15.1.24

Basura especial

«¡Pasen y vean! Deléitense con el espectáculo más asombroso del universo. ¡Sean bienvenidos al lugar donde la maravilla y la fascinación se entrelazan en un torbellino de extraordinarias proezas! ¡Déjense arrastrar por los insignes hallazgos que inundarán sus sentidos!

Vean esta especie de vehículo que, a pesar de su aspecto quemado, en su día probablemente fue de un rojo rabioso a juzgar por los análisis del material que lo recubre. ¿Qué clase de criatura era el ser que lo manipulaba? Aún es un misterio, ¡pero quizá algún día lo podamos averiguar!

Del extrarradio, encontrado bajo diez kilómetros de hielo, y atrapado por curiosos seres tentaculares, encontramos un artefacto que parecía pensado para... ¿contactarlos? ¿atacarlos? ¿atraparlos? Las herramientas de que dispone no lo dejan claro. También pueden ver, en ese tarro, uno de los tentáculos que pudimos rescatar de esos seres tan huidizos, junto con la aterradora representación que uno de nuestros aguerridos exploradores hizo de él cuando lo encontró, antes de caer en un extraño estado de locura.

Algo más allá, proveniente del lugar de arenas rojas, tenemos este monstruo mecánico de seis patas y dos brazos, junto con el pequeño ser volador. ¡Por los estudios de nuestras más avanzadas mentes, creemos que todavía podría levantar el vuelo si una luz potente baña su cuerpo y recibe la invocación adecuada! Pero, por desgracia, nadie ha descifrado aún dicha invocación.

Vean, vean este contenedor. ¿Podría parecer anodino, verdad? Contiene auténtica caca, pis y vómito de hombre y fue dejada extrañamente, expuesta al vacío del espacio, cerca de restos metálicos y textiles curiosamente decorados y otras cosas que parecen ser algún tipo de utillaje de prospección. Por supuesto, también pueden ver a su derecha algunos de los elementos más rimbombantes que también se encontraban por la zona, como esta esfera tan geométricamente astroblemada.

Y ahora, síganme. No pueden dejar de admirar una de nuestras joyas de la corona, la placa de un artefacto con la inscripción "Pioneer 10" en él. La placa gracias a la cual pudimos encontrar, a pesar de un pequeño gazapo, el lugar de donde proceden todas estas maravillas, ¡el planeta Tierra!

De allí también vienen todos estos cacharros que encontramos a su alrededor dando vueltas, una forma absurda de enviar lejos sus desechos, pero no debemos juzgarlos fuera de su contexto históricos.

Por último, pero no por ello menos fascinante... esto no es para todos los públicos, no miren si son aprensivos... Si siguen la dirección en la que apunto mi tentáculo podrán observar nada más y nada menos que ¡el cuerpo momificado del último habitante humano del planeta, que terminó sus días y los de su especie a la temprana edad de cinco años!

Muchos critican que no tuviéramos más cuidado cuando llegamos allí siguiendo el rastro de la placa y encontrando el resto de maravillas por el camino, pero, ¿cómo podíamos imaginar que iba a ser una raza tan exánime como para sucumbir ante uno de nuestros nanovirobots de nada?»


Este microrrelato participa en la iniciativa Café Hypatia.

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