Con la letra de una preciosa canción de Queen, recuerdo al mirar la fecha que hace un año que The First, The Last, My Everything (también alias The One o "mi medio melón") me mandó a paseo. A partir de ahí, la segunda ley de la termodinámica ha imperado en mi vida; he paseado por mi lado más oscuro, he sentido más dolor del que creía que se podía soportar, he llegado a pensar que me iba a deshidratar con tanta lágrima, he pasado noches en gris, días en gris, tardes en gris y, en general, toda mi vida ha sido más gris desde entonces.
Ver desmoronarse todos los planes de futuro que has montado con la mayor de las ilusiones, con la esperanza y las ganas de trabajarlo para que saliera adelante, sentir que todas esas imágenes de tu vida se oscurecen hasta alcanzar un negro abisal, vertiginoso, es una situación altamente angustiosa.
Encontrar un vacío donde antaño hubieran risas, miradas cómplices, besos, cariño, comprensión y mucho amor, simplemente es una tortura.
Ser trompetista y saber que eso que en los ataques de ansiedad no te deja respirar, que está rígido como una tabla y te asfixia, que te duele como si te hubieran pegado una patada, es tu diafragma, no es un alivio.
La sensación de que ya todo da un poco igual, sin embargo, tiene un toque de liberación. No compensa, desde luego, pero ahí está. Te da igual suspender exámenes, ya no tendrás que acabar el curso limpio para irte a estudiar con ella el siguiente, ya ni siquiera tendrás que acabar la carrera pronto para trabajar cuanto antes y tratar de independizarse rapidito. Te da igual hasta que caiga una roca gigante sobre el planeta y nos destruya, o que Bush nos arrastre a una vorágine de sangre y acabemos todos muertos. Le ves el lado amable a la muerte: paz perpetua, dejar de sufrir, dejar de sentirte mal de una maldita vez.
Aprendes cosas, muchas cosas. Aprendes que lo imposible está en la cabeza de las personas, que la ilusión en la pareja es cosa de dos, pero que cada cual debe trabajar para mantenerla. Que si algo falla, cuanto antes se diga para tratar de arreglarlo mejor, sin esperar a que sea demasiado tarde y sólo quede tiempo para lamentarse.
Aprendes que a veces, cuando notas que recibes menos de lo que te gustaría, compensas dando más. Que esto suele ser contraproducente y acaba haciendo que la otra persona dé menos aún y se entre en una espiral viciosa (y probablemente fractal). Aprendes que tan malo es dar poco como dar de más, que fuiste un soberano gilipollas por darle tanta importancia a cosas que no la tenían, un perfecto estúpido al no saber ver las señales (o a no querer verlas, o un poco de cada), y un estupendo imbécil al pensar que "sólo" por amar de verdad y darlo todo, por decir todo lo que te gusta y lo que te molesta, ninguna relación puede ir mal.
Aprendes que a Murphy no lo parió una madre, sino que vino desde otra dimensión a través de una convergencia espaciotemporal en forma de agujero de gusano infinitamente estrecho y alargado (casi podríamos decir oblongo). Que no todo está en nuestras manos, que la ley de Amdahl se puede aplicar también a las parejas: un componente de la pareja sólo puede aportar al conjunto una mejora de como mucho su nivel de participación.
Que las sociedades se disuelven, los proyectos se esfuman, lo que quedó atrás (fotos, relatos, omnipoliedros, recuerdos, libros, películas, canciones) pesa como plomo en un traje de buzo sin escafandra.
Aprendes que algunos sufren cuando se dan cuenta de lo que han perdido, pero que ser consciente de lo que vas a perder antes de hacerlo es todavía mayor. Y ver un pasado en el que tuviste casi tres años de felicidad e ilusión alejarse, y ver venir a una especie de monstruo amorfo de un color gris oscuro que lo infecta todo, un horror.
Te das cuenta de que a otra gente todo parece irle bien, aunque pase olímpicamente de su pareja, aunque ni siquiera sepa su dirección de correo, aunque difícilmente pueda valorar los infinitos preciosos matices que su pareja puede ofrecerle, aunque en su lista de prioridades su pareja esté por ahí abajo.
