La astrofísica plantea tres posibles caminos de nuestro Universo, a saber:
Si se da el segundo o el tercer caso, entonces tenemos que introducir unas nociones básicas sobre cómo funciona el Universo y, en concreto, sobre el concepto de entropía.
El funcionamiento de una pila es bastante conocido por todo el mundo; tiene un polo de carga positiva y otro de carga negativa. Cuando se unen, la diferencia de potencial induce a una corriente de electrones que puede suministrar la energía necesaria para encender una bombilla, por ejemplo. Cuando este flujo de electrones haya equilibrado tanto el nivel de carga que la intensidad del flujo no sea la suficiente para encender esa bombilla, diremos que la pila se ha descargado.
Si tenemos un vaso con agua caliente y otro vaso con agua fría y los dejamos sobre una mesa a temperatura ambiente, observamos que el de agua caliente se enfría hasta alcanzar la temperatura ambiente, y el de agua fría se calienta hasta alcanzar la temperatura ambiente. Esta temperatura ambiente, a su vez, habrá variado infinitesimalmente (será un poco más fría o más caliente que antes) dependiendo de qué elemento haya requerido o aportado más energía.
Con este par de ejemplos simples podemos imaginar fácilmente algunos procesos a gran escala del Universo: las fusiones nucleares de hidrógeno como pilas que aportan energía a las estrellas, que a su vez irradian esa energía en forma de luz y calor (y otro tipo de ondas) hacia los planetas.
Pero también las estrellas y galaxias, cúmulos y supercúmulos como vasos de agua caliente reposando a una temperatura ambiente de unas pocas centésimas sobre el cero absoluto.
La entropía es la capacidad que tiene un sistema de generar caos. En este caso, consideraremos caos como homogeneidad. Imaginemos un cuarto en el que absolutamente todo lo que lo contiene pasa de estar formando ciertas estructuras (pilas de libros, cajones, ropa apilada en armarios, etc.) a estar repartido por la habitación de forma más o menos uniforme. O cómo un vaso de leche al que le añades cacao en polvo y remueves con la cucharilla se convierte en una mezcla uniforme de leche chocolateada.
Revertir la entropía es posible a escala local (podemos arremangarnos y ordenar la habitación y decantar de alguna forma la leche y devolver ambos escenarios a su punto de partida), pero para ello se necesita invertir más energía de la que se consume. Dicho de otro modo, parafraseando a Murphy, las cosas siempre van a peor. El jarrón chino dinastía Ming se astillará en chorrocientos mil pedazos al caer al suelo, pero no veremos esos chorrocientos mil pedazos reconstruirse para formar el jarrón.
Entonces -alguno se preguntará-, si siempre todo se encamina hacia el desorden, ¿cómo hemos podido evolucionar a partir de una bola de polvo de estrellas al que llamamos "Tierra"? Pues porque tenemos esa pedazo de bombilla llamada "Sol" que nos ha venido proporcionando toda la energía que necesitábamos para desarrollarnos. Recordemos que, a escala local, es posible revertir la entropía.
Pero como rezaba una de mis frases favoritas, del videojuego La Aventura Espacial, "La Entropía del Universo aumenta inexorablemente". Es decir, a escala global el Universo pierde cuerda, se enfría, se para, las estrellas dejan de brillar y explotan o se convierten en agujeros negros o en estrellas mucho más frías.
Aunque hoy brille nuestro Sol, dentro de unos cinco mil millones de años, a eso de la hora del té le dará por reventar (después de haberse desprendido de varias capas, haber crecido hasta tener el tamaño de la órbita de Mercurio y de haber subido la temperatura de nuestro planeta unos cuantos centenares de grados).
¿Qué podemos hacer? La especie humana (o lo que quiera que sea en lo que se haya convertido, si Bush no nos extermina antes) está condenada a salir por patas del planeta cuando éste se vuelva inhabitable, tal vez a otros planetas del mismo sistema solar o hacia otras estrellas más adecuadas.
