Cogerla de la mano... quién le diría seis meses antes que iba a estar con una mujer así, con esa recién conocida del canal de trivial del IRC hispano que tanto le atraía. A casi trescientos kilómetros parecía imposible. A ella le parecía imposible, a él sólo todo lo imposible que ellos quisieran (como la mayoría de cosas en esta vida).
Y ahora tenía su mano, la que tenía una pequita justo en el centro, bien atrapada entre las de él. Jugueteando a darse pequeños apretones que significaban un "te quiero" cómplice y silencioso.
Él no tenía prisa, quería que ella estuviera segura de lo que quería hacer. Que estuviera segura de que los labios de él fueran a ser sólo para ella, sellando así su relación con ella hasta el fin de sus días.
Por eso le pilló tan de sorpresa. Antes de un minuto, mientras empezaban a caminar, ella se giró casi en un salto y le plantó un potente beso que le dejó temblando y sin palabras, clavado en la arena.
-Más -fue lo poco que pudo balbucear cuando el espíritu le volvió al cuerpo.
Se rió, le abrazó, y ésta vez le permitió ser completamente consciente de cómo había sido el primer contacto de unos labios ajenos. Suave, tierno y a la vez pasional, casi eléctrico.
Mientras seguían caminando rodeándose las cinturas, la sensación de esa presión sobre ellos no se le iba de la cabeza. Durante un buen rato, probaron con mayor o menor fortuna aquél nuevo juego al que la vida les invitaba a jugar. Los primeros choques de dientes fueron muy divertidos, y sabían que podrían seguir jugando hasta que ellos quisieran.
Disfrutando de una sensación de felicidad total, se le pasó por la cabeza una frase de "Los Inmortales": «Maldito español, no me preparaste para esto...».
Y ahora tenía su mano, la que tenía una pequita justo en el centro, bien atrapada entre las de él. Jugueteando a darse pequeños apretones que significaban un "te quiero" cómplice y silencioso.
Él no tenía prisa, quería que ella estuviera segura de lo que quería hacer. Que estuviera segura de que los labios de él fueran a ser sólo para ella, sellando así su relación con ella hasta el fin de sus días.
Por eso le pilló tan de sorpresa. Antes de un minuto, mientras empezaban a caminar, ella se giró casi en un salto y le plantó un potente beso que le dejó temblando y sin palabras, clavado en la arena.
-Más -fue lo poco que pudo balbucear cuando el espíritu le volvió al cuerpo.
Se rió, le abrazó, y ésta vez le permitió ser completamente consciente de cómo había sido el primer contacto de unos labios ajenos. Suave, tierno y a la vez pasional, casi eléctrico.
Mientras seguían caminando rodeándose las cinturas, la sensación de esa presión sobre ellos no se le iba de la cabeza. Durante un buen rato, probaron con mayor o menor fortuna aquél nuevo juego al que la vida les invitaba a jugar. Los primeros choques de dientes fueron muy divertidos, y sabían que podrían seguir jugando hasta que ellos quisieran.
Disfrutando de una sensación de felicidad total, se le pasó por la cabeza una frase de "Los Inmortales": «Maldito español, no me preparaste para esto...».
No hay comentarios:
Publicar un comentario