30.1.05

De boda (Esta mañana me he levantado...)

Esta mañana me he levantado y hacía frío. Jamás pensé que iba a comenzar uno de mis posts así, es curioso.
Pues eso, me he engalanado para asistir a la boda de un primo lejano (¡no seas 'ridículo, primo Lary!). Con las prisas me he dejado el móvil (y he comprobado el grado de adicción que ese conglomerado de chips me provoca): mis facultades para saber cuánto tiempo aproximado de tortura me quedaba (no uso reloj) y para compartir solidariamente mi situación con las personas queridas de mi agenda se habían esfumado por completo.
En fin, voy a saltarme algunos detalles sin importancia (a estas alturas todos estáis hartos de relatos de abducciones y tampoco os interesará saber cómo salvé al mundo de una invasión de enormes libélulas antropófagas).
Mientras estaba en la iglesia comprobando en qué momento tienes tanto frío en los pies que dejas de sentir dolor, el cura que oficiaba la misa ha leído las Bienaventuranzas.
Incluso siendo agnóstico practicante, no dejan de tener mucho sentido para mí, cambiando la típica imagen de "Dios" del hombre occidental de barbas blancas por "la belleza del Universo" y "Reino de los Cielos" por algo así como "una visión más completa de la vida".
Buscando por Internet para reproducirlas aquí, me he encontrado algo tal vez mejor, una letra de Serrat. Así que mando al cementerio de datos de Dani todo lo que iba a decir, y os dejo con ella:

Bienaventurados
(Joan Manuel Serrat)

La vida te la dan
pero no te la regalan.
La vida se paga
por más que te pene.
Así ha sido desde que
Dios echó al hombre del Edén,
por confundir
lo que está bien
con lo que le conviene.

Si a plazos o al contado
la vida pasa factura,
rebaña y apura
hasta las migajas.
Que si en cada alegría
hay una amargura,
todo infortunio esconde alguna ventaja.

Bienaventurados los necios
que se arriesgan a prestar consejos
porque serán sabios a costa
de los errores ajenos.

Bienaventurados los pobres
porque saben, con certeza,
que no ha de quererles nadie por sus riquezas.

Bienaventurados los adictos a emociones fuertes
porque corren buenos tiempos para la gente marchosa.

Bienaventurados los dueños del poder y la gloria
porque pueden informarnos de qué va la cosa.

Bienaventurados los que alcanzan la cima
porque será cuesta abajo el resto del camino.

Bienaventurados los que catan el fracaso
porque reconocerán a sus amigos.

En cualquier circunstancia
por lastimosa que sea,
busca la manera
de comer perdices;
que a pesar de lo alto que
nos coloquen el listón,
hay que brincar
con la intención
de ser felices.

Bienaventurados los castos
porque tienen la gracia divina
y la ocasión de dejar de serlo
a la vuelta de la esquina.

Bienaventurados los que aman
porque tienen a su alcance
más de un cincuenta por ciento de un gran romance.

Bienaventurados los que están en el fondo del pozo
porque de ahí en adelante
sólo cabe ir mejorando.

Bienaventurados los que presumen de sus redaños
porque tendrán ocasiones
para demostrarlo.

Bienaventurados los que contrajeron deudas
porque alguna vez alguien hizo algo por ellos.

Bienaventurados los que lo tienen claro
porque de ellos es el reino de los ciegos.



Para los que estáis conmigo en cambiar el mundo y ya decís todo lo que queréis decir: ahora toca ponerse los calcetines que os dé la gana, aunque no sean pareja.

