultos y de miedo, y no dudaba en repeler las muestras de poder de Lucifer pintándolo como un demonio ante sus ojos.
El resto de la historia, ya la conocéis.

20.5.05

Ya no fumo más (Esta mañana me he levantado...)

Él apenas podía respirar. Su edad rondaba los cuarenta y muchos, pero su aspecto estaba muy demacrado y parecía mayor. Estaba rodeado de sueros y tubos, el más aparatoso saliéndole de la traqueotomía practicada en el centro del cuello. Tenía el camisón azul de enfermo completamente desabrochado, mostrando las vendas del abdomen.
Su mujer le contaba a mi padre que la extracción del bazo había ido bien, pero que después había tenido complicaciones en la operación, por causas derivadas de su tabaquismo.
Mi padre la miraba a ella. Ella miraba a mi padre. El enfermo la miraba a ella. Yo veía al enfermo gesticulando con los labios, tratando de llamar su atención. Le pasaba algo en la boca. Sus ojos se abrían mucho y se volvían vidriosos. Le aviso de que necesita su ayuda, y ella enseguida coge un pañuelo y se lo acerca a la boca. Él prepara una bola de saliva viscosa. —Como se ahogaba, le han tenido que poner respirador —comenzó a explicar ella—, y ahora se le reseca la garganta y se le acumulan los mocos, así que tengo que estar al tanto de limpiárselos, para que no se atragante con ellos.
Hace calor, es pleno verano. Aquella maldita habitación da al oeste y lleva recibiendo el sol durante toda la tarde. El aire acondicionado no funciona bien, y la atmósfera es bastante densa. Los segundos pasan lentos.
Muy lentos.
Hay muchos periodos de silencio, en el que simplemente miramos cómo ella le limpia periódicamente la boca. El único ruido es el burbujeo del humidificador del suministro de oxígeno.
Él no puede hablar, pero forma palabras con los labios. Mi padre le había dicho que la gente no piensa en estas cosas cuando fuma, y que el tabaco no puede traer nada bueno. Él le da toda la razón, y le asegura que no piensa fumar nunca más. La conversación deriva por parte de su mujer sobre la cantidad de cigarros que él fumaba, y cómo ha ido deteriorándolo poco a poco, pero que aunque alguna vez había intentado dejarlo, el vicio siempre había sido más fuerte.
Mientras ella habla, él da boqueadas parecidas a las de un pez fuera del agua. Se está ahogando. Le pide a ella que llame al otorrino. "El otorrino", forma con la boca una y otra vez. "Llama al otorrino". Ella, resignada, le insiste en que los domingos el otorrino no está por ahí, que no se ponga nervioso y sea paciente. Que el respirador está funcionando y no puede ahogarse. Lo llamarán el lunes.
Yo comienzo a ser capaz de masticar el aire. Tampoco me entra, es espeso y caliente. Lo intento por la nariz, y nada. Abro la boca para ayudarme, pero no la abro demasiado para no parecer una falta de respeto por el paciente, que la tiene también de par en par sin que su problema mejore.
Una lágrima resbala por sus ojos, se desliza por la mejilla y oscurece un pequeño círculo de la funda de la almohada. "Yo ya no fumo más", dibuja con la boca. Después boquea de nuevo e insiste: "Me ahogo, el otorrino". Ella no puede hacer más que enjugarle las lágrimas y limpiarle la saliva con mocos de la boca.
El mundo comienza a volverse de color amarillo. El borboteo del oxígeno, el calor vibrante de la ventana, el aire pesado entrando intermitentemente en su laringe con un estertor que me recuerda a alguien arañando una tumba desde dentro...
Necesito respirar, por primera vez en mi vida me estoy mareando por la visita a un enfermo.
Mascullo a mi padre la excusa de que voy a por una botella de agua, y salgo por piernas al pasillo. Mi diafragma está tenso, pero los pasos me ayudan a relajarme y, por fin, las cosas dejan de dar vueltas y noto correr por mi garganta el aire que el hombre de la habitación no puede conseguir.
Cojo la botella de agua. Bebo. Pocas veces algo tan simple puede reportar un alivio tan grande. Respiro. Respiro otra vez. Estoy respirando, es algo maravilloso. Pero hay que volver, y por el camino de vuelta puedo notar sin problemas cómo la temperatura vuelve a ascender. 28º, 29º, 30º... allí dentro, con las cuatro personas y el sol dando en la ventana, calculo que hay fácilmente 35º. La humedad eleva la sensación térmica.
Él sigue llorando, boqueando y moqueando en silencio. Ella tiene la vista perdida en el infinito. Debe de estar cansada: por lo que cuenta, llevan así tres días seguidos. Ninguno de los dos ha podido dormir.
Para mi satisfacción, es hora de marcharnos. Mi padre le dice que no pierda el ánimo, que se recuperará, y que hay que cuidarse más. Él vuelve a repetir que después de eso, ya no fuma más. Internamente, recuerdo cada vez que un amigo o una amiga que fuma me han dicho "de algo tenemos que morirnos". Elevo una súplica a los dioses para que una asfixia lenta no intervenga en la mía. Quiero algo rápido e indoloro, por favor.
Nos vamos de allí. No quiero ni pensar en todo el sufrimiento que está viviendo él y al que está arrastrando a su familia.
Al menos cumplió su promesa: no volvió a fumar. Murió tres días después.