Te preguntas si es que eso es lo normal, si en una relación la importancia que le das a la pareja es inversamente proporcional a la probabilidad de que te deje (aunque tengo bastante claro que la estabilidad brilla por su ausencia). Les odias en silencio, les compadeces, si es que queda algo de compasión que no hayas malgastado ya en ti mismo. Al fin y al cabo, ellos tienen a alguien que les espera y a quien pueden esperar. Alguien en quien pensar cada mañana al levantarse y justo antes de acostarse, con quien estar a lo largo del día y en quien soñar por la noche. Aunque no lo hagan. Aunque malgasten todo eso.
A veces te parece que estás comenzando a levantar cabeza, que la vida te vuelve a sonreír. Pero sólo para comprobar que no, que en realidad se estaba riendo de ti. De vuelta a la ciénaga.
Las canciones cobran un sentido inesperado hasta el momento: "Cada historia", de Presuntos Implicados; "No ha parado de llover", de Maná; "How I am supposed to live without you" de Michael Bolton; "Lo ves", de Alejandro Sanz. Mientras la tocas al piano y las lágrimas resbalan silenciosas por tus mejillas (pudo ser y no fue, porque la vida es como es, nos dio la vuelta del revés) y te preguntas una y otra vez qué hiciste mal, qué va a ser de ti, por qué te dejó, si cambiarán las cosas o si algún día podrás volver a sentir algo así por alguien.
Con el tiempo aprendes que muchas de esas preguntas no tienen respuesta. Más que no tenerla, quien la tenga no te la querrá dar. Con un poco más de tiempo, descubres que la respuesta a la última es que sí. Pero eso no cambia las cosas, porque también descubres que, cuando creías que nada podía ir a peor, estabas muy equivocado.
Feliz Anaversario, preciosa. Espero que todo haya sido para mejor.
Ver desmoronarse todos los planes de futuro que has montado con la mayor de las ilusiones, con la esperanza y las ganas de trabajarlo para que saliera adelante, sentir que todas esas imágenes de tu vida se oscurecen hasta alcanzar un negro abisal, vertiginoso, es una situación altamente angustiosa.
Encontrar un vacío donde antaño hubieran risas, miradas cómplices, besos, cariño, comprensión y mucho amor, simplemente es una tortura.
Ser trompetista y saber que eso que en los ataques de ansiedad no te deja respirar, que está rígido como una tabla y te asfixia, que te duele como si te hubieran pegado una patada, es tu diafragma, no es un alivio.
La sensación de que ya todo da un poco igual, sin embargo, tiene un toque de liberación. No compensa, desde luego, pero ahí está. Te da igual suspender exámenes, ya no tendrás que acabar el curso limpio para irte a estudiar con ella el siguiente, ya ni siquiera tendrás que acabar la carrera pronto para trabajar cuanto antes y tratar de independizarse rapidito. Te da igual hasta que caiga una roca gigante sobre el planeta y nos destruya, o que Bush nos arrastre a una vorágine de sangre y acabemos todos muertos. Le ves el lado amable a la muerte: paz perpetua, dejar de sufrir, dejar de sentirte mal de una maldita vez.
Aprendes cosas, muchas cosas. Aprendes que lo imposible está en la cabeza de las personas, que la ilusión en la pareja es cosa de dos, pero que cada cual debe trabajar para mantenerla. Que si algo falla, cuanto antes se diga para tratar de arreglarlo mejor, sin esperar a que sea demasiado tarde y sólo quede tiempo para lamentarse.
Aprendes que a veces, cuando notas que recibes menos de lo que te gustaría, compensas dando más. Que esto suele ser contraproducente y acaba haciendo que la otra persona dé menos aún y se entre en una espiral viciosa (y probablemente fractal). Aprendes que tan malo es dar poco como dar de más, que fuiste un soberano gilipollas por darle tanta importancia a cosas que no la tenían, un perfecto estúpido al no saber ver las señales (o a no querer verlas, o un poco de cada), y un estupendo imbécil al pensar que "sólo" por amar de verdad y darlo todo, por decir todo lo que te gusta y lo que te molesta, ninguna relación puede ir mal.
