Algunos estudios dicen que el amor "romántico" dura tres años (y de ahí la crisis de libro de los tres años). Otros estudios dicen que sólo doce meses. Alguno incluso se atreve con seis. Estas cosas dan que pensar, principalmente, acerca de a qué dedica el tiempo libre la gente. Y, de forma secundaria, sobre estos resultados.
Por simple etología, podríamos viajar al nivel de las respuestas hormonales, a nuestro instinto a la hora de escoger a una pareja que consideramos apta para reproducirnos y perpetuar la especie. Quizá el amor a primera vista pueda entrar en esta categoría, el amor quinceañero, en el que nos quedamos prendados de una persona por la gran baza evolutiva de tener unos ojos azules tirando al gris de una puesta de sol en el mar en un día ligeramente nublado. Puede que los rollos de una noche de verano en las discotecas también encajen aquí. Y me arriesgaría a añadir a los desesperados que dicen que sí a la primera oportunidad que se les cruza por el camino.
Al cabo de un tiempo (probablemente mucho menos de doce meses si no te corresponden, e incluso aunque lo hagan), esas personas se vayan dando cuenta de que quizá esos ojos azules tirando al gris de una puesta de sol en el mar en un día ligeramente nublado no les "llenan" como pareja cuando uno está pensando en la recesión económica de Nueva Guinea durante el segundo tercio del siglo XIX y el otro en qué sombra de ojos combina mejor con el bolso nuevo. O cuando uno necesita simplemente recibir una palabra bonita y el otro irse de fiesta con los amigotes.
Si hay suerte, esto ocurre incluso antes de que esos extraños seres llamados "padres" se enteren de que a su progenie le llama el instinto gregario. Con un poco menos de suerte, ocurre con toda una vida montada de la que es casi imposible escapar: casados, con hijos, trabajos, dos hipotecas y una play station. Y diez años de cansancio acumulado de más como para emprender de nuevo la aventura del querer.
Esos estudios, volviendo a ellos, hablan del amor romántico. El de la sonrisa de gilinamorado, pasarse día y noche pensando en la persona amada, escribirle cosas bonitas, hacerle regalos, y toda la filosofía de blog escrita hasta la fecha. Puede que la pareja elegida, pese a no ser la persona que más fuego daría a su relación, sea un "buen partido" y tras la pasión inicial (o su ausencia), quede un remanso de monotonía (y por lo tanto, sensaciones ya conocidas y no del todo desagradables; la seguridad de lo ya visto). Quizá pondría la mano en el fuego de que un altísimo porcentaje de relaciones se definirían (al preguntarles) con un "no estamos mal".
Y por otro lado, para finalizar con un buen sabor de boca, están esas estúpidas personas a las que no les importa lo más mínimo que el amor romántico dure tres años, doce meses o una semana, porque han elegido bien, y se saben capaces de volver a enamorarse cada día de esas pequeñas cosas que convierten el mundo de todos y de siempre en algo completamente cómplice y particular. Mi enhorabuena a los premiados.
En cualquier caso, sed felices.
Por simple etología, podríamos viajar al nivel de las respuestas hormonales, a nuestro instinto a la hora de escoger a una pareja que consideramos apta para reproducirnos y perpetuar la especie. Quizá el amor a primera vista pueda entrar en esta categoría, el amor quinceañero, en el que nos quedamos prendados de una persona por la gran baza evolutiva de tener unos ojos azules tirando al gris de una puesta de sol en el mar en un día ligeramente nublado. Puede que los rollos de una noche de verano en las discotecas también encajen aquí. Y me arriesgaría a añadir a los desesperados que dicen que sí a la primera oportunidad que se les cruza por el camino.
Al cabo de un tiempo (probablemente mucho menos de doce meses si no te corresponden, e incluso aunque lo hagan), esas personas se vayan dando cuenta de que quizá esos ojos azules tirando al gris de una puesta de sol en el mar en un día ligeramente nublado no les "llenan" como pareja cuando uno está pensando en la recesión económica de Nueva Guinea durante el segundo tercio del siglo XIX y el otro en qué sombra de ojos combina mejor con el bolso nuevo. O cuando uno necesita simplemente recibir una palabra bonita y el otro irse de fiesta con los amigotes.
Si hay suerte, esto ocurre incluso antes de que esos extraños seres llamados "padres" se enteren de que a su progenie le llama el instinto gregario. Con un poco menos de suerte, ocurre con toda una vida montada de la que es casi imposible escapar: casados, con hijos, trabajos, dos hipotecas y una play station. Y diez años de cansancio acumulado de más como para emprender de nuevo la aventura del querer.
Esos estudios, volviendo a ellos, hablan del amor romántico. El de la sonrisa de gilinamorado, pasarse día y noche pensando en la persona amada, escribirle cosas bonitas, hacerle regalos, y toda la filosofía de blog escrita hasta la fecha. Puede que la pareja elegida, pese a no ser la persona que más fuego daría a su relación, sea un "buen partido" y tras la pasión inicial (o su ausencia), quede un remanso de monotonía (y por lo tanto, sensaciones ya conocidas y no del todo desagradables; la seguridad de lo ya visto). Quizá pondría la mano en el fuego de que un altísimo porcentaje de relaciones se definirían (al preguntarles) con un "no estamos mal".
Y por otro lado, para finalizar con un buen sabor de boca, están esas estúpidas personas a las que no les importa lo más mínimo que el amor romántico dure tres años, doce meses o una semana, porque han elegido bien, y se saben capaces de volver a enamorarse cada día de esas pequeñas cosas que convierten el mundo de todos y de siempre en algo completamente cómplice y particular. Mi enhorabuena a los premiados.
En cualquier caso, sed felices.
5 comentarios:
Dedicado a todas las parejas que eligen la Navidad y el comienzo de Año como la mejor época para destruir todo en lo que una vez creyeron. Dedicado también a quienes se les acabó por olvidar hacer lo que les dictaran los sentimientos, y se tragaron sus temores e incomodidades hasta que fue demasiado tarde. Dedicado, por último, a los que ni siquiera tienen nada: al menos, les queda la oportunidad de escoger mejor la ¿próxima vez?
Sé feliz tú también, que al menos ya has aceptado que ningún amor de estos es para siempre.
Es increíble como la 'sonrisa de gilienamorado' no tarda nada en darse cuenta de lo poco que cuesta 'destruir todo en lo que una vez creyeron' y aprovechar la ocasión para... ¿darnos a elegir la próxima vez?
Quizá lo único que nos quede por elegir ahora es cómo pasar peor el resto de nuestros días... enhorabuena a los premiados y a los que hacen y deshacen con su amor lo que realmente quieren, por muy mal que nos venga a algunos.
«Quizá lo único que nos quede por elegir ahora es cómo pasar peor el resto de nuestros días...»
Una frase lapidaria donde las haya :) Digo yo que lo suyo será ver cómo pasarlo mejor a pesar de todo lo demás, ¿no?
Me acabo de quedar flipada.
Había entrado para cotillear (por cierto el link del agua se sale) y estoy flipando.
Me ha encantado.
saludos!
Me alegra que te guste, ¡es todo un honor viniendo de ti!
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