15.9.22

De Dioses y Monstruos

Cerca de donde el Dios del Sol brillaba en su carro, se podían ver correteando cerca de él al veloz Mensajero de los Dioses, la bellísima Diosa del Amor, la Diosa de la Tierra y el terrible Dios de la Guerra. El Dios de Dioses andaba algo más lejos, seguido de su padre, y más allá el Dios del Cielo, el de las Aguas y el del Inframundo (que, pese a ser un Dios, parecía ser algo más bajito que el resto).

Se dice que fue la Diosa de la Tierra quien engendró al Universo entero, pero probablemente sean habladurías debidas a que es tremendamente fértil, sin parangón alguno entre los demás de la lista. Al menos, que sus hijos los humanos hayamos sabido, claro.  Aunque, para ser sus hijos, menudos disgustos le vamos dando. Quizá algún día encontremos nuevos hijos de los Dioses en otros lugares, pero, a este paso, parece que podemos terminar antes nuestra historia como en la más agorera de las tragedias griegas.

Este microrrelato participa en la iniciativa Café Hypatia.