Aprendes que a Murphy no lo parió una madre, sino que vino desde otra dimensión a través de una convergencia espaciotemporal en forma de agujero de gusano infinitamente estrecho y alargado (casi podríamos decir oblongo). Que no todo está en nuestras manos, que la ley de Amdahl se puede aplicar también a las parejas: un componente de la pareja sólo puede aportar al conjunto una mejora de como mucho su nivel de participación.
Que las sociedades se disuelven, los proyectos se esfuman, lo que quedó atrás (fotos, relatos, omnipoliedros, recuerdos, libros, películas, canciones) pesa como plomo en un traje de buzo sin escafandra.
Aprendes que algunos sufren cuando se dan cuenta de lo que han perdido, pero que ser consciente de lo que vas a perder antes de hacerlo es todavía mayor. Y ver un pasado en el que tuviste casi tres años de felicidad e ilusión alejarse, y ver venir a una especie de monstruo amorfo de un color gris oscuro que lo infecta todo, un horror.
Te das cuenta de que a otra gente todo parece irle bien, aunque pase olímpicamente de su pareja, aunque ni siquiera sepa su dirección de correo, aunque difícilmente pueda valorar los infinitos preciosos matices que su pareja puede ofrecerle, aunque en su lista de prioridades su pareja esté por ahí abajo.
Te preguntas si es que eso es lo normal, si en una relación la importancia que le das a la pareja es inversamente proporcional a la probabilidad de que te deje (aunque tengo bastante claro que la estabilidad brilla por su ausencia). Les odias en silencio, les compadeces, si es que queda algo de compasión que no hayas malgastado ya en ti mismo. Al fin y al cabo, ellos tienen a alguien que les espera y a quien pueden esperar. Alguien en quien pensar cada mañana al levantarse y justo antes de acostarse, con quien estar a lo largo del día y en quien soñar por la noche. Aunque no lo hagan. Aunque malgasten todo eso.
A veces te parece que estás comenzando a levantar cabeza, que la vida te vuelve a sonreír. Pero sólo para comprobar que no, que en realidad se estaba riendo de ti. De vuelta a la ciénaga.
Las canciones cobran un sentido inesperado hasta el momento: "Cada historia", de Presuntos Implicados; "No ha parado de llover", de Maná; "How I am supposed to live without you" de Michael Bolton; "Lo ves", de Alejandro Sanz. Mientras la tocas al piano y las lágrimas resbalan silenciosas por tus mejillas (pudo ser y no fue, porque la vida es como es, nos dio la vuelta del revés) y te preguntas una y otra vez qué hiciste mal, qué va a ser de ti, por qué te dejó, si cambiarán las cosas o si algún día podrás volver a sentir algo así por alguien.
Con el tiempo aprendes que muchas de esas preguntas no tienen respuesta. Más que no tenerla, quien la tenga no te la querrá dar. Con un poco más de tiempo, descubres que la respuesta a la última es que sí. Pero eso no cambia las cosas, porque también descubres que, cuando creías que nada podía ir a peor, estabas muy equivocado.
Feliz Anaversario, preciosa. Espero que todo haya sido para mejor.
8 comentarios:
Me ha llamado la atencion el titulo, siempre que escucho esa canción me imagino la escena en la que Connor McLeod habla con Brenda Wyatt en un bar, iniciando la conversación con lo de "Vas mucho por el Madison?" :P
Sobre tu post... si ya se que hace pupa pero esto es como una resaca. Te volveras a enamorar, luego te volvera a doler y asin sucesivamente hasta que encuentres a la buena. (^-^)
Por cierto se te ha olvidado mencionar que Murphy necesita especia melange para viajar.
No sé cómo es una resaca, pero si es así, me alegro de no beber.
Una ronda de espaciolina asimoviana para todos, que de especia ya no nos queda.
Sin duda alguna uno de los mejores "Posts" que has colgado.
>"Aprendes cosas, muchas cosas. >Aprendes que lo imposible está en >la cabeza de las personas, que la >ilusión en la pareja es cosa de >dos, pero que cada cual debe >trabajar para mantenerla. Que si >algo falla, cuanto antes se diga >para tratar de arreglarlo mejor, >sin esperar a que sea demasiado >tarde y sólo quede tiempo para >lamentarse."
