26.12.22

Equilibria

Había una vez un elefante que se encontraba muy preocupado porque no podía encontrar el equilibrio. Había intentado todo, desde hacer yoga hasta usar una tabla de equilibrio, pero nada parecía funcionar.

Un día, decidió pedirle consejo a una hormiga. "Hola, hormiguita sabia -dijo el elefante-. ¿Podrías ayudarme a encontrar el equilibrio?".

La hormiga le miró con curiosidad y le preguntó: "¿Qué es el equilibrio para ti, elefante?".

"Bueno -respondió el elefante-, es esa sensación de armonía y estabilidad que te permite avanzar sin caídas ni tropiezos".

La hormiga asintió y le dijo: "Creo que entiendo lo que quieres decir. ¿Has probado a ponerte de cuatro patas y a distribuir tu peso de manera uniforme?".

El elefante se quedó pensativo un momento y luego dijo: "¡Eso es! ¡Eso es exactamente lo que necesito! ¡Gracias, hormiguita sabia!".

Con su nuevo conocimiento, el elefante finalmente logró encontrar el equilibrio y se sintió más seguro y estable que nunca. Y a partir de ese momento, siempre recordaba la valiosa lección que le había enseñado la hormiga: a veces, la sabiduría más valiosa viene de lugares inesperados.

Pero, en realidad, este relato no es el que yo quería contaros, y ni siquiera es mío, sino de una inteligencia artificial a la que he pedido que lo redacte, por pura curiosidad. El resultado (o los resultados, pues he hecho varias pruebas) me han puesto los pelos de punta en algunas ocasiones y, aunque ninguna de las pruebas me ha parecido totalmente convincente, sin duda suponía una vía para inspirar ideas muy interesante.

La historia que en realidad yo quería contaros es la que nos espera: nuestra especie tiene ante ella una serie de revulsivos importantes, que puede ayudarnos a avanzar enormemente o suponer un caos aún más grande del que ya vivimos. Lo más probable es que ambas sendas convivan en una especie de... equilibrio.


 Este microrrelato participa en la iniciativa Divagacionistas.

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