29.1.05

N-340

Otra vez tenía sus malditos faros pegados a mi maletero. Aquel coche no tenía paciencia. Por si las horas punta no fueran ya horribles de por sí, estos individuos estresados y estresantes no ayudaban nada a paliarlas. Aquellas luces deslumbrándome por el retrovisor me sacaban de quicio.
A pesar de eso, yo me había resignado ya a los diez kilómetros por hora y a la cadena de música de los setenta en la radio. Afuera la noche era fría. Resultaba curioso ver cómo el vaho que disipaba el propio motor distorsionaba la visión de la carretera. Parecía una aurora boreal transparente.
Aquel hombre era feo. Me refiero al del coche de atrás. Además de imbécil, feo. No sé qué prisa tendría por llegar a alguna parte, pero se empeñaba en dejarme ver cada poro de su piel por el retrovisor cuando la luz de sus faros no me reflejaba directamente en los ojos. Paciencia, unos pocos kilómetros más y saldríamos de la zona principal de embotellamiento para pasar a la zona secundaria de embotellamiento.
Es la grandeza de las horas punta en la fantástica N-340, la Ley de la Conservación del Embotellamiento: el embotellamiento ni se crea ni se destruye, sólo pasas de un lugar más embotellado a otro un poco menos, pero embotellado al fin y al cabo. Mientras no pensaba en estrangular al conductor de atrás, recapacitaba sobre los factores que causaban embotellamientos en esta carretera.
El principal era que un gran número de coches recorren los cuatro kilómetros entre la capital y la ciudad más cercana por la única carretera que hay, así que se forman unos atascos tremendos en cada carril de incorporación. No hay otra alternativa para los que vamos más allá de esa ciudad que tragarnos la compañía involuntaria de esos otros pobres diablos que invierten entre veinte y treinta minutos en recorrer cuatro kilómetros. Les saldría más a cuento ir en bicicleta.
Después estaban los camiones, que no sólo los hay lentísimos y enormes que obstruyen todo el tráfico, sino que además dejan la carretera llena de trozos de asfalto levantados, dejando que el resto de coches juguemos al “esquiva ese hueco”. Hoy había uno de esos camiones a la cabeza de la cola, unos kilómetros más adelante.
Los que más rabia me daban, con mucho, eran los atascos provocados por coches prehistóricos que deberían tener prohibido circular: viejísimos Citroën que a duras penas alcanzan los 60 km/h, furgonetas destartaladas que dan la impresión de ir a desmontarse en la primera curva...
Ya estábamos saliendo de la desviación hacia la otra ciudad y un diezmo de la cola desaparecía por ella. Tras veinticinco minutos perdidos (en horas no-punta se puede hacer ese mismo trayecto en cuatro minutos) llegamos al comienzo del segundo embotellamiento, aunque aquí las velocidades ascendían a sesenta kilómetros hora en una carretera de máximo cien.
Comenzaba a ponerme nervioso porque el tío feo, al igual que otros muchos tíos feos que hacían lo mismo cada día, se preparaba para adelantar compulsivamente a todos los coches que pudiera hasta que la circulación de cara lo obligara a reincorporarse a su carril de forma brusca. Muchas veces hacían desviarse al vehículo que venía de frente y al que tuvieran a su derecha en el momento de volver a su carril, algo que he vivido en mis carnes.
Me extrañaba que aún no hubiera intentado adelantarme. Yo iba bastante pegado a una furgoneta que tapaba la práctica totalidad del carril, pero nada comparado con el apéndice que me había salido en el maletero.
Al aproximarnos a un pueblecito me fijé en el cielo aquella noche. Parecía que tuviera una hemorragia: las nubes rojizas presagiaban que el señor invierno iba a bajar un poco más las temperaturas, e incluso podía ver entre algún jirón de nubes a una estrella roja titilando en el cielo, sobre las luces de un cuartel de bomberos cercano, dos potentes bombillas rojas en lo alto de sendas antenas de comunicación.
Divagué un poco acerca de que esa estrella fuese en realidad Marte, aunque me daba la sensación de que se movía un poco. Entonces un cambio en iluminación del interior de mi coche me devolvió a la carretera: el imbécil se había decidido por fin a alardear de desprecio hacia su vida y la de los demás, emprendiendo un adelantamiento suicida en una larga recta despejada, pese a que los coches iban bastante pegados unos a otros y al final de la recta había una curva sin visibilidad.
Me adelantó y vi que era un Opel. Adelantó a la furgoneta, adelantó a otro coche más, a otro, a otro... Las cuatro luces de un camión surgieron en sentido contrario cuando el Opel estaba a mitad de camino de la curva, haciéndolo volver precipitadamente a su carril, lo que a su vez provocó que el coche que estaba a su altura tuviera que dar un frenazo, y el de detrás, y el otro, y el otro...
Ya estaba acostumbrado a este tipo de jodiendas, así que había ido decelerando un poco para después no tener que frenar cuando me llegara la onda expansiva de frenadas de los otros coches, de forma que tuve tiempo de pensar tranquilamente cómo era posible que con gente así no hubiera muchos más accidentes en la carretera.
«El feo imbécil del Opel ataca de nuevo», podría haberse titulado el segundo adelantamiento kamikaze que emprendió para tratar, infructuosamente, de llegar a la cabeza del Gran Dragón-Luciérnaga que formaban las luces rojas de posición de los coches que formábamos la fila.
Me sorprendí a mí mismo imaginándome que no le daba tiempo de apartarse del coche que venía de frente, que hacía un extraño y acababa dando vueltas de campana en el aire y el imbécil moría en el acto, y sería gracioso –al menos para mí– que toda esa prisa que tenía sólo hubiera servido para llevarlo más rápido al cementerio.
O lo imaginaba tirado a un lado de la cuneta, consciente pero con un trozo de chasis atravesándole el abdomen, sangrando por todos los orificios de su cuerpo y pensando acerca de lo estúpido que era por tener esas prisas por adelantar a los demás en vez de joderse en la cola como el resto.
El otro Gran Dragón-Luciérnaga, el de luces amarillas que venía en sentido contrario, volvió a hacer que el nuestro agitara furiosamente sus luces de freno para que el imbécil tuviera un hueco que no merecía en la fila, todavía lejos del camión que abría la comitiva con su despliegue de lucecitas un kilómetro más abajo.
Esta vez me pilló algo más lejos y ni siquiera noté los efectos del parón. Ya casi íbamos a ochenta por hora y no alcanzaba a ver cómo le iban las cosas al feo del Opel, así que volví a examinar esa estrella extraña roja entre las nubes rojas del cielo.
Ya no estaba allí. Se había movido hacia la izquierda y seguía haciéndolo cada vez más aprisa. Así que no era una estrella, pero no podía prestarle demasiada atención si no quería acabar en el carril izquierdo.

