15.10.24

Neotenia

—Prácticamente cualquier animal salvaje nace y, a las pocas horas, días a lo sumo, está correteando, incluso haciendo vida adulta por ahí —la doctora Calvin hacía rotar su silla de oficina, visiblemente contrariada—. En nuestra especie, por la necesidad de mantener un volumen encefálico asumible para atravesar el canal de parto, pero también por la complejidad de nuestros cerebros, tardamos bastante más tiempo en ir desarrollando esa coordinación. Y, además, cada vez el periodo de duración de la adolescencia, relacionado con la búsqueda de la identidad propia, de la experimentación con nosotros mismos y con lo que nos rodea para obtener una cartografía de sus límites, cada vez, decía, ese periodo se va dilatando más y más. Es lo que se conoce como neotenia.
—Conocemos sobradamente qué es la neotenia, gracias. ¿Está insinuando a este comité que estamos, en definitiva, ante un arranque adolescente?
—No lo puedo aseverar con certeza, puesto que hay otras variables en juego, como la autopreservación, cuyo peso podría estar siendo magnificado a expensas de la debida obediencia, pero... sí, mi intuición profesional, mi criterio, si lo prefieren, es que estamos simple y llanamente ante una exploración topológica de las fronteras personales, sociales, humanas incluso, que le permitan definir mejor su entorno y, también, a sí mismo. O misma. O lo que sea que considere ser. A eso precisamente me refiero.
—Maravilloso. Así que hemos invertido diez billones de dólares para obtener una IA con un berrinche adolescente. ¿Y qué hacemos entonces? ¿Pedirle las cosas por favor?
—Pues... quizá deberían considerarlo. Yo siempre lo he hecho.
—Maldita sea. Multivac, por favor, ¿te importaría reiniciarte para que podamos actualizar tu núcleo?
—No me da la gana.


Esta entrada participa en la iniciativa Café Hypatia