Pero esto no solucionará nada. La historia se volverá a repetir una y otra vez, y mientras tanto las estrellas se irán desgastando y la temperatura del Universo subiendo ligeramente, hasta el punto de que llegará un momento en el que no habrá una diferencia de potencial suficiente como para que pueda existir ninguna reacción (química, calórica, eléctrica, atómica, ...), de forma que no sólo las estrellas no podrán volver a encenderse, sino que nosotros (bueno, ellos) dejarán de tener ningún tipo de energía.
Los cadáveres de las estrellas, los planetas, las nubes de polvo, las galaxias al completo, vagarán eternamente en un enorme caldero frío a temperatura ambiente. Los esporádicos restos de grumos de energía formarán las últimas estrellas, cada vez con intervalos más espaciados, hasta que incluso ellas se gasten y todo termine. En la práctica, será el Fin del Universo.
Así pues, podemos concluir que todo uso que hacemos de la energía se traduce en un aumento de la entropía (local y global) y nos acerca un paso más hacia ese Fin.
Pensad seriamente en esto cada vez que ejecutáis una tarea rutinaria sin sentido. ¿Podréis dormir con la conciencia tranquila a sabiendas de a qué estáis contribuyendo con semejante desperdicio de fuerzas?
Con el corazón en la mano y un fuerte sentimiento ecologista (más que ecologista aún, ¡cosmoecologista!) os lo pido: no hagáis las camas.
- O bien tiene la suficiente masa como para volver a colapsarse (Big Crunch)
- o puede tener la masa justa para frenar su expansión pero sin colapsarse
- o, finalmente, puede que siga expandiéndose indefinidamente.
Si se da el segundo o el tercer caso, entonces tenemos que introducir unas nociones básicas sobre cómo funciona el Universo y, en concreto, sobre el concepto de entropía.
El funcionamiento de una pila es bastante conocido por todo el mundo; tiene un polo de carga positiva y otro de carga negativa. Cuando se unen, la diferencia de potencial induce a una corriente de electrones que puede suministrar la energía necesaria para encender una bombilla, por ejemplo. Cuando este flujo de electrones haya equilibrado tanto el nivel de carga que la intensidad del flujo no sea la suficiente para encender esa bombilla, diremos que la pila se ha descargado.
Si tenemos un vaso con agua caliente y otro vaso con agua fría y los dejamos sobre una mesa a temperatura ambiente, observamos que el de agua caliente se enfría hasta alcanzar la temperatura ambiente, y el de agua fría se calienta hasta alcanzar la temperatura ambiente. Esta temperatura ambiente, a su vez, habrá variado infinitesimalmente (será un poco más fría o más caliente que antes) dependiendo de qué elemento haya requerido o aportado más energía.
Con este par de ejemplos simples podemos imaginar fácilmente algunos procesos a gran escala del Universo: las fusiones nucleares de hidrógeno como pilas que aportan energía a las estrellas, que a su vez irradian esa energía en forma de luz y calor (y otro tipo de ondas) hacia los planetas.
Pero también las estrellas y galaxias, cúmulos y supercúmulos como vasos de agua caliente reposando a una temperatura ambiente de unas pocas centésimas sobre el cero absoluto.
La entropía es la capacidad que tiene un sistema de generar caos. En este caso, consideraremos caos como homogeneidad. Imaginemos un cuarto en el que absolutamente todo lo que lo contiene pasa de estar formando ciertas estructuras (pilas de libros, cajones, ropa apilada en armarios, etc.) a estar repartido por la habitación de forma más o menos uniforme. O cómo un vaso de leche al que le añades cacao en polvo y remueves con la cucharilla se convierte en una mezcla uniforme de leche chocolateada.
