Everwood

Andy Brown es uno de los mejores neurocirujanos del planeta. Sus manos son consideradas como milagros por algunos. Vive en Nueva York, con su mujer Julia y sus dos hijos, Ephram y Delia, y no es precisamente lo que llamaríamos un padre ejemplar. Absorbido por su trabajo, con su matrimonio pendiendo de un hilo y perdiéndose todas las ocasiones familiares, su vida cambia cuando una fatídica noche, en la que como de costumbre vuelve a ensimismarse con su trabajo olvidándose de una

audición de piano de su hijo, la policía le avisa de que un accidente de tráfico ha acabado con la vida de su mujer cuando ésta se dirigía a la audición.

El mundo de Andy se desmorona. La fama, el dinero, nada tiene sentido para él, y por ello se embarca en un viaje de descubrimiento de sus hijos (que no entenderán el porqué de ese precipitado cambio) y de él mismo. El destino: Everwood. ¿Por qué Everwood? Porque una vez, Julia le contó que se había quedado atrapada en la estación de trenes de ese pueblecito durante una nevada, y le pareció tan precioso que decidió que, cuando muriera, su espíritu se quedaría allí.

Dicho y hecho. Contando con una fortuna lo suficientemente amplia como para no reparar en gastos durante muchísimos años, compra su antigua estación de tren, en ese momento en ruinas, y decide montar una consulta de cabecera gratuita, en un intento de expiar sus penas. De esta forma conocerá a su vecino de consulta, Harold Abbott, médico muy bien considerado en el pueblo tanto por su labor como la de su padre. También hará buenas migas con Nina, la propietaria de la casa vecina a la suya, por la que pronto sentirá algo más que devoción.


Por otro lado, Ephram, un joven retrotraído, pianista prodigioso y absolutamente freak, conocerá a su vez a la hija de los Abbott, la popularísima y encantadora Amy, caída en desgracia a raíz de un accidente que dejaría a su novio, Colin, en coma. Amy, inteligente y sabedora de las habilidades del padre de Ephram, inicia un acercamiento para pedirle su particular milagro. Pero, sin que estuviera en sus planes, algo surgirá entre los dos...


La mayoría de capítulos de Everwood está narrado al comienzo y al final por una voz en off, la de Irv Harper, a quien conoceremos más adelante en la serie. Su voz, la voz de la experiencia de un cuentacuentos, nos acerca sus reflexiones sobre la vida, el amor, los desencuentros, la felicidad...

A veces triste y a veces hilarante, siempre entretenida y romántica, con giros inesperados y con muchos, muchos momentos mágicos, Everwood es probablemente la serie con la música más cuidada que jamás he conocido. El que el benjamín de la familia sea un pianista superdotado es una magnífica excusa para regalarnos canciones para todos los gustos. En la banda sonora, cada personaje viene representado por un tema, o un instrumento. Hacen temblar de emoción la maravillosa simplicidad de algunos de los temas, la paz que transmiten (empezando por la música de cabecera) y, cómo no, la canción que Ephram compondrá para Amy.

Sin más, el "Ephram's Tragic Flaw":

The more things change, the more they stay the same. I'm not sure who the first person was who said that. Probably Shakespeare, or maybe Sting. But at the moment, it's the sentence that best explains my tragic flaw: my inability to change.

I don't think I'm alone in this. The more I get to know other people, the more I realize it's kind of everyone's flaw.

Staying exactly the same for as long as possible, standing perfectly still. It feels better somehow. And if you are suffering, at least the pain is familiar.

Because if you took that leap of faith, went outside the box, did something unexpected...who knows what other pain might be waiting out there? Chances are it could be even worse.

So you maintain the status quo, choose the road already traveled, and it doesn't seem that bad, not as far as flaws go. You're not a drug addict, you're not killing anyone...except maybe yourself a little.

When we finally do change, I don't think it happens like an earthquake or an explosion, where all of a sudden we're like this different person. I think it's smaller than that. The kind of thing most people wouldn't even notice unless they looked really, really close. Which, thank God, they never do.

But you notice it. Inside you, that change feels like a world of difference, and you hope that it is... That this is the person you get to be forever. That you'll never have to change again.

Ephram Brown.