31.3.25

Hallelujah

La puerta de la casa de Rubén se entreabrió perezosamente, mientras él guardaba las llaves en el bolsillo con idéntico humor. Con el ascensor estropeado desde hacía una semana, subir aquellos siete pisos eran una tortura diaria.

Entró en el pequeño y tétrico apartamento, más oscuro que de costumbre por la mezcla de la escasa iluminación exterior y lo plomizo de un cielo abigarrado de nubes de lluvia, que empezaban a descargar entre ocasionales rayos.

Del pasillo de la entrada llegó en tres pasos al comedor, algo más iluminado por un pequeño balcón que daba a la calle, pero tampoco mucho más. El día, ya casi noche, se mostraba tan tenebroso como sus pensamientos. Era su cumpleaños, y no le había importado a nadie. No lo había recordado ni su pareja, ni sus padres, ni a sus allegados del trabajo. Estaba pasando una muy mala etapa y aquello era el clavo definitivo en su ataúd mental.

Por acto reflejo, puso la radio, donde empezaba a sonar un tema de Geri Halliwell. No creía en las señales, pero ese día iba a hacer una excepción. No quiso ni pensarlo: abrió el balcón, y saltó.

En la habitación, todos aguardarían aún unos minutos, parapetados tras la cama con sus gorros y matasuegras, sin atreverse a salir a ver por qué Rubén tardaba tanto.

Esta entrada participa en la iniciativa Divagacionistas.

15.3.25

De cero a uno

Miniaturización

Enormes habitaciones,
con cables y válvulas de vacío,
en chips como un grano de sal.

Redes

Jamás a solas:
la conexión al mundo
en tu bolsillo.


Cuántico

Pequeños qbits,
millones procesando
el universo.


Estos scikus participan en la iniciativa Café Hypatia.

24.2.25

Desesperado

La noticia de su cáncer de páncreas avanzado fue demoledora, pero iba a ser tan solo el principio de un reguero de catastróficas desdichas: lo siguiente, en cuanto en la compañía se enteraron, sería perder el trabajo, solo para sumirse en una profunda depresión que le costaría de paso también a su pareja y perder a su hijo junto con ella; acto seguido, buscaría refugio, olvido y perdón en la bebida, y junto a sus nuevas y malas compañías, terminaría perdiendo todos sus ahorros en una apuesta al póker con la que precisamente buscaba, barajando el peor de los escenarios, dejar cubierta a su familia.

Habiendo conseguido en su lugar dejarlos aún más en la miseria con unas cuantas deudas por cubrir, por si fuera poco, estamparía el coche volviendo completamente borracho a una casa de la que iban a acabar echándole en unos meses por no poder pagar la hipoteca.

En un momento de lucidez, sujetándose el brazo dislocado, rebuscó unos papeles en la cómoda. Luego, se dirigió a la ventana.

—Bueno, al menos no llueve —pensó, subiéndose al alféizar tras comprobar que su seguro de vida seguía vigente.

Al final, lo último que le quedaba por perder no era la esperanza, que ya había perdido hacía mucho, sino el humor.


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15.2.25

Suelo de cristal

—A ver, Adhara, que toca escribir sobre el papel de la mujer y la niña en la ciencia. ¿Qué es lo que más te gusta de la ciencia?
—Los juegos —dice, sin apartar su mirada de su partida de ping-pong en la Wii.

Sin duda, hay muchísima ciencia en los videojuegos. Y me recuerda a las escasísimas mujeres que conozco en el ámbito de la programación (de videojuegos y en general) tras casi veinte años dedicado profesionalmente a ellos. A pesar de que posiblemente sea de los campos donde mayor ha sido su contribución a la creación y auge del propio campo. Y eso me recuerda a un evento reciente de inversión en proyectos relacionados, con diez empresas explicando sus ideas y un total de 0 representación femenina en ella. Diría que más que en 2025 estamos en 1960, pero creo que en aquella época la proporción era la inversa.

En este campo, más que un techo de cristal, parece haber ya un suelo de cristal.


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27.1.25

Relativo

Los ojos se centran en la negrura que tienen enfrente y que se aproxima de forma inexorable. Se pueden notar los temblores. La integridad propia se puede dar por perdida si se traspasa su horizonte de eventos. Sin embargo, cada vez está más y más cerca.

De repente, desaparecen todos los demás estímulos, y la magnificencia de ese espectáculo eclipsa todo lo demás: es un boquete cósmico, una oscuridad que solo no lo es por el halo de color que lo rodea, un color difícil de definir, que incluso es ligeramente cambiante según la perspectiva o el tiempo.

Como en un desagüe ontológico, la propia existencia parece escurrirse a sus adentros, en un abismo donde uno mismo desaparece en el espaciotiempo, y a la vez, donde parece posible atisbar la presencia íntima de una consciencia ajena, que parece requerir como ofrenda lo más profundo de mi ser. No puedo estar seguro de qué precio habré de pagar por seguir dando un paso adelante, pero sé intuitivamente que, una vez las fuerzas de marea han empezado, ese precio va a ser doloroso en algún momento. Y ya han empezado.

La respiración se agita primero, solo para contenerse un segundo después. Los músculos se tensan. Las cosas empiezan a desdibujarse ante mis ojos y la información visual deja de ser un estímulo que aporte nada más que lo temible de su ausencia, pero que, a cambio, consigue afinar el resto de sentidos.

Uno sabe que todo eso está pasando en un momento para un espectador externo, aunque para mí el tiempo se esté estirando más y más, en una eternidad que, con todo, no será suficiente. Luego, solo queda la presión que cada átomo de mi cuerpo siente. El calor del torrente de adrenalina anticipando turbulencias más extremas, o quizá una colisión.

Esto ocurre todas y cada una de las veces que se acerca para besarme, sin excepción.


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15.1.25

Búsqueda elemental

—Ah, un clásico de los humanos y su necesidad imperante de ponerle etiquetas a las cosas, a buscar lo más fundamental desde lo que poder construir lo complejo: los cuatro humores hipocráticos, los cuatro elementos empedoclianos. El yin y el yang y las cinco actividades elementales chinas, los cinco elementos ayurvédicos. El individuo en la sociedad. La célula en el individuo. El átomo en la célula. Las partículas subatómicas en el átomo. Los campos cuánticos en las partículas —el mecanismo con cierto aire a una medusa biónica levitante inspeccionaba los registros históricos y científicos que constaban en el Registro Intergaláctico de Especies—. Ay, lo estaba buscando mal. Hay una errata. Aquí está: «Fabricar quesos».


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