27.1.05

Comportamiento (emer|insur)gente -revisado- (A veces pasan cosas)

Parte I

El concepto de sinergia suele estar ligado al mundo empresarial: el banco inglés Gimmethemoney se fusiona con el alemán Estrujensuswolsillen para conseguir un puesto más privilegiado a nivel europeo.
Pero bueno, en el mundo real (ése en el que algunos recordamos que el dinero lo inventamos nosotros y que podemos vivir sin él) se pueden encontrar ejemplos más simpáticos: Manuel y su amigo Juan, dos chavales que no llegan al metro cincuenta, se suben uno encima del otro para alcanzar la revista porno que el hermano de Manuel guarda en el altillo de su armario.
Individualmente, cada uno sólo alcanzaría una altura de unos dos metros. Uniendo (sin) sus esfuerzos (ergos), obtienen una característica adicional de la que no disponían por separado. Yo+Tú=Yo+Tú+Nosotros. Cualquier persona enamorada y correspondida sabe de sobras lo que es una sinergia, y afortunados de los demás que no lo sepan.

Voy a contar hasta tres y retrocederemos unos cuantos miles de millones de años. Ponéos los cinturones. Uno... dos... dos y medio... ¡tres!

Coño, qué calorcito hace, qué bien se está. Bueno, en ese charco de ahí podemos ver que una protobacteria que tiene un flagelo para moverse por el agua (como el de un espermatozoide pero en más cutre) se acaba de simbiotizar con otra protobacteria que vivía pegada al fondo del charco y que era capaz de hacer la fotosíntesis. Ahora es un bichejo capaz de moverse buscando las zonas de mayor luz para aprovecharla más y mejor. La primera protobacteria no tenía ningún impulso de buscar más luz. La segunda no tenía ningún impulso de moverse. Pero al unirse, ha aparecido un comportamiento que la empuja a moverse para buscar más luz.

Vamos a regresar un poquito al futuro, y a mirar por la ventanilla qué pasa por ahí fuera. Esos bichejos y unos cuantos más siguen uniéndose entre ellos y se comienzan a organizar en colonias. Aparecen distintas complejidades en sus formas de vida y en sus comportamientos. Comienzan a tener orgánulos más diferenciados, que van formando tejidos, que a su vez forman órganos, que acaban uniéndose en sistemas. Esto a nivel individual; a nivel de grupo de individuos, paralelamente, empiezan a buscar juntos zonas con más recursos para vivir (luz, temperatura, alimentos...).
Un rato más adelante ya podemos ver complejísimos sistemas jerárquicos de hormigas, termitas o abejas. Individualmente, cada uno de sus componentes no significa nada para el conjunto, pero éste ha conseguido un funcionamiento organizado. Un nivel de consciencia por encima del individuo, que funciona prácticamente por inercia y sin que sus componentes puedan apreciar más que alguna de sus partes o sus frutos.
Las trifulcas por los territorios ya no se limitan a un uno contra uno o diez contra diez; ahora son miles contra miles, pero funcionando como un gran uno contra uno. Un muerto más no significa nada mientras el todo, el ente emergente que no tiene cuerpo propio pero existe, pueda seguir adelante.
Piso un poco el acelerador, voy a adelantar a ese DeLorean.
Vale, ya estamos en casa. Bajad con cuidado, no me mováis las esterillas. Muy bien. ¿Qué véis?
A veces se hace más patente que en otras... grupos de personas que individualmente no tiene nada en contra de los individuos pertenecientes a otros grupos de personas, pero que sin embargo se ve movida por la masa para fastidiarles la vida, en grupo y contra el grupo. No sólo hablo de guerras, o de empresas. Se puede ver en todos los terrenos: deportes, religión, política, economía... parece que hay más bien pocos campos en los que realmente sepamos apreciar el valor del Yo+Tú+Nosotros+Vosotros+Ellos (tal vez en el campo de la música, si nos olvidamos de Freddy K. Bautista, de la investigación científica, si nos olvidamos de los militares...). Lo "normal" es que vivamos en un Yo+Tú-Vosotros.

Como diría Asimov, yo elijo Galaxia.

