1.1.07

Canciones de (des)amor y otras cosas que pasan (A veces pasan cosas)

Hay cientos de miles de canciones por ahí fuera, flotando por el ciberespacio, o en forma de CDs, vinilos, etc.

Algunas pueden servir para tomarse un buen baño relajante con espuma y la tenue luz de varias velas (piensa durante un instante, y dime con quién te lo tomarías). Otras, para echar un polvo (y, dentro de esta categoría, cientos de subtipos para otros tantos cientos de subtipos de formas de echar un polvo).

También están las canciones de ventanilla, de las de "chico deja a chica y va viajando con la mirada perdida en el infinito mientras rememora los viejos buenos tiempos pasados con ella, mientras ella hace lo propio en algún lugar donde esté lloviendo".

Otras van muy bien para bailar lentamente, dejando que cada cuerpo se amolde al de la pareja, absorbiendo todo su espíritu en la tranquila inmensidad de un solitario Universo.

Algunas canciones deberían venir con holograma de serie o con una película integrada, al igual que algunos comentarios no deberían perderse nunca en la noche de los tiempos ni el limbo de los datos.

Además, alguna fuerza mística debería de ser capaz de llevarnos por la vida encontrándonos con esas canciones desconocidas que, una vez las escuchas, sólo puedes pensar cómo has sido capaz de vivir hasta ese momento sin conocerlas.

Voces rasgadas, armonías que te llevan al trance, melodías minimalistas... la vida de cualquier persona se puede resumir en un conjunto de canciones. Lo único que ocurre es que, a menudo, esa misma persona desconoce qué canciones son, y necesita cruzarse con otras que se lo vayan desvelando, paso a paso, hasta llegar a subirse al tren en el que encontrarse a uno mismo.

Suena "Downtown Train", de Tom Waits. Feliz año.

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