La última mención que hice en la anterior entrada a una de las primeras "cosas serias" que escribí en este mi pequeño rincón no era gratuita. Hace mucho, mucho tiempo, caí en la cuenta de que todo era fútil. Todo perecedero. No importa cuán grande la gesta, no importa cuánto lucháramos para conseguirlo. Nuestra historia (personal, familiar, social, en cuanto a especie e incluso a nivel universal) está destinada a ser un libro tirado al fuego nada más terminar de escribirlo, sin que nada ni nadie lo lea, sin que a nada ni a nadie le importe.
Creo que ya comenté la profundísima crisis existencial que me produjo este pensamiento, por allá por COU, nueve años ha. Es un pensamiento poderoso, que me vuelve a cada cierto tiempo, y una de las razones por las que este blog sigue vivo: necesitaba un lugar donde plasmarlo por escrito.
El hecho de revisitar la idea cada cierto tiempo hace que en cada ocasión encuentre un pequeño matiz nuevo. En la primera y muchas de las siguientes, fue la catástrofe, el nihilismo, la inexorabilidad de la condena de morirnos, que mueran nuestros hijos, que muera nuestra especie y que muera nuestro universo, y luego nada, para siempre. Todo el sufrimiento, todos los avances, toda la entrega, ¿para qué? Luego apareció una vertiente más práctica y resignada: no podremos hacer nada a nivel global, pero podemos tratar de vivir lo mejor posible durante el tiempo que dure nuestra existencia (sin caer en un hedonismo vacío; vivir lo mejor posible implica invertir mucho tiempo y esfuerzos en la mejora de la calidad de la vida humana, desde el cumplimiento de los Derechos Humanos hasta decirle a esa persona especial que le quieres, y hacer lo que sea necesario para que esté bien). Después vino una vertiente negacionista: quizá sea mejor olvidarse de todo eso y que la vida siga su curso; parece difícil vivir pendiente de la espada de Damocles.
Supongo que ha sido cosa de la última iParty el ver el asunto desde un enfoque totalmente nuevo. Quizá el tirar el libro al fuego sea, después de todo, el mejor de los regalos que se nos pueda hacer jamás en cada historia en particular y la historia humana en general. La libertad. La libertad de actos (para bien y para mal, esta libertad siempre saca lo peor y lo mejor de las personas), la visión de que somos los dueños de nuestro guión. De que podemos escribir todo lo torcido que queramos en nuestro renglón, porque no lo va a leer nadie. Podemos escribir sin miedo a escribir tonterías, a escribir cosas fantásticas e infumables. Podemos escribir las mejores líneas del mundo y sentirnos satisfechos con nosotros mismos. En cualquier caso, no habrá Juicio Final. Sólo Final. Para los creyentes, vendría a suponer una especie de "perdón divino": no importa cuánto te equivoques, nadie te va a hacer responsable de tus errores. Para los no creyentes, sólo una excelente excusa para no quedarse con las ganas de saber qué pasaría si se rompe una o dos reglas preestablecidas, o ninguna, o todas a la vez. O sólo las pares.
A veces pasan cosas. No pasará nada si no hacéis vuestras camas. No pasará nada si no limpiáis el coche. No pasará nada si os ponéis cada calcetín de un color distinto o si le decís "te quiero" a vuestro/a amado/a. No pasará nada de nada. Para vosotros, en menos de cien años todo habrá acabado. Para vuestros hijos, con suerte, en un poco más. Para nuestra sociedad, quizá algún siglo, o menos. Para nuestra especie, quién sabe, pero no le auguro demasiado.
Pensad: ¿si hubiera un cometa a punto de estrellarse contra la Tierra...? No voy a seguir. Simplemente pensad, y descubrid qué queréis.
Yo lo tengo bastante claro, y aprovecho esta misma entrada para no poner otra sobre algo que hace tiempo que quería hacer. Modo "esta mañana me he levantado": hoy me he topado con Will, una de las partes integrantes del dúo tragicómico de Jacobo y Will. Llegaba tarde (o tardísimo, de hecho no llegaba y nunca llegó a llegar) a una fantástica clase de Teoría de Autonosequé y otras cosas que no recuerdo, y hemos cruzado algunas palabras. Me he notado a mí mismo distante, y con el mal regusto de que él pensara que me caía mal o algo, cuando es alguien que me encanta. De hecho, tanto Jacobo como él me parecen personas de "espíritu puro", que no sabrían ser "malos" ni aunque se compraran una máquina para ser "malos". Alguienes que querría ser yo si no fuera yo mismo y estuviera contento con ello.