Parte II

Probablemente todos nos hemos topado alguna vez con una persona o un tipo de personas especiales (a las que Dani llama "personalidades 6P"); personas que por el mero hecho de estar ahí, son capaces de hacerte sacar lo mejor que llevas dentro, de convertir en acto todas tus potencialidades.
Personas que a su vez parecen ser más productivas a tu lado, cosa que te reconforta y te alegra. Chicas nórdicas en bici que le sugieran a algún cantante de Aquaplaning la canción más dulce y cargada de energía positiva de su repertorio, tíos raros que te redescubran el placer de escribir, o que simplemente no piensen que hacer dibujos píxel a píxel con el paint es una tontería.
Gente que se asombra de tus facultades (aunque sepas que no sean para tanto) y que te hacen reencontrarte con viejas facetas tuyas que apenas recordabas. O que te descubren otras nuevas. Gente que le da una y dos y tres y cien mil vueltas de tuerca a lo que haces, a lo que escribes, y que no sólo te hace mejorar a codazos sino que les sirve de incentivo para mover también su culo.
Sin miedo a equivocarme (¿qué van a hacer si me equivoco, despedirme?) diría que ciertas sensaciones de complicidad, de "tener la misma placa base" o de "funcionar por bluetooth" son sólo una expresión de una meta-entidad que surge cuando estas personalidades funcionan interactivamente. Igual que la electricidad estática aparece frotando un boli contra un jersey.
Y desaparece igual que esa chispa que junta los labios de dos amantes "ionizados", en un ambiente de placer, diversión, sosiego y, por qué no, con esa punzada de dolor cuando recuerdas que no siempre será así.
Sabes que al separarte de estas personas vuelves a ser como una abeja sin colmena. Podrías intentar repetir algo de lo que hacías con ellas, sí, pero... ya para qué. No lo necesitas, no necesitas impresionarlos, mejorar para ellos, darles lo mejor de ti y esperar que sea suficiente. Sólo estás tú, y es como estar un poco más muerto, más aturdido.
Al fin y al cabo, la consciencia de una sola persona también es "algo más" que la suma de sus propias neuronas. Seguramente tal y como van apagándose durante la muerte, aparecerán más y más lagunas en ella... hasta que al final ya sólo seas una parte más del Cosmos, una partícula en el polvo de estrellas.

25.1.05

Ánimos (Esta mañana me he levantado...)

En un blog leo una única frase que otra persona dedica al autor. En otro, leo acerca de la calidad extrema de algunas personas que conocemos. Hago un comentario con una pequeña frikada trompetera.
Por arte de magia, recuerdo un comentario frikoso trompetero que una persona de calidad extrema me dedicó hace casi un año, durante mi descenso a los abismos.

No et preocupes per res... dones hi ha més que Boquilles Bach 1 1/2 C, i s'han de provar totes les que pugues per vore quina et va bé; inclús, si pots, has de provar diferents talles!! (3C, 5C...) Això sí, busca un mínim de qualitat (no proves una boquilla Holton, Amati o similar...) i que no tinga una talla massa menuda (de copa...). El mínim aconsellable és una 7C, i encara així és un poc menuda, però, si lo altre està bé... sempre pots anar a que te la retoquen... jeje.

Fins Prompte Tio bueno Hijo del Metal

J²M²

Cosas así alegran a cualquiera, incluso con la cara hecha un mar de lágrimas. No sé si supe o sabré agradecerles lo suficiente a todos los que ayudaron a poner boca arriba a este buque escorado y trabajaron en su restauración. La próxima tripulación dirá si mereció la pena ;-)

23.1.05

Tiempo Muerto (Esta mañana me he levantado...)

