No va de deportes. Va de la sensación que probablemente más me molesta en esta vida. Tal vez a más de uno os resulte familiar:
Tienes diez mil millones de cosas que hacer, pero sacas un ratito para ir a la peluquería; estás harto de que los cazadores de autógrafos te confundan con Chewbacca. Calculas que tardarás como una hora, pero al llegar te encuentras con cinco personas esperando. Te apetece irte y volver otro día, pero como eres un cacho perro y ya has salido de casa (y no veas el frío que hace) prefieres entrar y esperar. Tardas veinte minutos en devorar el periódico. La otra hora y media simplemente miras al infinito y recuerdas que una vez pensaste en escribir sobre los tiempos muertos.
Tiempos muertos como los largos viajes en tren que me marcaba para ver a la que me alegraba la vida por aquel entonces. A menos que llevara un libro realmente entretenido, complementado con el último número de "El Jueves" (y a veces ni aún así), el viaje se llegaba a hacer eterno. Al ir, porque me moría de ganas de verla enseguida. Al volver, porque la perspectiva de pasar otro mes (o quizá más) lejos de ella hacía que el tiempo se eternizase. Y eso sin contar las muchas veces que Renfe me tocó la moral (señores de Renfe, querer hacer negocio me parece bien, pero ante todo me gustaría recordar que somos personas) y me dejó en tierra durante varias horas por un billete con la fecha mal dada y teniendo que pagar otro, con el agravante de ser mi cumpleaños, de haber un sitio libre en ese tren, de no tener ni siquiera un libro, de sentir a mi chica cada vez más lejos de mí física y sentimentalmente...
También siento esa sensación cada vez que tengo que desplazarme en coche a Castellón para alguna cosa. Enseguida son 20 minutos de trayecto de ida y otros tantos de vuelta (si tienes suerte) más lo que te cueste aparcar. Si voy de copiloto y es de noche, me importa menos: nunca me canso de ver las estrellas, repasar constelaciones y mitología, saludar a la luna y soñar despierto con otros mundos y otras realidades. Pero claro, si conduzco yo... otro día colgaré un relatito al respecto para que mis múltiples fans, a quienes les agradezco todas esas cartas que estoy esperando recibir, disfruten de él.
En definitiva: me mata no tener el control sobre las cosas que me gustaría poder hacer en el tiempo de mi vida. Me encanta leer, sí, y trato de llevar siempre uno o dos libros a mano en todo momento. Pero a veces no me apetece, o simplemente no puedo hacer ni eso. Me mata sentir que estoy malgastando involuntariamente un tiempo precioso que podría dedicar al 3D, a la lectura, a la escritura, a charlar con alguien, a dormir, a ducharme tranquilamente, a aburrirme, a no hacer nada, a ver una película, a estudiar, a cualquier cosa que me apeteciera en ese momento.
Me vuelve bastante agresivo "tener que" ir a un lugar u otro a hacer algo (por ejemplo, limpiar de virus y troyanos un Windows XP; si fuera algo que me encantara no usaría Debian Linux), o no poder hacer algo porque haya gente rondando a mi alrededor (o la típica persona inoportunísima que decide que se aburre y no tiene nada más que hacer que compartir su aburrimiento hablando contigo, justo cuando preferirías estar a cinco mil años luz de cualquier cosa que atufara a tecnología para poder concentrarte en lo que estás haciendo).
Así que si estoy huraño y ladro, tenéis un 95% de probabilidades de acertar qué me pasa. Sabedme disculpar, es mi kriptonita: no soporto a los "vampiros del tiempo", y odio el Tiempo Muerto.
Tienes diez mil millones de cosas que hacer, pero sacas un ratito para ir a la peluquería; estás harto de que los cazadores de autógrafos te confundan con Chewbacca. Calculas que tardarás como una hora, pero al llegar te encuentras con cinco personas esperando. Te apetece irte y volver otro día, pero como eres un cacho perro y ya has salido de casa (y no veas el frío que hace) prefieres entrar y esperar. Tardas veinte minutos en devorar el periódico. La otra hora y media simplemente miras al infinito y recuerdas que una vez pensaste en escribir sobre los tiempos muertos.