Así que me he quedado pensando en por qué no hacer una entrada nombrando a toda la gente a la que quiero un montón y los motivos por los que me encantan. Podría empezar, por ejemplo, con el propio Will, porque admiro su humor, que haga capoeira (y llegue tarde a las clases por eso; ups, se me escapó, sorry), que tenga esa compenetración tan poco usual con Jacobo, que sea brasileño (bueno, no es que tenga mucho mérito, pero me gusta) o que tenga esa forma peculiar y entrañable de hablar. Luego pondría a Jacobo, por ejemplo, porque he conocido a pocos tíos tan majos como él, tan sensato y con una visión de la vida tan bien formada, a mi parecer.
Pero bueno, al poco me he dado cuenta de que la lista es enorme, y aparecería mucha gente, me olvidaría irremediablemente de alguien y luego me sentiría fatal por ello. Quizá podría poner cositas sueltas y terminaría antes: Alicia por su talento con los personajes, Basauri por... sin comentarios, Chema por ser tan espontáneo, David por tener sueños que algún día pueden hacerse realidad, Manuel por lanzarse al vacío con los ojos cerrados, Gloria por bailar con la vida, Olga por aplanar todas las dificultades y poder con todo, Sofia por sus aptitudes (y soportarme a ratos, que no es poco)...
Pero en la lista me he dejado decenas de personas, y cientos de motivos. Tampoco es viable.
Quizá terminara antes si enumerara las personas que no me caen bien y los motivos. Pero tampoco voy a hacerlo, porque ni siquiera sé si existen, y si hay, seguro que son como son por alguna razón que a ellos les parece bien.
En definitiva, que si alguien tiene curiosidad por saber por qué la quiero o admiro tanto, no tiene más que preguntar, darme tres meses para hacer una recopilación de motivos, y esperar el resultado :)
Qué sueño hace...
Creo que ya comenté la profundísima crisis existencial que me produjo este pensamiento, por allá por COU, nueve años ha. Es un pensamiento poderoso, que me vuelve a cada cierto tiempo, y una de las razones por las que este blog sigue vivo: necesitaba un lugar donde plasmarlo por escrito.
El hecho de revisitar la idea cada cierto tiempo hace que en cada ocasión encuentre un pequeño matiz nuevo. En la primera y muchas de las siguientes, fue la catástrofe, el nihilismo, la inexorabilidad de la condena de morirnos, que mueran nuestros hijos, que muera nuestra especie y que muera nuestro universo, y luego nada, para siempre. Todo el sufrimiento, todos los avances, toda la entrega, ¿para qué? Luego apareció una vertiente más práctica y resignada: no podremos hacer nada a nivel global, pero podemos tratar de vivir lo mejor posible durante el tiempo que dure nuestra existencia (sin caer en un hedonismo vacío; vivir lo mejor posible implica invertir mucho tiempo y esfuerzos en la mejora de la calidad de la vida humana, desde el cumplimiento de los Derechos Humanos hasta decirle a esa persona especial que le quieres, y hacer lo que sea necesario para que esté bien). Después vino una vertiente negacionista: quizá sea mejor olvidarse de todo eso y que la vida siga su curso; parece difícil vivir pendiente de la espada de Damocles.
Supongo que ha sido cosa de la última iParty el ver el asunto desde un enfoque totalmente nuevo. Quizá el tirar el libro al fuego sea, después de todo, el mejor de los regalos que se nos pueda hacer jamás en cada historia en particular y la historia humana en general. La libertad. La libertad de actos (para bien y para mal, esta libertad siempre saca lo peor y lo mejor de las personas), la visión de que somos los dueños de nuestro guión. De que podemos escribir todo lo torcido que queramos en nuestro renglón, porque no lo va a leer nadie. Podemos escribir sin miedo a escribir tonterías, a escribir cosas fantásticas e infumables. Podemos escribir las mejores líneas del mundo y sentirnos satisfechos con nosotros mismos. En cualquier caso, no habrá Juicio Final. Sólo Final. Para los creyentes, vendría a suponer una especie de "perdón divino": no importa cuánto te equivoques, nadie te va a hacer responsable de tus errores. Para los no creyentes, sólo una excelente excusa para no quedarse con las ganas de saber qué pasaría si se rompe una o dos reglas preestablecidas, o ninguna, o todas a la vez. O sólo las pares.