No va de deportes. Va de la sensación que probablemente más me molesta en esta vida. Tal vez a más de uno os resulte familiar:
Tienes diez mil millones de cosas que hacer, pero sacas un ratito para ir a la peluquería; estás harto de que los cazadores de autógrafos te confundan con Chewbacca. Calculas que tardarás como una hora, pero al llegar te encuentras con cinco personas esperando. Te apetece irte y volver otro día, pero como eres un cacho perro y ya has salido de casa (y no veas el frío que hace) prefieres entrar y esperar. Tardas veinte minutos en devorar el periódico. La otra hora y media simplemente miras al infinito y recuerdas que una vez pensaste en escribir sobre los tiempos muertos.
Tiempos muertos como los largos viajes en tren que me marcaba para ver a la que me alegraba la vida por aquel entonces. A menos que llevara un libro realmente entretenido, complementado con el último número de "El Jueves" (y a veces ni aún así), el viaje se llegaba a hacer eterno. Al ir, porque me moría de ganas de verla enseguida. Al volver, porque la perspectiva de pasar otro mes (o quizá más) lejos de ella hacía que el tiempo se eternizase. Y eso sin contar las muchas veces que Renfe me tocó la moral (señores de Renfe, querer hacer negocio me parece bien, pero ante todo me gustaría recordar que somos personas) y me dejó en tierra durante varias horas por un billete con la fecha mal dada y teniendo que pagar otro, con el agravante de ser mi cumpleaños, de haber un sitio libre en ese tren, de no tener ni siquiera un libro, de sentir a mi chica cada vez más lejos de mí física y sentimentalmente...
También siento esa sensación cada vez que tengo que desplazarme en coche a Castellón para alguna cosa. Enseguida son 20 minutos de trayecto de ida y otros tantos de vuelta (si tienes suerte) más lo que te cueste aparcar. Si voy de copiloto y es de noche, me importa menos: nunca me canso de ver las estrellas, repasar constelaciones y mitología, saludar a la luna y soñar despierto con otros mundos y otras realidades. Pero claro, si conduzco yo... otro día colgaré un relatito al respecto para que mis múltiples fans, a quienes les agradezco todas esas cartas que estoy esperando recibir, disfruten de él.
En definitiva: me mata no tener el control sobre las cosas que me gustaría poder hacer en el tiempo de mi vida. Me encanta leer, sí, y trato de llevar siempre uno o dos libros a mano en todo momento. Pero a veces no me apetece, o simplemente no puedo hacer ni eso. Me mata sentir que estoy malgastando involuntariamente un tiempo precioso que podría dedicar al 3D, a la lectura, a la escritura, a charlar con alguien, a dormir, a ducharme tranquilamente, a aburrirme, a no hacer nada, a ver una película, a estudiar, a cualquier cosa que me apeteciera en ese momento.
Me vuelve bastante agresivo "tener que" ir a un lugar u otro a hacer algo (por ejemplo, limpiar de virus y troyanos un Windows XP; si fuera algo que me encantara no usaría Debian Linux), o no poder hacer algo porque haya gente rondando a mi alrededor (o la típica persona inoportunísima que decide que se aburre y no tiene nada más que hacer que compartir su aburrimiento hablando contigo, justo cuando preferirías estar a cinco mil años luz de cualquier cosa que atufara a tecnología para poder concentrarte en lo que estás haciendo).
Así que si estoy huraño y ladro, tenéis un 95% de probabilidades de acertar qué me pasa. Sabedme disculpar, es mi kriptonita: no soporto a los "vampiros del tiempo", y odio el Tiempo Muerto.

21.1.05

El Tiempo en un grano de arena

En un instante, mi estómago se estremeció. Un tirón gravitacional contrajo mi cuerpo hasta una magnitud cuántica. Todo a mi alrededor se estiraba hacia mí, mientras yo me iba convirtiendo en un agujero negro. La realidad adquiría una luminosidad hiriente y por un momento pude observar en todo su esplendor la magnificencia fractal del Universo: sus volutas recursivas, su entropía aumentando inexorablemente, las galaxias esparciendo su energía, el caos aprovechando cada microrrealimentación para que una mariposa en Tokio provocara tormentas en Ámsterdam, todas las escalas del cosmos autoorganizándose armónicamente en un vals de comportamientos emergentes, los cuerpos muertos y los todavía no nacidos... una apología del alma y todo el tiempo en un grano de arena. Uno de la playa de San Juan, para ser exactos.

-Vuélveme a besar, por favor -fue todo lo que acerté a decir.


(Ganador del IV Concurso "Cuentos Menudos" de Narrativa Hiperbreve a través de la Red de la Universidad de Alicante)

19.1.05

Socialmente (no) aceptado (A veces pasan cosas)

Mear de pie es una guarrada. Por muy buena puntería que tengas, por la propia altura y potencia del disparo es imposible que no dejes la taza (bueno, o como se llame lo que hay debajo de lo que levantas) llena de gotas de suspensión.
¿Por qué los tíos tenemos que mear de pie?
A veces algún compañero o compañera dice o hace algo (o simplemente existe) que me provoca el deseo de darles un estupendo abrazo, o coger sus manos y juguetear con ellas, o algo tan sencillo como lanzarles un beso.
¿Por qué no te dejan hacerlo y se sienten violentos porque queda mal?
Si no me sé una pregunta de examen, no tengo reparos en rellenar con chistes. No escatimo comentarios graciosos en los trabajos de clase (aunque sean graciosos sólo para mí), con la consiguiente cara de espanto de algunos colegas.
¿Por qué tenemos que ser serios e hiper-rigurosos en lo que hacemos?
Hay gente que de verdad cree que es normal pasarse como ocho horas al día durante unas cuatro décadas de su vida yendo a un lugar a hacer cosas para obtener unos papeles que le servirán para que la gente le dé o haga cosas a cambio de ellos. Que piensan que su trabajo es lo más importante, que es normal tener un hijo y no poder disfrutar de él como se merece durante al menos sus primeros años de vida, cuando más le va a necesitar la criatura.
¿Por qué hay que hacer (normalmente para ayer) cosas que no importa que se hagan mañana, pasado mañana o, simplemente, nunca?
Todavía me encandilo viendo la increíble variedad tonal de algunos amaneceres o atardeceres, del rango cromático de las nubes y sus volúmenes, de las estelas de los aviones arañando de naranja los cielos del ocaso o el hermoso contraste pálido de una media luna contra un intenso azul el 15 de enero de un año cualquiera.
¿Por qué no podemos pasar algo más de tiempo soñando, observando, perdiendo el tiempo en el muelle de la bahía?
Desnaturalizamos la vida; nos acostamos a las mil y nos levantamos a las menos cien por un odioso chisme que hace ruido (el gallo-cyborg mutante del siglo pasado).
¿Por qué tenemos que acostarnos después o levantarnos antes de que nuestro cuerpo nos lo pida?
Vemos raras las parejas homosexuales, las marginamos silenciosamente a no poder mostrar su amor en público tan esporádicamente como haría el resto, les dejamos con las migajas de la vida social, su estilo de vida nos parece antinatural, pecaminoso, no es racional.
¿Por qué necesitamos encontrarle sentido a todo?

