Porque cada historia que escribimos no es más que eso, un relato que nos contamos a nosotros mismos en algún momento. Como la de aquél hombre que dejó a su mujer y a su hijo para embarcarse en una búsqueda espiritual, a fin de descubrir la Felicidad.
Tras pasar doce años en los lugares más recónditos del mundo, cayó en la cuenta de que no existía "la Felicidad", pero podía ser feliz con las personas a las que amaba; personas a las que, precisamente, había perdido al lanzarse a esa búsqueda. Ellos ya habían rehecho su vida sin él, tratando de sobrellevar mejor el trayecto en esta bonita nave espacial azul.
Tras pasar doce años en los lugares más recónditos del mundo, cayó en la cuenta de que no existía "la Felicidad", pero podía ser feliz con las personas a las que amaba; personas a las que, precisamente, había perdido al lanzarse a esa búsqueda. Ellos ya habían rehecho su vida sin él, tratando de sobrellevar mejor el trayecto en esta bonita nave espacial azul.
3 comentarios:
No me cuadra, si era feliz con ellos por qué se preguntaba sobre La Felicidad? No sería tan feliz sino más bien se conformaba con lo que tenía.
A mí no me preguntes, yo no estaba. Supongo que el mundo está lleno de imbéciles.
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