14.5.05

'Que te cagas' (A veces pasan cosas)

"En este mundo de mierda, nadie sin cagar se escapa; caga el pobre, caga el rico, caga el cura y caga el Papa"

Tamaño derroche de sabiduría popular me hace preguntarme en cuántos de los momentos más tensos de la Historia (y de la historia), el protagonista o los protagonistas tendrían esa molestísima sensación de querer irse por la pata abajo e intentarían no hacerlo.
Me imagino, por ejemplo, a Gengis Khan, Alejandro Magno o Napoleón antes de entrar en alguna de sus épicas batallas. Debe de ser digno de elogio poder mantener la compostura en esas situaciones (tanto ellos como los soldados).
Nadie debería reprochar un fracaso de otra persona que se encontrara en esas circunstancias. Un piloto de Fórmula 1 en la gran final, un astronauta en su primer salida, un estudiante en su sexta convocatoria de Ampliación de Matemáticas...
Sólo superado por algunos cataclismos como tsunamis, huracanes, terremotos o actividad volcánica inesperada, un apretón puede resultar la fuerza más devastadora de la Naturaleza.
Y es que, se mire como se mire, "un apretón es un apretón". Es una excusa universalmente válida que todos debemos aceptar sin miramientos.

Mirando atrás (A veces pasan cosas)

¿Qué cambiarías de tu pasado si pudieras? Es la típica pregunta tópica que todos hacen y que nos han hecho a todos en algún momento de nuestras vidas (y si no, te la hago a ti mismo ahora).
Una respuesta bastante sensata es que no cambiarías nada, que si ahora mismo eres como eres es por el camino que has recorrido. Por lo general, a la gente le suele gustar ser como es (si no, simplemente cambiaría de forma de ser, nadie se lo impide).
Lo malo es que como no puedes conocer con exactitud las consecuencias de algún posible cambio en el pasado, tampoco tienes nada con qué comparar; aquel trabajo que rechazaste, aquella pareja con la que cortaste, la carrera que decidiste hacer, aquella vez que te decidiste por uno u otro, ¿cómo habría sido?
Puede que no tenga sentido preguntárselo, ya que no podemos cambiar nada de ese pasado ni podemos comparar. No es tampoco algo que me quite el sueño.
Las cosas que a veces pasan, lo suelen hacer de forma tan continua y leve que no nos damos cuenta de que nuestra realidad y la realidad que quisiéramos haber construido son muy diferentes. Este tipo de [intro|retro]spección no se da nada a menudo. Tal vez en algún entierro o algún suceso lo bastante contundente como para sacudir la continuidad del pasar de las cosas.
¿Qué ocurriría si un día te das cuenta, de repente, de que la decisión o decisiones que tomaste en un momento de tu vida no fueron las acertadas? Te encontrarías en una vida que no te gusta, tal vez a unas alturas (casado con alguien que no te llena, atado a unos hijos a los que no quieres hacer daño, estancado en un empleo que aunque no te motiva, te permite 'asegurar' un plato en la mesa, etc.) en las que ya no hay marcha atrás (sin arriesgar a quedarte totalmente solo y sin poder acceder a ningún trabajo), y donde el único camino que queda es seguir con lo mismo de siempre y rezar por que se te olvide que eres consciente de la situación.
Suena horrible, ¿verdad?
No os preocupéis, soy un exagerado. La buena noticia es que, como decía al principio, normalmente al mirar atrás no renunciaríamos a nuestros errores. La mala: que tal vez no valga más acierto conocido que error por conocer, o error conocido que acierto por conocer.
Al final, lo único que se va con nosotros es lo que recordamos y sentimos.