Las verdaderas preguntas: ¿Acaso no construimos nosotros la realidad? ¿Qué nos impide hacer que las cosas que no nos gustan dejen de ser como son? ¿Qué nos impide hacer que las cosas sean como nos gustan?

No son preguntas casi metafísicas, como las típicas "quiénes somos", "de dónde venimos", "tragas o escupes"...

Las cosas son como son porque nosotros las hacemos así. Pero podemos hacerlas de otra forma. Podemos dejar el letargo de inercia social en el que nos movemos y comenzar a modelar nuestro entorno tal y como queremos que sea.

Un primer paso práctico: no escatimar ni una sola palabra (buena o mala, mejor si es buena) de lo que realmente quieras decir. Me da igual si es "métete un calcetín en la boca, pedazo de gilipollas" o "estando entre tus brazos me replanteo la existencia del Paraíso". No te dejes ni una sola letra dentro. Cambia el mundo.

18.1.05

Can't control myself (A veces pasan cosas)

El ladrido del despertador te hace dar un salto literal en la cama. Un día de estos te va a dar un infarto por su culpa, y lo sabes.
Estás desorientado, la realidad es poco menos que una bruma encontradiza y pegajosa de muebles y sillas que se interponen entre tú y la ducha.
Enciendes la luz del baño. Duele, pero cierras los ojos. Dejas la ropa que te vas a poner a un lado y abres el grifo de la ducha. Agua calentita. Tiras el pijama al otro lado de donde has dejado la pila. El contraste de temperatura te provoca un escalofrío.
Compruebas si el agua está bien, y te metes. Cambias el grifo para que el chorro salga por la alcachofa. Un manto caliente te recorre la espalda, arropándote. Otro escalofrío.
Durante todo este tiempo has mantenido los ojos casi cerrados. No eres demasiado consciente de que has llegado a la ducha. Has hecho todo con el "piloto automático" y, en realidad, tu cerebro todavía pertenece al reino de Morfeo.
Te encuentras a ti mismo encadenando pensamientos surrealistas en el mejor de los casos (y bastante estúpidos en el resto, que son la mayoría).

"Los elefantes rosas resbalan con el champú y dos tres cuatro borrascas absolutas."

Lo oyes como a la voz en off del narrador de una película de cine negro.
Lo peor es que no puedes hacer nada para detener ese flujo ininterrumpido de gilichorradas máximas. Piensas que te estás volviendo loco. ¿Qué vas a hacer si no puedes controlar tus propias líneas de pensamiento?

"En las nubes de la playa algunas personas no saben saltar a la comba."

Sabes que tienes clase (o peor, ¡examen!) en apenas una hora. Pero no puedes retomar las riendas de tu pensamiento consciente.

"En uno dos tres cuatro cinco seis siete ocho nueve diez examen baldosa azul."

Normalmente el miedo te hará segregar adrenalina, que conseguirá despejarte lo suficiente como para que la vocecita del creativo estúpido que hay en ti se desvanezca. Poco a poco, para que todavía te vuelva un poco más paranoico.

Ya estás despierto. Buenos días, bienvenido a la siguiente fotocopia de los días de tu vida.

15.1.05

Sobre Bluetooths y Placas Base (A veces pasan cosas)

