15.5.19

El único fruto del amor


En una preciosa terraza gallega de suelo granítico, la madre elevaba el tono de la discusión sobre la educación de su hijo.
–No puedes andar todo el día con el móvil por ahí, te va a freír el cerebro –dijo ella entre caladas nerviosas.
–Pero mamá, todo el mundo lo hace –le replicó él, aún con la boca medio llena del plátano de la merienda.
–Ni mundo ni munda. Que luego nos vienen los cánceres.

Este microrrelato participa en la iniciativa Café Hypatia, dejando de deberes para el lector encontrar los tres elementos radiactivos ocultos en él.

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