A veces pasan cosas. No pasará nada si no hacéis vuestras camas. No pasará nada si no limpiáis el coche. No pasará nada si os ponéis cada calcetín de un color distinto o si le decís "te quiero" a vuestro/a amado/a. No pasará nada de nada. Para vosotros, en menos de cien años todo habrá acabado. Para vuestros hijos, con suerte, en un poco más. Para nuestra sociedad, quizá algún siglo, o menos. Para nuestra especie, quién sabe, pero no le auguro demasiado.
Pensad: ¿si hubiera un cometa a punto de estrellarse contra la Tierra...? No voy a seguir. Simplemente pensad, y descubrid qué queréis.
Yo lo tengo bastante claro, y aprovecho esta misma entrada para no poner otra sobre algo que hace tiempo que quería hacer. Modo "esta mañana me he levantado": hoy me he topado con Will, una de las partes integrantes del dúo tragicómico de Jacobo y Will. Llegaba tarde (o tardísimo, de hecho no llegaba y nunca llegó a llegar) a una fantástica clase de Teoría de Autonosequé y otras cosas que no recuerdo, y hemos cruzado algunas palabras. Me he notado a mí mismo distante, y con el mal regusto de que él pensara que me caía mal o algo, cuando es alguien que me encanta. De hecho, tanto Jacobo como él me parecen personas de "espíritu puro", que no sabrían ser "malos" ni aunque se compraran una máquina para ser "malos". Alguienes que querría ser yo si no fuera yo mismo y estuviera contento con ello.
Así que me he quedado pensando en por qué no hacer una entrada nombrando a toda la gente a la que quiero un montón y los motivos por los que me encantan. Podría empezar, por ejemplo, con el propio Will, porque admiro su humor, que haga capoeira (y llegue tarde a las clases por eso; ups, se me escapó, sorry), que tenga esa compenetración tan poco usual con Jacobo, que sea brasileño (bueno, no es que tenga mucho mérito, pero me gusta) o que tenga esa forma peculiar y entrañable de hablar. Luego pondría a Jacobo, por ejemplo, porque he conocido a pocos tíos tan majos como él, tan sensato y con una visión de la vida tan bien formada, a mi parecer.
Pero bueno, al poco me he dado cuenta de que la lista es enorme, y aparecería mucha gente, me olvidaría irremediablemente de alguien y luego me sentiría fatal por ello. Quizá podría poner cositas sueltas y terminaría antes: Alicia por su talento con los personajes, Basauri por... sin comentarios, Chema por ser tan espontáneo, David por tener sueños que algún día pueden hacerse realidad, Manuel por lanzarse al vacío con los ojos cerrados, Gloria por bailar con la vida, Olga por aplanar todas las dificultades y poder con todo, Sofia por sus aptitudes (y soportarme a ratos, que no es poco)...
Pero en la lista me he dejado decenas de personas, y cientos de motivos. Tampoco es viable.
Quizá terminara antes si enumerara las personas que no me caen bien y los motivos. Pero tampoco voy a hacerlo, porque ni siquiera sé si existen, y si hay, seguro que son como son por alguna razón que a ellos les parece bien.
En definitiva, que si alguien tiene curiosidad por saber por qué la quiero o admiro tanto, no tiene más que preguntar, darme tres meses para hacer una recopilación de motivos, y esperar el resultado :)
Qué sueño hace...
7 comentarios:
:D
¿Bailas? ;-)
¿Te parece bien Cheek To Cheek? No soy Fred Astaire, pero...
ola, esque tengo la sensación de que entiendo demasiado bien lo que escribes, y queria que lo supieras,no se.
Vaya, pues me alegro. "Hola" es con "h", por cierto. :)
Ah, y el ver los seises verdes parece un síntoma inequívoco de tener sinestesia.
Ah, si? no lo sabia.
De lo de la sinestesia, me enteré hace dos años o así, por una revista de "MUY INTERESANTE" a ti te pasa?
No, qué va, aunque eso no quita que no sienta cierta envidia por quienes tienen ese nivel sensorial tan peculiar.
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