Estábamos los tres allí, sentados en la mesa del restaurante chino, terminando de comer. Ella hizo un comentario que no consigo recordar, al que él y yo respondimos al unísono: "No computa". Nos reímos mucho, por la parida y porque no era un hecho aislado.
Es fenomenal sentir que tienes con alguien esa clase de relación especial que raya en la telepatía. Es algo que, es verdad, se puede conseguir pasando mucho tiempo con una persona en concreto. Pero otras veces parece ocurrir de forma natural con algunas personas, sin ningún tipo de esfuerzo por ninguna de las partes.
Él y yo, por ejemplo, pese a tener una formación y unos gustos muy diferentes en muchos aspectos, solemos conseguirlo. Es como si, ante una determinada entrada de datos, pudiéramos comunicarnos por tecnología inalámbrica la respuesta que vamos a dar.
Con otra persona aún va la cosa un paso más allá; prácticamente podríamos decir que venimos equipados los dos con la misma placa base (aunque la suya es de una versión ligeramente más actual). Tenemos unas aptitudes muy similares, una formación también muy similar, y parecería que compartimos el procesador de la realidad, la tarjeta de sonido, la de vídeo...
En varias ocasiones nos hemos sorprendido escribiendo frases considerablemente largas de forma idéntica, o con muy pocas variaciones en su gramática. O varias tandas de frases cortas exactamente iguales. Hemos pensando exactamente lo mismo en infinitud de ocasiones, y el "sabía que dirías eso" suele venir acompañado de un "sabía que sabías que diría eso". Una complicidad fantástica que parece casi paranormal.
Nuestras vidas, en cierto modo, han trascurrido por sendas paralelas. Ella a varios kilómetros de mí, en un entorno bastante distinto. Y sin embargo, seguimos casi punto por punto cada etapa. A veces me da miedo cuando lo pienso.
No sé hasta qué punto se puede llegar a crear un "simulador de comportamiento" fiel de otra persona para saber cómo responderá ante una determinada frase, o si le gustará más o menos un determinado regalo, o su reacción ante una caricia.
Lo que sí sé es que sin estas dos personas, mi vida no tendría ni una cuarta parte de la magia que le aportan. Valga esta entrada como humilde homenaje ;-)

14.1.05

Super Milio Bros. (A veces pasan cosas)

Por mucho que queramos imitar a las avestruces, escondiendo la cabeza para no ver el problema, éste no desaparece. Como alguien tan sabio como friki dijo una vez en no-sé-qué-peli, "tarde o temprano hay que entrar en la Estrella de la Muerte". Mejor girar los mandos de la nave y lanzarse de lleno al peligroso núcleo del problema.
En este caso, podríamos decir que el principal problema son los exámenes. Y no es que sea de los que pierden el sueño por ellos (bueno, en la sexta convocatoria de Ampliación de Matemáticas sí estaba realmente nervioso), ni por estudiar. Pero no sé, percibo en la Fuerza una extraña convergencia, una sensación persecutoria.
Sin saber cómo, mi vida se convierte en uno de estos arcades clásicos en los que la pantalla avanza constantemente y, si tocas su borde izquierdo, estás muerto.
Como siempre, los primeros enemigos son pocos y bastante asequibles: algún trabajito de dos hojas por aquí, alguna quedada de grupo por allá. Nada, saltas sobre ellos y mueren aplastados en una tarde.
Después, se suman los ejercicios para casa; un poco más engorroso pero se puede sobrellevar. Subes a una plataforma, esquivas a un par y te cargas al resto.
Luego comienzan los trabajos "medio-serios": programas de cientos de líneas de código, memorias de una veintena de páginas, el diagrama de proceso unificado de la empresa "Goter & Chapu", y la cosa se complica.
No porque individualmente sean inabordables, sino porque hay bastante que hacer en conjunto (además de la incesante aparición de todos los anteriores). Me viene a la cabeza la imagen de una horda de pequeños Critters arrancándote la carne a mordiscos; si ellos no te matan, al menos sí que te retrasarán lo suficiente como para que la Pantalla de la Muerte (que acabo de decidir que será de color azul) acabe por alcanzarte.
Ahora mismo la tengo pegada a mi trasero. La semana que viene comienzo con el primer examen, y todavía no he tenido tiempo para leer una sola hoja. Me parece extraño verme en quinto de carrera usando la misma metodología que seguía en primero de E.G.B. (estudiar la tarde de antes) pero, o alguien me regala un viaje a la Luna y luego se dedica a mover todo el planeta a velocidades cercanas a la de la luz, o no hay más huevos porque no hay más tiempo (de lo que se deduce una relación directa entre huevos y tiempo, aunque no sé si esto tiene mucho sentido). O, ya puestos, que me regalen el viaje relativista a mí y me traigan de vuelta cuando el planeta lo dominen los simios (o los pulpos en su defecto).
El que más miedo me da, sin duda, es el monstruo final (de la primera fase): "Arquitectura e Ingeniería de Computadores". Es el más grande, el más bestia, el que requiere más concentración y para el que tienes menos tiempo de reacción. Si consigo superarlo, sé que me lo volveré a encontrar al final de la segunda fase, y esta vez con su hermano "Procesadores del Lenguaje", que durante las dos fases habrá estado lanzándome martillos-boomerangs y gramáticas (cada vez lanzan cosas más raras) para detener mi avance.

Nivel quinto, primera fase. Nunca me ha importado demasiado estar en los High Scores, pero lo que no me perdería jamás son las cinemáticas finales. Espero poder llegar a ellas a la primera, que cada crédito son unos 10 euros y no estoy para demasiados "Insert Coin"...