10.5.05

Comer solo (Esta mañana me he levantado...)

Hacía bastante tiempo que no comía solo. Hace unos años, no era demasiado extraño en mí; iba a por un bocadillo o un par de napolitanas, una botella de agua o un bote de coca-cola, y sentado en algún banco de la entrada de la universidad miraba la gente (bueno, las chicas) que pasaba durante los tres o cuatro minutos que me duraba la comida.
Desde el curso pasado suelo comer con algunos compañeros (la mayor parte de las veces, con gente de clase; cuando ellos no están, siempre he encontrado a amigos en alguno de los otros campus con los que comía). Hoy no ha sido así, la gente con la que me apetecía comer se ha ido a sus respectivas casas, y después de patearme todas las cantinas no he encontrado a nadie que se quedara a comer. Así que he acabado comiendo solo, con una sensación de aburrimiento extremo (encima he comido con mucha parsimonia, creo que por primera vez en mi vida sin que nadie me lo pidiera), viendo la gente (bueno, las chicas) que estaban por la cantina y pensando que aquell@s individu@s que han estado trabajando por "socializarme" un poco más, han tenido éxito en este campo. Los he echado de menos.
Bon profit.

9.5.05

Nos quitarán la libertad (Esta mañana me he levantado...)

Acabo de leer este artículo de mi tocayo, y justo después entro en la web de Jorge Cortell para leer apesadumbrado lo siguiente. No haré comentarios:


"Sutil" caza de brujas: Jorge Cortell ya no imparte clases en la UPV

[Aviso: lo primero dejar claro que los responsables de los dos Programas de Master donde impartía clases me han tratado siempre de maravilla y son personas estupendas a las que aprecio de verdad. Espero que no se molesten por publicar esta conversación, pero el resultado de la misma no se entendería de otra manera.]

Tenía que pasar. La única duda era el cómo.

Poco después de mi conferencia "maldita", recibí una llamada telefónica de una persona del Master diciéndome que teníamos que hablar porque se había recibido una llamada del rectorado "recomendando" que no siguiese dando clases en esta universidad. Me pidieron que no me preocupara, pero que, mientras tanto, eliminase cualquier referencia a la universidad en mi web (buena forma de hacer que no me preocupe).

Así que al día siguiente, aprovechando que tenía que impartir clase de Comercio Electrónico en el Master Multimedia, fui a hablar con ellos.

Entended que son mis amigos, así que ni daré nombres ni detalles. Pero yo doy fe, y el que dude algo de lo que digo que me lo comunique y le daré las pruebas o explicaciones que necesite.

Me sorprendió la odisea de intentos de silenciamiento de la conferencia anunciada (hasta que vieron que no se podía, o incluso no se debía para evitar males mayores, hacer nada). Pero ¿recomendar que se me desvincule como sea de la universidad después de haber impartido la conferencia, aunque a buen seguro sin haberla escuchado? ¿A caso dije algo que no fuera correcto, o hice algo que no debiera? ¿Hubo allí alguien de rectorado para juzgarlo? ¿Por qué no se me ha explicado "cual es el problema" todavía? ¿Por qué no quieren hablar conmigo? ¿Quizá por temor a contagiarse de espíritu de libertad de expresión, o de cuestionamiento del orden establecido?

Volviendo a la conversación de esta tarde. Primero hemos hablado de la conferencia que impartí ayer, y me han transmitido su opinión (que al ser personal me la reservaré para no causarles problemas). No obstante nadie me ha podido indicar un sólo problema con su contenido. Hemos estado de acuerdo en que ya ha pasado, y no hay ningún problema con ella.