Tiempos muertos como los largos viajes en tren que me marcaba para ver a la que me alegraba la vida por aquel entonces. A menos que llevara un libro realmente entretenido, complementado con el último número de "El Jueves" (y a veces ni aún así), el viaje se llegaba a hacer eterno. Al ir, porque me moría de ganas de verla enseguida. Al volver, porque la perspectiva de pasar otro mes (o quizá más) lejos de ella hacía que el tiempo se eternizase. Y eso sin contar las muchas veces que Renfe me tocó la moral (señores de Renfe, querer hacer negocio me parece bien, pero ante todo me gustaría recordar que somos personas) y me dejó en tierra durante varias horas por un billete con la fecha mal dada y teniendo que pagar otro, con el agravante de ser mi cumpleaños, de haber un sitio libre en ese tren, de no tener ni siquiera un libro, de sentir a mi chica cada vez más lejos de mí física y sentimentalmente...
También siento esa sensación cada vez que tengo que desplazarme en coche a Castellón para alguna cosa. Enseguida son 20 minutos de trayecto de ida y otros tantos de vuelta (si tienes suerte) más lo que te cueste aparcar. Si voy de copiloto y es de noche, me importa menos: nunca me canso de ver las estrellas, repasar constelaciones y mitología, saludar a la luna y soñar despierto con otros mundos y otras realidades. Pero claro, si conduzco yo... otro día colgaré un relatito al respecto para que mis múltiples fans, a quienes les agradezco todas esas cartas que estoy esperando recibir, disfruten de él.
En definitiva: me mata no tener el control sobre las cosas que me gustaría poder hacer en el tiempo de mi vida. Me encanta leer, sí, y trato de llevar siempre uno o dos libros a mano en todo momento. Pero a veces no me apetece, o simplemente no puedo hacer ni eso. Me mata sentir que estoy malgastando involuntariamente un tiempo precioso que podría dedicar al 3D, a la lectura, a la escritura, a charlar con alguien, a dormir, a ducharme tranquilamente, a aburrirme, a no hacer nada, a ver una película, a estudiar, a cualquier cosa que me apeteciera en ese momento.
Me vuelve bastante agresivo "tener que" ir a un lugar u otro a hacer algo (por ejemplo, limpiar de virus y troyanos un Windows XP; si fuera algo que me encantara no usaría Debian Linux), o no poder hacer algo porque haya gente rondando a mi alrededor (o la típica persona inoportunísima que decide que se aburre y no tiene nada más que hacer que compartir su aburrimiento hablando contigo, justo cuando preferirías estar a cinco mil años luz de cualquier cosa que atufara a tecnología para poder concentrarte en lo que estás haciendo).
Así que si estoy huraño y ladro, tenéis un 95% de probabilidades de acertar qué me pasa. Sabedme disculpar, es mi kriptonita: no soporto a los "vampiros del tiempo", y odio el Tiempo Muerto.
4 comentarios:
Je, je. A mi me pasaba lo mismo, odiaba "perder el tiempo" haciendo una cola o viajando en tren. Ahora he cambiado de actitud. Creo que esos "tiempos muertos" son un regalo de valor incalculable que hay que aprovechar. Normalmente me siento muy ocupado trabajando, haciendo la comida, charlando con los amigos... Los tiempos muertos, para mi, son la oportunidad ideal de pensar sin prisas, de reorganizar la cabeza, de madurar ideas, de repasar las cosas que me quedan por hacer...
Sí, ya sé que a veces son demasiado largos. Entonces simplemente intento disfrutar de estar donde me encuentre. Aunque no siempre es fácil, claro.
Bueno, así ha salido esto. Siempre los ocupo divagando o simplemente disfrutando del sano vicio de observar, pero como bien dices, llega un punto en el que hasta te cansas de eso. Y a veces es que ni puedes pensar en otras cosas, porque te tienen ocupado haciendo algo que no quieres hacer, ni puedes intentar disfrutar de donde estás porque por muy masoca que seas, es imposible disfrutar de la desinfección de un windows XP (a menos que sea con fuego, y en cantidad).
Y entonces es cuando mi presión arterial comienza a subir...
Con mi Tiempo Muerto me refiero exactamente a ése en el que no hay nada que quieras hacer y puedas, ni puedas hacer y quieras.
Un saludete.
¿Habéis leído el libro "Momo" de Michael Ende? Si no es así os lo recomiendo, habla magníficamente del tiempo, de ladrones de tiempo y otras maravillas de la imaginación humana.
PD. !Os lo puedo dejar si queréis¡
Sí, quiero. Por cierto, qué chungo eres poniendo al revés los signos de admiración xD
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