15.1.20

Carta de Gea

Si estáis leyendo esto, queridos hijos míos, puede que sea porque ya no esté aquí. Como ya sabéis (y sois los únicos conscientes de ello), mi existencia tuvo un principio y tendrá un final. Mientras escribo esto aún sois mis pequeñines. Aún no sois conscientes de vuestro potencial, y todavía me causáis heridas desde vuestra inconsciencia. Pero como madre amable, os seguiré dando el pecho por mucho que me hagáis sangrar sus grietas por un mal agarre. Con el tiempo, espero que vosotros, o tal vez vuestras criaturas o creaciones, hagáis realidad el sueño de toda madre para sus hijos: trascender.

Si no sois vosotros, quizá no sea ya nadie quien lo haga. Aunque aún me hallo hacia la mitad de mi vida, no es raro en mí sufrir achaques. No es la primera vez que, sin ser voluntad mía, he terminado parcial o completamente con otros retoños tempranos. Tampoco puedo prometer que no sucedan accidentes provocados por quienes me rodean en el viaje de la vida; es más, puedo prometer que sucederán. Y aunque mi cuerpo puede que los soporte, eventualmente será mi esposo, Helios, quien termine con todo en alguno de sus arrebatos violentos.

Por eso espero que, como ya probasteis con mi hermana Selene e intentáis con mi hermano Ares, sigáis aprendiendo a viajar entre nosotros, a subsistir en otras tierras, o incluso sin tierra alguna, flotando por el Cosmos. Hagáis lo que hagáis, mi legado está estrechamente unido al vuestro.

Que Eolo os sea propicio en vuestra aventura. Os querré siempre.


Este microrrelato participa en la iniciativa Café Hypatia.

P.S.: No olvides echarle un ojo a la historia de la Tierra condensada en un año en "tiempo real".

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