Pero, acto seguido me han relatado dos llamadas de rectorado en las que les habían "recomendado" ("con un tono 'borde' la primera, más directa la segunda") que yo no siguiese impartiendo clases en dichos Masters. La idea ya se me había pasado por la cabeza (después de vivir el "acoso y derribo" el día de la conferencia por parte de la propia universidad que me paga para que enseñe a los mismos alumnos que vinieron a la conferencia, estaba considerando el dimitir), pero no ha hecho falta que me lo piense mucho. Si no soy bien aceptado por los responsables de la Universidad, o mi presencia incomoda, entonces no es lugar para mí. Yo sólo quiero estar donde sea bienvenido (sea mi empresa, mi universidad, mi casa, o mi país). Si no se me quiere, yo me voy, que siempre habrá un lugar, u otras personas, con las que encaje.

En esa segunda llamada del rectorado (todo medias tintas, no sé si es el mismo rector, u otra persona/s) parece ser que terminó diciendo a la persona responsable de los Masters "la decisión es tuya, tú sabrás lo que haces".

No he necesitado oir más para entenderlo. Y quiero que todo el mundo lo entienda también: si me quedo, esa persona pasa a ser responsable de tener un "indeseable" en la institución. Y ya se sabe lo que es contrariar a un superior (muy superior) en un organismo público.

Esa(s) persona(s) son mis amigos. Gente a la que quiero bien, y que me apoyan. Por eso mismo no puedo "arrastrarlos conmigo" y permitir que, por pretender quedarme con mi trabajo y en mi posición, ellos sufran las consecuencias. Así que entre sus "hombre, tampoco es para tomárselo así" y "creo que deberíamos dejar pasar un tiempo y ver qué pasa" dichos con la boca pequeña, he entendido que debía de irme para no causarles los problemas que les podría causar el que me quedase.

Pero, si no quiero involucrarlos, ¿por qué cuento todo esto? Pues porque quiero que quede claro que yo estaba muy a gusto dando clases en el Master, que conozco a mucha gente maravillosa en la UPV, y que me encanta lo que hacía. Que no me voy (y bien lo saben los que me conocen) porque quiera. Pero no osarán decir "despedido" o "es una orden, no vuelvas", porque me lo tendría que decir directamente el rectorado, y ha quedado bien patente que no se atreven a hablarme directamente y a la cara, porque saben que no he hecho nada malo ni dicho nada que no sea verdad.

A su vez, me niego a mantenerme en silencio (como una amiga de la universidad me ha recomendado), hasta que todo pasase. Porque entonces un día algún trámite burocrático, o un papel mal tramitado, o una reducción de presupuesto, o vaya-usted-a-saber-qué-excusa-ponen-esta-vez me dejase sin poder darles clases a mis alumnos. Los entresijos del poder que llaman. Todos tienen demasiado que perder (o eso creen), todos deben demasiados favores, y al final "todo queda en casa". Pero con esa actitud de oscurantismo sólo se fomenta la esclerosis en un sistema caduco e involucionista que enquista a una oligarquía (sea burocrática, económica o del tipo que sea) en el poder, perpetuando un mecanismo maquiavélico de represión y miedo que queda siempre a la sombra. Y mientras, la opinión pública venerando a sus sacrosantas instituciones y sus iluminados líderes.

Pues conmigo no funciona así. Sólo espero que esto no le cause ningún problema a nadie más (de hecho, por eso "dimito").

Y a mis alumnos: sabed que siempre podéis contar conmigo, esté "dentro" o esté "fuera". No os dejaré colgados.

No quiero protestas, peticiones de dimisiones, o nada por el estilo. No es que tenga miedo de qué más me puedan hacer (estoy seguro que al grupo de presión que está extorsionando a altos cargos de la universidad no le bastará con conseguir que me vaya de la universidad, querrán desprestigiarme, causarme problemas, e intimidarme). Sino que he entendido que eso no solucionará nada. Pero sí espero que esto sirva para una cosa: para quitaos la venda de los ojos y sepáis en manos de quién está la cultura, la educación, el dinero y el poder. Para que sepáis qué es lo que les importa y cómo actúan. Y, recordadlo, para que actuéis en consecuencia.

Ni lo han entendido ni lo entenderán. A mí no me callarán ni muerto, porque está la red, que sois vosotros. Ahora no podéis decir que nadie os lo había contado.

