4.9.05

Sálvese quien pueda

Caricias furtivas en el asiento trasero de un coche. Les conducen a un futuro separados y éste es el único regalo de despedida que pueden hacerse. Cada pequeña ondulación de la yema de sus dedos puede sentir las suavidades y asperezas de la otra piel. Notan sus dedos cálidos y levemente sudados, y por un momento se sienten violentos, como si hicieran el amor (un amor prohibido) ante un millar de ojos extraños. Separan sus manos.
Sus respiraciones se deceleran poco a poco. El coche sigue adelante.
Se preguntan cómo será su vida sin el otro. Los dedos vuelven a entrelazarse, apenados. Ahora la fusión es más íntima: podrían jurar que notan hasta los pequeños campos electromagnéticos de la superficie de la piel de su compañero.
¿A dónde irá toda esa magia? La lágrima que les abandona es la única que conoce la respuesta.
El coche se detiene. Ahora tienen que bajar y seguir caminos distintos. Se miran por última vez, y es amor lo que ven en los ojos de la otra persona. Saben que es el último error que cometen juntos, y que pagarán por él durante el resto de sus días.
Ya nunca estarán ahí para el otro. Sálvese quien pueda.

3 comentarios:

Mars Attacks dijo...

Lo siento, lo he vuelto a hacer.

Anónimo dijo...

Tú y tus orgasmos literarios :P

Anónimo dijo...

pues a mi me encantan! Sigue compartiéndolos. Siempre es agradable compartir un orgasmo aunque sea literario je je