Revertir la entropía es posible a escala local (podemos arremangarnos y ordenar la habitación y decantar de alguna forma la leche y devolver ambos escenarios a su punto de partida), pero para ello se necesita invertir más energía de la que se consume. Dicho de otro modo, parafraseando a Murphy, las cosas siempre van a peor. El jarrón chino dinastía Ming se astillará en chorrocientos mil pedazos al caer al suelo, pero no veremos esos chorrocientos mil pedazos reconstruirse para formar el jarrón.
Entonces -alguno se preguntará-, si siempre todo se encamina hacia el desorden, ¿cómo hemos podido evolucionar a partir de una bola de polvo de estrellas al que llamamos "Tierra"? Pues porque tenemos esa pedazo de bombilla llamada "Sol" que nos ha venido proporcionando toda la energía que necesitábamos para desarrollarnos. Recordemos que, a escala local, es posible revertir la entropía.
Pero como rezaba una de mis frases favoritas, del videojuego La Aventura Espacial, "La Entropía del Universo aumenta inexorablemente". Es decir, a escala global el Universo pierde cuerda, se enfría, se para, las estrellas dejan de brillar y explotan o se convierten en agujeros negros o en estrellas mucho más frías.
Aunque hoy brille nuestro Sol, dentro de unos cinco mil millones de años, a eso de la hora del té le dará por reventar (después de haberse desprendido de varias capas, haber crecido hasta tener el tamaño de la órbita de Mercurio y de haber subido la temperatura de nuestro planeta unos cuantos centenares de grados).
¿Qué podemos hacer? La especie humana (o lo que quiera que sea en lo que se haya convertido, si Bush no nos extermina antes) está condenada a salir por patas del planeta cuando éste se vuelva inhabitable, tal vez a otros planetas del mismo sistema solar o hacia otras estrellas más adecuadas.
Pero esto no solucionará nada. La historia se volverá a repetir una y otra vez, y mientras tanto las estrellas se irán desgastando y la temperatura del Universo subiendo ligeramente, hasta el punto de que llegará un momento en el que no habrá una diferencia de potencial suficiente como para que pueda existir ninguna reacción (química, calórica, eléctrica, atómica, ...), de forma que no sólo las estrellas no podrán volver a encenderse, sino que nosotros (bueno, ellos) dejarán de tener ningún tipo de energía.
Los cadáveres de las estrellas, los planetas, las nubes de polvo, las galaxias al completo, vagarán eternamente en un enorme caldero frío a temperatura ambiente. Los esporádicos restos de grumos de energía formarán las últimas estrellas, cada vez con intervalos más espaciados, hasta que incluso ellas se gasten y todo termine. En la práctica, será el Fin del Universo.
Así pues, podemos concluir que todo uso que hacemos de la energía se traduce en un aumento de la entropía (local y global) y nos acerca un paso más hacia ese Fin.
Pensad seriamente en esto cada vez que ejecutáis una tarea rutinaria sin sentido. ¿Podréis dormir con la conciencia tranquila a sabiendas de a qué estáis contribuyendo con semejante desperdicio de fuerzas?
Con el corazón en la mano y un fuerte sentimiento ecologista (más que ecologista aún, ¡cosmoecologista!) os lo pido: no hagáis las camas.
3 comentarios:
Para ser sincero, no tenía la más mínima intención de escribir nada más en este cuaderno estelar. Pretendía que se quedara en una estúpida entrada contradictoria, algo similar a las "bombas inteligentes" u oír hablar de una buena actuación de Christopher Lambert.
Pero acabo de leer por casualidad una entrada estupenda de un tal Fuckowski que me recomendó el colega Daniel (autor de "El renglón torcido": http://elrenglontorcido.blogspot.com ) y hoy he encontrado un comentario suyo en mi entrada anterior.
Así que... qué demonios, espero que os resulte un tostón infumable y así dejéis de empujarme a escribir más :D
Como algún día tenga hijos y me pongan esa escusa para no hacer sus camas o recoger sus platos de la mesa te buscaré :) y te daré wasabi con una pala.
Algún día puede que abra un blog... como terapia, para quejarme y que alguien lo lea.
VrZ
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