16.5.07

¡Buenas noticias, muchachos! (Esta mañana me he levantado...)

Me encanta la positiva forma en la que el Farnsworth comunica las misiones suicidas a los chicos de Futurama. La verdad es que no sé por dónde empezar. Supongo que por el final, que es un lugar tan bueno como cualquier otro.

Mi perra tiene buena pinta. Nos ha ladrado al llegar, se ha meado en el comedor como protesta de nuestra ausencia, ha comido como si no lo hubiera hecho en la vida y su lengua es de un estupendo color rosáceo. Nada que ver con la tonalidad azulada que tenía anteayer, cuando empezó a asfixiarse durante la noche, y pasó una larga agonía hasta que el veterinario le hizo unas pruebas, le diagnosticó un tumor pulmonar, y estuvo al canto de una moneda de cinco centauros de ponerle la inyección letal. Al final decidimos que le pondría una de urbasone, por si fuera que alguna abeja le hubiera picado, o algo así. Si durante la tarde no mejoraba, la llevaríamos para darle el pasaporte.

Pero bueno, mejoró. Está sentenciada, pero en cierto modo, no hay nadie que no lo esté. La diferencia es que con ella tenemos una probabilidad bastante alta de saber el cómo.

La hemos encontrado bien, decía, al volver esta tarde a casa. No me gustan los funerales, siempre he dicho que preferiría asistir sólo al mío y porque me obligan.

El de mi abuelo no ha estado del todo mal. El pueblo irradiaba tranquilidad. Había una suave lluvia de plumitas blancas, semillas parecidas a dientes de león, cuya variedad desconozco. Parecía que nevara en pleno día, en un espléndido atardecer de suaves tonos azulados.

En la montaña cercana al cementerio, que había sido devastada por un incendio no hace mucho, comenzaban a brotar los primeros árboles, llenando el horizonte de un bonito verde. La temperatura era perfecta.

En el aire resonaba el piar de algunos pajarillos volviendo a sus nidos, sólo acompañado del suave rugido del motor del coche que llevaba el féretro ante nosotros, y algunas conversaciones de la gente de la comitiva.

Casi todo el pueblo estaba allí para despedir a un hombre del que sólo puedo decir que era un trasto y muy simplote. Cualidades que, afortunadamente, parece haber heredado un servidor.

El lugar donde descansará su chasis da a unas vistas fenomenales del pueblo, que está precioso en primavera. Estoy seguro de que le habría encantado. Ciertamente, toda una alegría para la vista, y una alergía para el olfato.

No estará en la misma tumba que mi abuela, temporalmente. Dicen que la parte donde está ella puede estar algo deteriorada y no soportar más peso, que puede que se hunda. La verdad es que no los ponen juntos porque seguro que empiezan a discutir, como hacían de costumbre.

Se termina así toda una generación de mi familia, pero ya hay relevo para cada escalafón. Mis padres son los abuelos; mi hermana, la madre; y mi queridísimo pequeñajo (cada vez menos) y recién bautizado Hugo (del que subiré fotos pronto, espero), el retoño.

Mi madre se ha tomado en serio lo de ser abuela, y se ha puesto las pilas con los achaques. Ahora mismo está recuperándose de la histerectomía que le practicaron la semana pasada por un cáncer de matriz, probablemente provocada por las mismas pastillas que se tomaba para tratarse de un antiguo cáncer de pecho (fin del modo House).

Pero todo ha ido bien, lo cual es de agradecer, dado que parece que en un par de semanas se nos ha juntado todo. Ojalá la calma que sigue a la tormenta sea lo suficientemente longeva como para coger fuerzas para el próximo vendaval.

Ah, saludos a esos lectores que me encuentran por casualidad, o no tan por casualidad. Un abrazo para todos, sed felices.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que habría que añadir que era sereno y travieso a partes iguales. Gracias por todo y un beso al digno heredero de parte de sus genes.
Ana

Anónimo dijo...

Ellen y yo te acompañamos en el sentimiento.

Por otra parte, me alegro que tu perruna esté bien.

Y por otra me has dejado con una duda: Cuando haga abuela a mi madre la vigilaré aténtamente para ver si el cambio de estatus le trae también achaques.

Un abrazo

Mars Attacks dijo...

Hey, gracias a los tres :)

Sereno y travieso... me lo dejaba ;)

Manuel, Cuando la hagas abuela... ya me imagino a Ellen diciéndote todos los días "¿Falta mucho? ¿Falta mucho? ¿Falta mucho?". Bueno, ella dirá "¿Me darás un hijo hoy?" :D

¡Un abrazo!

Ella dijo...

Gracias.
Hace tiempo que no nos vemos, habrá que ponerle remedio.
Besos llenos de casualidades.

Anónimo dijo...

La verdad es que era un hombre bueno. No hubiera sido lo mismo de él sin tu abuela (eran la perfecta combinación de gata y ratón)

Mars Attacks dijo...

Yo no lo habría podido contar mejor. Recuerdo que, cuando murió mi abuela, el desconsolado comentario de mi abuelo fue "i ara amb qui renyiré jo?" (¿y ahora con quién discutiré yo?). Fue tan tragicómico que no pude reprimir una sonrisa :)

Gracias por el comentario.