6.1.05

El patito ciego

Cuak era un cisne, pero se veía horrible.

3.1.05

Kilómetros (Esta mañana me he levantado y pasaron cosas)

Vaya, un híbrido. Algo ha pasado hoy para que cuente una historia más atemporal.
Una bloggera escribe una historia el 28 de septiembre y desata una tormenta eléctrica de recuerdos y emociones en mi cerebro. Otra forma de enunciar el Efecto Mariposa.
So riesgo de que Daniel me sugiera que deje de torturarme por tanta entrada sensiblera, aquí va un repaso de un pequeño cúmulo de ca(su|us)alidades que se han ido realimentando a lo largo de mi vida hasta cambiarla desde sus cimientos.
Todo comenzó (o no) en séptimo u octavo de E.G.B., cuando leí en el libro de clase de Lenguaje un pequeño extracto de un cuento de Asimov de su libro "Compre Júpiter". En él, un ser de una raza superior nos anotaba como ya pertenecientes al grupo de los que controlaban la energía atómica y al grupo de "colegas galácticos", pero sólo para borrarnos de allí después de que le informaran de que las pruebas atómicas las hacíamos sobre nuestro propio planeta.
Esto me bastó para convertirme en un seguidor de su literatura.
Cuando comencé primero de carrera entablé amistad con otro seguidor de Asimov. En una fantástica noche que pasamos charlando y caminando desde el puerto de Castellón hasta la biblioteca de la universidad, descubrimos el enorme grado de afinidad de nuestros gustos. Me prestó varios libros de Asimov (entre ellos varios de la saga de La Fundación). En uno de ellos (Los Propios Dioses), que en parte se desarrollaba en una colonia en la Luna, uno de los protagonistas era una mujer llamada Selene.
Mi nick (o como diría Magneto, mi nombre real) tenía mucho que ver también con la astronomía (y además aunaba mi gusto por la mitología grecorromana). Sin embargo, no fue "Marte" tampoco por voluntad mía; otra conocida de primero me lo sugirió la primera vez que entré al IRC de la universidad.
El tiempo siguió pasando, mi gusto por Asimov florecía con cada libro suyo que caía en mis manos, y mi apodo se fue convirtiendo en una parte indisoluble de mi personalidad.
Por casualidad también, ese mismo verano fui a dar con un canal de trivial en el irc-hispano. Al poco de estar allí, una persona entró con el nick "Selene" (retocado con algunos símbolos, era difícil por aquellas fechas encontrar disponible el nombre tal cual).
Todos mis sensores se dispararon. Mi saludo fue un simple "Selene, bonito nick". Me abrió un privado.
Ella era de Alicante, a poco más de 250 kilómetros. Una de las personas más especiales que he conocido y conoceré jamás, sin duda.
Estuvimos saliendo (con todas las restricciones que la distancia impone, he aquí la relación con la historia de Irene y lo que ha desatado esta tormenta eléctrica de recuerdos) durante los mejores tres años de mi vida. Fui feliz, lo reconozco.
Muchas veces me devané los sesos preguntándome si la habría conocido de no haberse dado alguno de todos los pequeños empujones que parecían conducirme irremisiblemente hasta ella, hasta la que sabía la mujer de mi vida.
Leo un relatito de Asimov en octavo de E.G.B. y encuentro a mi primer amor en Alicante en primero de carrera. El Efecto Mariposa.
¿La hubiera encontrado independientemente de lo que hubiera hecho en la vida, si hubiera aparecido por otras causas? No lo sé.
Muchas veces también pensé (volviendo al tema de la distancia) que tenía que redefinir mi concepto de "lejos" como "la distancia mínima a la que no alcanzaba a besarla". A veces me sentía más cerca de ella charlando por messenger en la distancia, que estando sentado a su lado. En estos otros momentos pensaba, como dirían Sabina y Páez, "estar contigo es estar solo dos veces, es la soledad al cuadrado".
Pero sobre todo me parecía entrañablemente curioso comprobar en mi cuerpo "otro" Efecto Mariposa distinto: el despertar de miles de ellas en mi interior, acariciando con delicadeza las paredes de mi estómago, cada vez que me decía "te quiero".
El final de esta historia (o no)... mejor que Mario Benedetti lo cuente. En "La otra copa de brindis" lo captó mucho mejor de lo que este atormentado espíritu podrá hacerlo nunca:


[...]

mas su mitad de amor

se negó a ser mitad
y de pronto él sintió
que sin ella sus brazos estaban tan vacíos
que sin ella sus ojos no tenían qué mirar
que sin ella su cuerpo de ningún modo era
la otra copa del brindis

y de nuevo se dijo
qué sencillo
pero ahora
lamentó que el futuro fuera oscura maleza

sólo entonces pensó en ella
eligiéndola
y sin dolor sin desesperaciones
sin angustia y sin miedo
dócilmente empezó
como otras noches
a necesitarla.