La intuición sobre lo que "parece que va mal" suele ser el mejor faro para alejar el buque "Relación" de estrellarse contra los acantilados. El cambio de rumbo, cuánto más inmediato y certero, mejor.
>"Aprendes que a veces, cuando >notas que recibes menos de lo que >te gustaría, compensas dando más. >Que esto suele ser >contraproducente y acaba haciendo >que la otra persona dé menos aún >y se entre en una espiral viciosa >(y probablemente fractal).
Así sólo consigues desequilibrar la balanza del posible sufrimiento más hacia tu lado. Uno cree que está haciendo que la relación funcione, pero en el fondo, la relación acabas siendo tú solo.
>Aprendes que tan malo es dar poco >como dar de más, que fuiste un >soberano gilipollas por darle >tanta importancia a cosas que no >la tenían, un perfecto estúpido >al no saber ver las señales (o a >no querer verlas, o un poco de >cada), y un estupendo imbécil al >pensar que "sólo" por amar de >verdad y darlo todo, por decir >todo lo que te gusta y lo que te >molesta, ninguna relación puede >ir mal."
Generalmente decir lo que te gusta y lo que te molesta (o odias) suele ser por lógica lo que ayuda a que la relación funcione. Las mujeres no son lógicas. Cuanto más digas aquello de "Me gustaría que hicieras esto" o "No me gusta lo otro" o "Odio esta actitud", más ganas le van a entrar a tu pareja de hacerlo.
"Aprendes que algunos sufren cuando se dan cuenta de lo que han perdido, pero que ser consciente de lo que vas a perder antes de hacerlo es todavía mayor."
Ser consciente de que algo va a ir mal, ya es penoso. Pero desde luego cuando sufres y sabes que aún va a ser peor, que la autopista del sufrimiento no tiene muchas salidas hasta que no llegas al final y que el precio que has pagado no corresponde con la comodidad del viaje,te planteas seriamente si no valía la pena haberte quedado donde estabas, si no hubiera sido mejor evitar ese viaje. Creeme muy posiblemente todo irá a mejor.
Ánimo tío... por otro lado, siempre existe "Lo Bueno de Seguir Soltero" ---> http://fbenedetti.blogalia.com/historias/8607
(¿Leerá ella este post?)
Gracias por los comentarios. Es divertido el post sobre la soltería, aunque pelín estereotipado ;)
El viaje estuvo muy bien y no me arrepiento en absoluto. Fue demasiado breve y no me dejó en el destino que yo quería, pero no había sido tan feliz en mi vida que durante el trayecto.
Tal vez la pérdida de la ilusión, de la inocencia, de esa magia de la primera chica, sea lo que más me dolió en su momento. También sé que se puede recuperar, pero sólo con la persona adecuada. Y dejó el listón tremendamente alto.
Sí, estoy seguro de que lo leerá, es una lectora nata (y escritora chocolata). Fue mi medio melón, ¿recuerdas? ;)
Un saludo a todos, y enhorabuena a los que sigan creyendo en la magia.
Me gusta ver que te lo tomas con "filosofía" :-)
Eso significa que no necesitarás mis servicios ;^P
P.D: Sí, ese post era estereotipado, además ya no estoy de acuerdo con él, pero vaya, era el que tenía a disposición y tal...
Sencillamente... impresionante.
He perdido la cuenta de las veces que he leido este post.
Me alegro de haber encontrado tu blog ( por cierto, no es tan dificil, y no soy de Aditel ).
Desde aqui te animo a que sigas escribiendo.
SuNsHiNe
PD: He conseguido acabar a Bender ;-)
^_^ me vais a ruborizar. A ver si me marco algo más alegre un día de estos, que cualquiera que me lea pensará que me paso el día quejándome del mal de amores, y esto no es así: normalmente dedico cinco o seis minutos cada jornada para otras cosas.
Un saludo cibernético a todos. Me alegro por lo de Bender, lástima que se nos quedara en el tintero la colocación de esqueletos y la animación básica de los mismos. Pero en fin, en los apuntes que repartimos creo que explicaba la forma de hacerlo con Blender 2.25, y no ha cambiado demasiado, se puede seguir bien. Seguid practicando, la práctica hace al maestro ;)
Y con respecto al blog... como se suele decir, stay tunned.
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