8.5.05

La última visita (Esta mañana me he levantado...)

Hace más de un año de esto, pero guardo el recuerdo como si aún estuviera allí, en la habitación de mis abuelos, acompañado de los familiares que habían venido a visitarlo desde Melilla (su tierra natal). Era la hora de marcharse; el hermano y el primo de mi abuelo, cada cual con su progresivo deterioro físico, se despedían de él, también bastante desmejorado.
No era una despedida cualquiera: los tres sabían que era muy probable que fuera la última vez que se iban a volver a ver. Las lágrimas, ya de por sí tristes en cada despedida, adquirían un sabor mucho más amargo. Ésta no era una despedida más; era la despedida.
Mi abuelo murió pocas semanas después. Sigo echando de menos la alegría andaluza que le insuflaba a la vida, incluso en sus peores momentos, y sigo encontrando reflejadas en mí las trazas del artista que llevaba por las venas.
Casi nunca sabemos con certeza si una despedida será la última. No sé si es una maldición o un regalo.

Al circo

Ayer volví a ir al circo; me pagaron lo de costumbre.

5.5.05

Cuando la libertad es un privilegio II (Esta mañana me he levantado...)

O "con dos pares de huevos".
Esta vez sí me voy a extender. Me ha parecido extraño que ningún otro "planetero" se haya hecho eco aún de lo que ha pasado hoy en la Universidad Politécnica de Valencia. Jorge Cortell se propone dar una charla acerca de por qué compartir ficheros sin ánimo de lucro con el P2P NO ES ILEGAL, haciendo una "demostración práctica". Reserva en dicha universidad (en la que trabaja) el aulario oportuno y avisa públicamente de lo que pretende hacer. A partir de aquí, todo se convierte en un concurso de "a ver quién consigue callarlo", en el que el rector de dicha universidad queda en bastante mala posición (me pregunto hasta qué punto se ha echado atrás por las irregularidades del centro al recibir las presiones de ciertas sociedades generales, y hasta qué punto no se debería exigir justamente ahora una inspección por tales motivos).
Al final termina dando una señora charla de cinco horas en el único lugar donde parecen admitirle: la cafetería del ágora de la universidad, conectando el ordenador al enchufe del microondas...
Curiosamente, pese a que podrían haber intervenido judicialmente contra él, no lo han hecho. ¿Por qué? Vuélvase a leer la negrita.
En fin, colegas, que este hombre está ahora mismo en el punto de mira de gente a la que está molestando mucho. Podría ser que sus días como profesor en dicha universidad terminaran con el curso presente, y que le intenten tocar las narices también en alguno de los negocios que lleva. Se está jugando la vida (puede sonar muy melodramático, pero no sé hasta qué punto hablo en sentido literal, los accidentes ocurren...) por intentar que la gente de a pie abra los ojos, que se resista a ser tratada como delincuentes, que sea consciente de que compartir ficheros sin ánimo de lucro con el P2P NO ES ILEGAL.

Si alguien quiere agradecer personalmente al rector de la universidad su apoyo incondicional a que sigamos en la ignorancia respecto a temas tan trascendentales como el acceso libre y legal a la cultura, ahora tiene la ocasión de hacerlo:

Juan Juliá Igual
rector@upvnet.upv.es

Otros datos de contacto del equipo rectoral:
www.upv.es/informa/equipo_rectoralv.html

Y en cuanto a Jorge, moveremos cables para ver si se puede repetir el evento en una zona menos extorsionable (¿la UJI? Ya decepcionó un poco la ausencia de representantes durante la manifestación contra las patentes de Software).

Quienes aún sepan leer, en la web de Jorge tienen disponible para descargar el material de la conferencia en la UPV: http://jorge.cortell.net

Pasapalabra.



4.5.05

Cuando la libertad es un privilegio (Esta mañana me he levantado...)

O "de cómo hay gente a la que le interesa que no sepamos que podemos hacer cosas que ellos dicen que no podemos hacer".
No me extenderé, simplemente visitad http://jorge.cortell.net y asistiréis al espectáculo de la censura en directo a alguien que puede desmontarles el circo...

Suerte, Jorge. La necesitarás.