2.8.05

Sangyeng

El Gran Maestro Sun Tzu dejó dicho: "El que sabe cuándo puede luchar y cuándo no, saldrá victorioso."
Ella lo tenía presente; en ese momento sabía que no podía luchar, pero la batalla era inevitable. Cien carros rápidos de cuatro caballos se adelantaban a los cien pesados y al medio millar de armaduras y cascos, arcos y flechas, escudos, manteletes y carros de suministros que los seguían. Se aproximaban a toda velocidad, y bajo la lona de su campamento podía notar el temblor de tierra que provocaba.
Su alma también temblaba; todo había ido bien en las últimas campañas ya que, aún estando en inferioridad numérica, con la destreza y motivación de su gente, y sus planes de ataque rápido y retirada habían causado grandes daños al comandante enemigo. Y sólo por la traición de su subcomandante, que había sabido ocultarle a sus ojos enamorados su carencia de fe en el plan de Sangyeng, sólo por un solo hombre iban a recibir la más dura de las derrotas, pagando con cada gota de sangre las que en su día derramaran de otros.
El estruendo crecía. A través de la lona abierta de la tienda, podía ver la humareda apareciendo a lo lejos. Afuera, el griterío de aquellos que se dispersaban, asustados. Sin sus filas unidas en un propósito no había salvación posible. Su campamento estaba destinado a servir como botín.
Sangyeng se dio la vuelta, se arrodilló en el suelo y posó sus manos sobre sus rodillas, en posición de súplica. Elevó una plegaria a sus dioses por la vida de quienes no tardarían en ser apresados. Sus ojos, fijos en el infinito, recordaron por un momento el último beso del traidor, y su boca se entreabrió, como si quisiera repetirlo.
De un salto, desenfundó su katana y salió de la tienda. Sus mejores soldados continuaban allí, pero apenas eran veinte entre todos.
El Gran Maestro Sun Tzu dejó dicho: "El que comprende cómo luchar, de acuerdo con las fuerzas del adversario, saldrá victorioso."
El brillo de pesadumbre de su mirada se volvió en uno de esperanza, y sonrió.

5 comentarios:

Mars Attacks dijo...

Bueno, esto es lo que "me contaba" el último trabajo de Trinity, una grafista 3D como pocas en el mundo. En cuanto pueda enlazar la imagen desde algún sitio, os la pongo para que también disfrutéis del mismo ;)

Anónimo dijo...

Me la puedo imaginar en el campo de batalla rebanando cuellos, decidida y sanguinaria, mientras tiene una última mirada dulce de complicidad y compasión, de cariño o respeto quizá, hacia sus víctimas. Y me imagino a la víctima, herida de muerte, con una sonrisa en la comisura de sus labios pensando en que esta forma de morir es quizá lo mejor que le ha pasado en los últimos meses. Y mientras muere, extrañamente, se siente afortunado.

Cuando vi la imágen, no se por qué, me recordó al libro Seda, de Alexandro Baricco. Quizá por esos toques orientales, o por la historia misteriosa de amor que encierran sus ojos :)

Me gusta el relato. Un saludo ;)

Mars Attacks dijo...

Los maestros son lo peor, y si tienen pelos en la cabeza, más. Sólo se salvan dos o tres, que en realidad no iban para maestros pero se equivocaron de profesión. Maestros por equivocación.

Mars Attacks dijo...

http://rebecapuebla.blogspot.com/2005/08/sangyeng.html

Anónimo dijo...

Pero palma o no palma ?